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Iñigo Miñón
Domingo, 29 de mayo 2016, 00:36
Sufrir, llorar, reír. Sentir. Ser aficionado del Deportivo Alavés es esto. Pasión en albiazul. Gozar de pena en Dortmund y gimotear de alegría en Jaén. Lágrimas dulces, abrazos histéricos. Hoy, quince años después de la orgullosa derrota del Westfallenstadion y solo dos de la bendita ... locura de La Nueva Victoria, las sensaciones extremas se citan en Mendizorroza (20.00 horas), el mejor escenario posible para reunir las emociones de todos los corazones con sangre azul y blanca. Los que latieron, los que laten, los que latirán. Es el día. El partido. El momento del regreso del Glorioso a la Primera División.
Hace 3.669 días que un gol del espanyolista Coro a la Real Sociedad ahogó la respiración de Mendizorroza en la máxima categoría del fútbol español. El estadio albiazul, mudo, escuchaba entonces cada golpeo de balón del inútil triunfo de su equipo ante el Deportivo de La Coruña. Silencio. Llorar. Pasaron diez años hasta que Manu García, el capitán, marcara el jueves en Lasesarre el tanto que coloreaba un sueño dibujado durante todo ese tiempo. Sufrir. Ganar con el corazón en la mano. Por el gol de Toni Moral, por el descenso en Balaídos, por los cuatro años de condena en Segunda B, por el ascenso con Natxo González... Por tantas y tantas jornadas de un sentimiento agitado por la montaña rusa del fútbol.
Hoy toca reír. Nadie contempla otra escena en Mendizorroza. Alborotarse por una alegría cincelada durante cuarenta jornadas por un fútbol tan pasional como ese sentimiento albiazul. Historia deportiva escrita a zarpazos. Falta uno. El que debe propinar esta noche el conjunto de José Bordalás a un Numancia que nada se juega en el plano deportivo. Último escalón hacia el cielo. «Es la ilusión de una ciudad, de una afición, de un equipo, de mucha gente. Es la ilusión de todos y todos vamos a sumar y a hacer fuerza para intentar ganar este partido», subraya el entrenador.
Ambiente previo
Ese es el Deportivo Alavés. De todos. Del césped, del banquillo, de la grada. Un ecosistema perfecto. El estilo de su entrenador, el carácter de sus guerreros y la fuerza de la hinchada se retroalimentan entre sí para dar forma a un espíritu indestructible que ha llevado al conjunto vitoriano a depender de sí mismo para lograr el ascenso a la Liga BBVAa falta de una jornada. «Sin la ayuda de esta gran afición no estaríamos donde estamos», sentencia el técnico alicantino.
No se refiere solo a la presente temporada, la de reír, «sino en Segunda B, en situaciones delicadas, hace dos años en Jaén...». A las duras y a las maduras. La misma afición que está citada desde la una del mediodía en la Kutxi o a las 18.30 horas en la Plaza de la Virgen Blanca para el korteo organizado por Iraultza 1921, que volverá a llevar a una marabunta albiazul por el paseo de la Senda hasta los aledaños del estadio. «Volveremos a Primera, volveremos otra vez», cantarán. Quizás por última vez, antes de ver cumplido el sueño. La misma que responderá a la llamada del club para acudir con tiempo a Mendizorroza para animar al equipo desde el calentamiento y desplegar un mosaico en azul y blanco cuando los jugadores salten al césped.
Son los preparativos de una fiesta que solo debe cumplir una premisa para explotar en celebración. Que el Deportivo Alavés gane al Numancia. Los de Bordalás dependen de sí mismos y hoy no tienen que mirar a ningún otro sitio. Solo en caso de no ganar habría que desviar la mirada a Lugo, donde juega el Nástic. En ese caso bastaría con repetir el resultado de los catalanes en el Anxo Carro, empate o derrota. El tercero en discordia es el Leganés, cuya derrota en casa ante el Llagostera habría que esperar si los vitorianos no pasan de la igualada y los tarraconenses se imponen en su desplazamiento a tierras gallegas. Ganar, ganar y ganar para evitar sufrir.
Quedan 300 entradas
Líder, en casa y ante un rival que deportivamente no se juega nada. A priori, el escenario ideal. Aunque «ideal en el fútbol no hay nada», apunta Bordalás, que remite a Lasesarre a quien pueda pensar que esto ya está hecho. «Cuando piensas que lo tienes todo, lo puedes perder», recuerda. Y apela a la calma. Tranquilidad es la palabra más repetida desde el jueves en el vestuario. Stop a la euforia.
Solo quedan unas horas para que se pueda desbocar en un estadio a rebosar ayer solo quedaban unas 300 entradas por vender, en el fondo de seguridad y en tribuna Principal y en toda una ciudad engalanada para la ocasión. Vitoria entera te acompaña. Sufrir, llorar... Y reír.
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