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Julio Velázquez (Salamanca, 1981) sigue creyendo. Es su obligación. «No hablo por hablar», insiste el entrenador. No es un mensaje, es una filosofía. Este es, en su opinión, el primer paso para llegar a un objetivo que, asume, está lejos. «No es difícil, es muy ... difícil», reconoce sobre la salvación del Alavés. «Pero se puede conseguir». Y tiene una cosa clara: «Cuando todos te dan por muerto, ¿qué tienes que perder». Él, sin embargo, ve un equipo «muy vivo».
– ¿Sigue el vaso a rebosar o se ha derramado algo de agua?
– Yo sigo siendo positivo. Está claro que la situación es la que es, pero, como les digo a los chicos, representamos a un gran club, tenemos detrás una maravillosa afición y tenemos que seguir trabajando para estar en disposición de poder sacar la situación adelante. Hay vida, por lo tanto hay esperanza. Nosotros tenemos que estar preparados para que si se da la situación favorable, no nos pille con el paso cambiado, porque eso sí que no sería correcto.
– Entenderá que gran parte de la afición sea escéptica.
– Sí, normal. Estamos a seis puntos de la permanencia, igual que cuando llegamos. Entiendo la frustración, porque es toda la temporada. Nosotros acabamos de llegar y lo hacemos con toda la ilusión del mundo. La situación es compleja, pero mientras tengamos opciones, nos agarrarnos a ellas con uñas y dientes. Porque en el fútbol se ha visto de todo, se va a seguir viendo de todo y por qué no nos va a tocar a nosotros. No hablo de cosas irreales, debemos tener claro que estamos a seis puntos, quedan quince en juego y tenemos enfrentamientos directos.
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– Hay que creer, ¿pero en qué?
– En que es fútbol. No sería la primera vez en la historia que se consigue algo así. Y que venimos de un partido en el que no conseguimos puntuar pero lo normal habría sido ganarlo. El equipo tiene casta, orgullo, una buena organización y genera. Hay que agarrarse a eso, no venimos de hacer un partido en el que no hemos existido. El equipo fue superior al Mallorca y fuera de casa hizo un buen partido condicionado por detalles. Doy fe de que los chicos tienen un compromiso extraordinario y de que creen. Es una diferencia importante, sí, pero quedan quince puntos en juego y tenemos que hacer todo lo posible para no dejar al azar lo que esté en nuestra mano.
– Se le puede dar la vuelta: si haciendo un buen partido el equipo pierde y solo puede marcar en propia puerta...
– En esta situación hay dos caminos. El destructivo, en el que pierdes confianza, ilusión y te regodeas en las miserias. O el constructivo, sabiendo de la dificultad, pero pensar en positivo. Se ha hecho un buen partido y no se ha conseguido puntuar, pero han sido detalles. Como el día de Osasuna. Lo justo sería que en estos tres partidos lleváramos cinco puntos, pero hemos estado en disposición de ganar los tres. Vamos a pensar en positivo, es mi manera de afrontar la vida.
– ¿Qué piensa cuando escucha hablar de milagro?
– Cuando coges a un equipo a falta de ocho jornadas, colista, a seis puntos de la permanencia, el reto es difícil, pero es posible. Es una situación compleja, pero factible. Era y es. Seguimos a la misma distancia pero con menos partidos. Llegados a este punto, ya todo el mundo te da por muerto, te da por descendido, entonces solo hay cosas que ganar. ¿Qué hay que perder en esa situación? Pero no se ve un equipo muerto en el campo, se ve un equipo muy vivo. Hay que asumir la situación con entereza, rigor y profesionalidad.
– ¿Sirve de algo hacer cuentas, mirar el calendario?
– Sí. Obviamente el foco tiene que estar en el Villarreal, pero tenemos enfrentamientos directos y vamos a intentar llegar a esos encuentros con 'la posibilidad de'.
– Decía José Luis Mendilibar que había jugadores fáciles de convencer y otro no tanto. ¿Qué caras ve en el vestuario?
– Veo caras de que hay un compromiso excepcional por parte de todos. Y de que se lo creen. Mi obligación es trasladarles un mensaje sincero, realista, pero de creer. Y no hablo por hablar. El equipo entrena muy bien y estamos compitiendo, pero cuando estás abajo, los pequeños detalles te condicionan una barbaridad.
