El Deportivo Alavés deberá afrontar en las próximas semanas varios retos de diferente dimensión pero de notable importancia dentro de su proyecto en la élite. El primero y más urgente es corregir su precario inicio de temporada y mejorar las pobres sensaciones que ha mostrado ... hasta ahora sobre el terreno de juego. Un desafío complicado pero de extrema urgencia. Aunque el club también mira hacia otros retos más alejados del rendimiento sobre el césped. Uno de ellos es el de volver a insuflar vida a Mendizorroza, factor clave durante su dilatado camino en la élite y que vive ahora momentos de calma tras la virulenta tempestad. El desafío de que Mendizorroza vuelve a rugir.
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Durante más de año y medio, el vetusto recinto ha vivido anestesiado. Primero lo hizo con sedación general, azotado por la pandemia y unas restricciones que asfixiaron con especial dureza a los grandes recintos deportivos. El fútbol de grada, bocadillo y cánticos se convirtió en un deseo irrealizable y la televisión se transformó en un insatisfactorio placebo. Mendizorroza tuvo que vivir al desnudo las sufridas andanzas del Deportivo Alavés. Una permanencia agónica y otra confirmada tras una remontada inverosímil. Y siempre con el tétrico sambenito de 'puerta cerrada', asignado hasta poco antes a apenas un puñado de encuentros de otras latitudes y marcados por la extrema violencia. Solo con el arranque de esta temporada y la mejora en la situación sanitaria el estadio pudo recuperar cierta vitalidad y colorido. Aunque todavía se encontraba aletargado, lejos de su mejor versión. Primero con un 20% de aforo y, tras semanas de tira, afloja y veredictos judiciales, con un 60%. De menos de 4.000 aficionados a casi 12.000. Un pequeño aperitivo para apenas camuflar el hambre de grada.
Ante el Betis, primero con el 100%
Primero volvieron los afortunados, los que lograron el codiciado billete en el sorteo que realizó el club. Así fue ante el Real Madrid y el Mallorca. Aunque ambos duelos, en agosto y con una notable parte de los aficionados todavía en sus destinos vacacionales, apenas sirvieron para esbozar el regreso a las gradas. El aumento hasta el 60%, además de propiciar un regreso mucho más masivo de los incondicionales albiazules, desnudó también una realidad: el Alavés no llega a los 12.000 «abonados particulares», en términos del club. Estos son todos aquellos que no tienen «abonos incluidos en paquetes o los abonos retributivos, como los de escuelas, accionistas o trabajadores del club». Es decir, hay menos de 12.000 personas que renuevan su abono cada verano.
El 100% que ya acogerá Mendizorroza permitirá aventurar la cifra total de socios de ambas categorías. Unos y otros tienen el desafío de volver a dar color a un estadio que en los últimos años ha destacado por su ambiente y dinamismo. Solo las mascarillas recordarán una pandemia que todavía no ha desaparecido. Vuelve el ritual futbolero, la ilusión infantil de un día mágico. Aunque lo hace ante un viejo inconveniente: los horarios. El partido ante el Betis se jugará el lunes 18 a las 19 horas. Los tribunales volvieron a avalar en junio los encuentros de los lunes y los viernes, algo que ya tuvo que vivir el Alavés en su visita a San Mamés. A esa dificultad se suma un horario más temprano que de costumbre, ya que ese mismo día se disputarán dos encuentros. Será el primer lunes para un Alavés que todavía no ha repetido franja en el arranque de temporada. En este tiempo ha explorado, además de los viernes, casi todos los emplazamientos posibles de los sábados. Aunque todavía no sabe lo que es jugar en domingo, otrora día del fútbol por antonomasia.
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En su última cita antes de la pandemia, en un ambiente ya marcado por el patógeno, Mendizorroza acogió a 14.083 aficionados. Antes estuvo cerca del lleno, con 19.412 y 17.089 aficionados en los derbis ante el Athletic y el Eibar. Ese curso, mientras hubo público, el promedio se elevó hasta los 15.888 aficionados. La media del año anterior fue de 17.183 y el récord, 18.389, se alcanzó un curso antes. La tendencia hacia la baja que vive el estadio albiazul es global, aunque todavía mantiene su chispa. En la primera jornada, incluso con unas notable restricciones, solo Mendizorroza registró el máximo del aforo disponible. Ahora, ya sin ataduras, busca volver a retumbar en cada esquina de Vitoria.
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