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Ramiro González
Diputado general de Álava
Viernes, 19 de abril 2024, 11:01
Una serie sobre la historia y el futuro del estadio de Mendizorroza, que cumple cien años
«Hoy toca Mendi». Qué pocas palabras pueden alegrar el día de un alavés o alavesa. Mendizorroza sugiere miles de conceptos, tiene miles de acepciones más allá de su definición original, tiene para cada persona un significado especial. Para muchos es el vínculo con aita, ama o aitite; a otros tantos les sirve para reunirse con la cuadrilla, y hay quien el Paseo de Cervantes le lleva mentalmente al bocadillo del descanso.
Todas ellas tienen algo en común, ir a Mendi produce felicidad. Este ritual, este vínculo entre personas, lleva 100 años vigente, lleva décadas y generaciones siendo punto de encuentro. Y sí, claro, no olvido que Mendizorroza es sinónimo de Deportivo Alavés. Porque un estadio y un club van de la mano en su historia, son más que una infraestructura y un club deportivo. Son un sentimiento. Son patrimonio de Álava.
He contado en infinidad de ocasiones lo que es para mí la General, pero nunca me cansaré de recordarlo. Porque era un niño, sí, pero el frío helador y el hormigueo de la pierna tras minutos y minutos de pie, a veces de puntillas para poder atisbar el césped en las ocasiones de peligro, no se me olvidarán nunca. Y aún así, no cambio por nada del mundo esos días de partido, los abrazos con los amigos en los goles. Eran las mejores tardes de domingo.
Es curioso que, pese a todo, mi mejor recuerdo de Mendizorroza sea desde la grada de Polideportivo. Era febrero y el todopoderoso Barcelona de Cruyff llegaba a Vitoria para afrontar el trámite de cruzarse en cuartos de final con un Alavés que estaba en Segunda División.
Fue el primer David contra Goliath de mi memoria, un ejercicio de compromiso, fe y pundonor que terminó con un gol de Eliseo Salamanca que nos hizo saltar arriba y abajo por la grada. Corazón a mil y lágrimas de alegría. Mucho más que fútbol.
El Barcelona no esperaba un golpe así, ni un terreno de juego en el que nosotros conocíamos hasta el último agujero del césped. Porque los estadios cuentan hoy en día con tapices verdes de última generación, pero hubo una época en la que los terrenos de juego eran más terreno que juego. Por eso era tan importante jugar como local, por eso Mendizorroza era clave para el Alavés y, tal vez por eso, no pudimos aguantar la ventaja en el partido de vuelta en el Camp Nou.
Pero aunque el Alavés siempre será el Alavés, ya no es 1978, ni aspiramos a jugar en Primera División y encontrarnos de ciento en viento con los 'grandes'. Somos un equipo de élite, somos un club que ha jugado en la máxima categoría en 7 de las últimas 8 temporadas y que aspira a asentarse entre los mejores durante años.
Nos encontramos en un momento clave, un punto de inflexión para el club que debe ir acompañado por decisiones de futuro. Porque en el fútbol las variables son infinitas, los goles pueden o no entrar, pero las bases que se pongan para el desarrollo de un proyecto son trascendentales para su consolidación.
Y ahí entra de nuevo Mendizorroza. 100 años son motivo de felicitación, pero también de introspección. Contamos con un estadio que ha evolucionado, ha crecido y cambiado. Los años no pasen en balde y, como los cuerpos de las personas, la edad también provoca achaques en los campos de fútbol.
Nuestro campo tiene solera pero también problemas a los que debe darse solución en un plazo razonable. Necesitamos marcar cuanto antes las pautas de lo que será Mendizorroza en el futuro, un campo moderno y atractivo que sirva para aupar el proyecto del Deportivo Alavés.
El debate está en la calle, al igual que en los despachos institucionales. Llega el momento de decidir si el siguiente paso a dar debe ser proyectar una reestructuración integral del actual estadio, o es el momento de despedir con honores nuestro pequeño teatro de los sueños para dar la bienvenida al S.XXI de manera más ambiciosa.
Solo hay una cuestión en la que estamos todo el mundo de acuerdo: si queremos aspirar a ser siempre el Deportivo Alavés que llegó a final de la UEFA y que pugna habitualmente por entrar en Europa en lugar de evitar el descenso, necesitamos un campo a la altura. Lo estamos viendo por toda Europa, los proyectos deportivos ambiciosos van siempre acompañados por estadios y ciudades deportivas de primer nivel.
Porque tenemos un Territorio de vanguardia y queremos que el Deportivo Alavés, que durante más de un siglo ha sido un gran colaborador de ese progreso territorial, nos acompañe en la transformación que está afrontando Álava.
El Deportivo Alavés merece un estadio a la altura. Vitoria-Gasteiz y Álava necesitan de un campo del que sentir orgullo y sobre el que crecer. Como sentimos orgullo de estos cien años de Mendi. Me consta que el Club comparte este sentimiento y es consciente de este crucial momento. Me consta también que trabaja para garantizar el mejor futuro para este centenario club y estoy convencido de que, más pronto que tarde, nos trasladará un proyecto que generará ilusión a todos y todas las alavesistas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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