Una cantera de primera

Fue una jornada llena de emoción que los chavales aguardaron ilusionados desde que entraron al colegio a primera hora. Todos sabían que por la tarde les abrirían las puertas del estadio vitoriano para retratarse con la plantilla al completo. «¡Toquerooo! ¡ Pachecooo!», animaban varios pequeños del Aurrera ya en los instantes previos a la cita desde los atestados accesos al campo. Se trataba de Egoitz, que juega de medio centro, y Unax, portero, además de otros revolucionados amigos que iniciaron en la zona 1 su propia sesión de calentamiento con rondo y hasta tanda de penalties.

Una vez dentro, en la zona central de la tribuna principal, Ander, Aritz, Gorka y Aingeru todos del Abetxuko- corrieron como balas hasta la parte superior del túnel de vestuarios, al cual se pegaron ante la posibilidad de que en cualquier momento salieran por ahí Laguardia, Femenía, Einar o alguno de sus compañeros. Desde luego que lo intentaron aplaudiendo y llamándoles sin cesar.

Autógrafos para Danel

Tras realizar la instantánea inicial con el primer equipo y otra en las gradas con toda la cantera y el rsto de clubes, desde megafonía indicaron que bajaran al campo un entrenador y un jugador de cada uno de los equipos presentes. Eso desató la locura. «¡Yoooo! ¡Yoooo!», reclamaban todos los chavales.

Uno de los afortunados fue Danel Leal, que vivió un día feliz. Fue uno de los niños que pudieron bajar al terreno de juego a sacarse la foto sobre el césped con su admirado Deportivo Alavés. «Me he traído una camiseta para que me la firmen los jugadores», comentaba tras correr detrás de varios de ellos. «Ánimo, chaval», le deseaba con gran cariño Fernando Pacheco tras dejar su rúbrica en la elástica de este chico de diez años, que pertenece al Mercedarias y juega de portero, igual que su ídolo. A su lado, su amigo Josu, integrante del mismo equipo e igualmente portero, lo presenciaba todo asombrado.

Antes de posar ante las cámaras, José Bordalás llamó a todo su plantel para reunirse en un corro y hacer piña. Aunque el míster pidió a los presentes que les dejaran estar a ellos solos en ese momento de concentración, un pequeño no se dio por aludido y agarró por el pantalón a Toquero una y otra vez, llamándole. Otra escena entrañable.

Julen, un crack

Los pequeños asistentes a la cita fueron de lo más pacientes, y eso que la espera se hizo larga. Desde que llegaron hasta que les hicieron la foto transcurrió casi una hora, de modo que buscaron varias fórmulas para entretenerse. En eso les ayudaron los miembros de la particular cantera alavesista que representan los hijos de algunos jugadores, que no faltaron al acontecimiento.

Especialmente Julen, el hijo de Juli. Este encantador chiquillo demostró ser todo un crack al conducir el balón ante el griterío de la grada, que coreaba su nombre. Hasta marcó una pena máxima con su aita como guardameta entre los aplausos del público. Los críos que tuvieron el privilegio de bajar al césped se lanzaron como locos a por los jugadores. No se escapó ni uno.