– ¿No cree que el mensaje positivo se puede desgastar de tanto repetirlo?
– Es mi obligación. Si viniera con un mensaje negativo, no tendría sentido estar aquí.
– Negativo no, pero algo más realista...
– Desde el principio he dicho que tengo clara la dificultad de la empresa. Coges un equipo que había ganado cinco partidos en treinta jornadas y necesitas ganar cuatro o cinco en ocho. Soy realista. Pero para quedarme en la dificultad... Como si te autodestruyes tras haber perdido después de haber merecido ganar. No. Vamos a analizar qué se ha hecho bien y qué se ha hecho mal. No es desgastar el mensaje o no. Mi mensaje va a ser el mismo. ¿Es difícil? Claro. No es difícil, es muy difícil. ¿Se puede conseguir? También. Pues como se puede conseguir. vamos a dejarnos la vida en ello. Si piensas que es imposible, sí que no lo vas a conseguir. Yo no digo que hay que ser positivos porque sí.
– ¿Estas situaciones son más de jugadores que de entrenador, más de cabeza que de táctica?
– El fútbol ni es solo cabeza ni solo táctica ni solo técnica... Es un todo. Lo emocional cuenta también si te juegas una plaza europea, pero si solo contara lo emocional, lo mejor sería tener un animador sociocultural, que se generara una buena dinámica y punto final. Las emociones son muy importantes, no solo en el fútbol, en la vida en general, pero lo organizativo tiene un gran porcentaje de importancia. El equipo debe tener identidad, saber a lo que juega, saber jugar diferentes partidos dentro de un mismo partido... En Mallorca marcan los detalles del gol que nos anulan o los lances de los goles en contra, pero mi análisis debe ser más reflexivo y considero que el equipo atacó de diferentes formas, fuimos más proactivos sin balón, provocando el error y no esperándolo... El equipo futbolísticamente dominó diferentes registros.
– Pero se nota la tensión que tienen los futbolistas.
– Claro, como a un estudiante en un examen, un padre de familia que se va al paro... Claro que la tensión marca las conductas, pero hay que saber canalizarla y tener la madurez competitiva suficiente para saber controlar las emociones.
– No ha tocado mucho de un partido a otro. ¿Está contento con lo que está viendo?
– Sí hemos modificado ciertas situaciones dentro de la propuesta. En Mallorca, aunque a nivel de estructura los jugadores fueran los mismos que ante el Rayo, la manera de presionar y de ajustarnos fue diferente y la manera de proceder en el campo, también. Lo prioritario somos nosotros, pero tu propuesta varía en función de fortalezas y debilidades del adversario. Tampoco podemos volver loca a la gente y cada partido cambiar siete porque sí. Hemos encajado tres goles de aquella manera, pero en líneas generales el equipo está defendiendo bastante bien. Y tenemos que buscar cierta continuidad. Estamos hablando de las emociones y tiene que haber una estabilidad para que la gente no vea extremos ni a la hora de alinear ni a la hora de comportarse. Buscamos el once más competititvo para cada partido, pero dentro de un equilibrio, no pasando del negro al blanco porque sí.
– Manu Vallejo fue titular en el primer partido y en Mallorca no fue ni recurso final.
– Estoy contentísimo con Manu, tiene un compromiso bárbaro, le dimos la 'chance' ante Osasuna y optamos por otros compañeros ante el Rayo. El otro día podía haber salido perfectamente, pero dentro de lo que teníamos modificamos la estructura con Facundo (Pellistri) y Miguel. Después había una situación en la que los tres jugadores de dentro tenían amarilla y optamos por meter un jugador más posicional como Tomás (Pina), refrescar el carril con Martín y tener otra punta que acompañara a Joselu al final porque estaban pasando muchas cosas en el área. Hay partidos y situaciones. No puedo venir hace dos semanas y entrar en la locura permanente. Debemos intentar aportar certezas a los jugadores y darles herramientas para que compitan.
– ¿Ya sabe a quién mandó callar Joselu tras marcar al Rayo?
– No. Ni vi el gesto. Yo acabo de llegar, con mucha ilusión y mensaje positivo, y en el partido debo tener la capacidad emocional para alejarme de la euforia cuando haces un gol y de la decepción cuando te lo hacen. Desconozco esas situaciones y no es algo en lo que yo tenga que entrar.
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