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El Alavés salió escaldado de su vista al vecino Burgos y ni los ánimos de sus hinchas pudieron evitar una goleada tan inesperada como escandalosa. ... Porque en una categoría tan igualada, con tantos empates, el equipo albiazul no dio la talla de líder. Para empezar, al Burgos le ayudó una primera parte tan igualada y conservadora por ambos equipos para que su portero, José Antonio Caro, batiera el récord profesional de más de 755 minutos sin recibir un gol en un arranque de temporada. Y eso que, paradójicamente, destaca sobre todo con el balón en sus pies, aunque el peligro para los guardametas brilló por su ausencia, salvo algún intento lejano de disparo hasta el descanso.
Pero es que tras la reanudación el equipo albiazul siguió sin ideas, mientras que el burgalés se adelantó en el marcador tras un jugada elaborada de pizarra y culminada a la perfección ante Sivera. Sí que pudo llegar la igualada tras jugada de estrategia a balón parado, pero Rioja envió el balón a las nubes. Y en un córner a favor, mala vigilancia defensiva por exceso de confianza para que el conjunto local nos pegara la estocada. Salva Sevilla lo intentó de falta directa, pero Caro demostró que nos es casualidad que llevé ya nueve partidos sin recoger la pelota de su red. Y en el descuento vino de propina el tercer tanto en una jugada donde, además, se lesionó Duarte.
Aunque se repitió alineación, esta vez se jugó muy temeroso desde el principio y los cambios albiazules no surtieron el efecto deseado. Ni sustituyendo a los jugadores amonestados ni probando con más extremos -pese a que el revulsivo de Hara adelante y Abqar atrás fueron de lo único salvable- se pudo rescatar un partido para olvidar. Porque el problema es que no se crearon ocasiones de gol y se jugó sin ninguna precisión con el dominio de la pelota ante un contrario que, pese a su fuerte defensa, solo había logrado dos goles en ocho partidos. Esta vez nos coló tres para romper nuestra imbatibilidad y bajarnos a la realidad terrenal.
Además, esta semana será una prueba de fuego con la visita entre semana de un difícil Albacete a Vitoria y la salida a Andorra, donde espera el matagigantes del grupo. Podremos hacer una primera valoración de nuestro fondo de armario, ya que alguna rotación habrá que hacer para cambiar la cara de una escuadra que acumulará minutos decisivos para buscar el ascenso.
En este sentido y pese al hermetismo del club albiazul por la gran noticia final de que Laguardia siga defendiendo nuestros colores dos años más, es una pena que no se haya producido antes. Porque claramente es un futbolista diferencial de doble valor, tanto mental como físico.
Es decir, por ser el paradigma de jugador que mejor une al vestuario con la afición y por su presencia física de intimidación en las áreas, tanto para defender como para asegurar un puñado de tantos a balón parado. Vamos a pensar que en Burgos sufrimos una lección de humildad y que esta temporada no va a ser un camino de rosas para nadie. Y pensando que no hay mal que por bien no venga, y con la filosofía del 'vaso medio lleno, hay que reconocer que es mejor este borrón de sopetón para volver a levantarse cuanto antes. Y así mantener esa ilusión por un bloque que, aunque en El Plantío inexplicablemente no reconocimos, ya ha demostrado antes que puede enganchar a la afición.
Pero tendrá que ser sin volver a las andadas de las últimas temporadas en Primera División, sino con osadía y valentía para no especular. Y también dando más de tres pases seguidos en el campo contrario para pisar el área rival con determinación y fortalecer unas señas de identidad de equipo vertical y descarado del que podamos sentirnos por lo menos orgullosos.
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