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Decía José Manuel Esnal, Mané, que Mendizorroza da puntos. «Ayuda mucho. Mucho. No sé si a ganar, pero sí a no perder», explicaba el mítico entrenador albiazul. Argumentaba que sus gradas dan cobijo a una «mayoría positiva» que tapa cualquier murmullo que pueda jugar en ... contra del equipo cuando las cosas no van bien. No deja de ser una opinión de alguien que sabe mucho de fútbol y del Deportivo Alavés, pero si algún escéptico se quedara con la duda siempre podría recurrir a los números. Que tampoco son un argumento científico en esta inexacta disciplina deportiva, pero sí ayudan a entender muchas cosas.
En el momento en el que la pandemia frenó el mundo en marzo de 2020, el equipo babazorro, dirigido entonces por Asier Garitano, presentaba el mejor promedio de puntos en Mendizorroza desde el retorno a Primera: 1,6 por jornada, un 54,7% del botín en juego. En los cinco encuentros restantes de aquel campeonato en casa se redujo a la mitad, 0,8 por comparecencia (26,6%). Donde antes marcaba 1,3 goles por encuentro, después marcaba 0,4; donde antes encaja 0,8, después fueron 2,2. Una diferencia abismal. Y las cifras tampoco remontaron el curso pasado (42%), dejando el balance total del silencioso fútbol pandémico en un peligroso 38,8% de eficacia. Cuando el estadio del Paseo de Cervantes ha estado mudo el Alavés ha competido peor.
Este curso perdió en las dos primeras jornadas –Real Madrid (1-4) y Mallorca (1-2)–, cuando las restricciones solo autorizaban la asistencia de 3.968 espectadores (20%); cayó en el derbi ante Osasuna (0-2) ante 8.176 personas, una cifra lejana del 60% permitido entonces; y no ganó hasta que, ante el Atlético (1-0), las gradas recuperaron un aspecto relativamente normal con 9.836 aficionados. Desde aquel día el conjunto babazorro ha sumado 16 puntos de 33 (1,45 por cita con su hinchada, el 48% de los apostados). Casualidad o causalidad. No son números prepandemia, pero casi.
Fue el día que Mendizorroza empezó a recuperar su color, aunque no sería hasta siguiente partido, ante el Betis (0-1), cuando volvieron las banderas y el instrumental habitual de Iraultza, el motor que eleva los decibelios albiazules. Después el Alavés ganó al Elche (1-0) y al Levante (2-1) y compitió con otro colmillo ante rivales de entidad como Real sociedad (1-1), Athletic (0-0), Barcelona (0-1), Valencia (2-1) o Sevilla (0-0).
La mejor entrada de la temporada fue en el derbi ante los bilbaínos (14.103), que previsiblemente puede ser superada el sábado ante el Granada. Es el día. En todos los sentidos. En lo deportivo: el partido al que todo el alavesismo miraba desde hace varias semanas como la frontera que marcará las aspiraciones albiazules de salvación, con el rival, el Granada, a tiro de una victoria que se antoja innegociable para las mismas. También en lo social: con precios populares (de 9 a 19 euros para los adultos y de 5 a 9 para los niños) que persiguen una recaudación que será destinada a la ONGSave the Children para ayudar a los refugiados ucranianos que han escapado de su país tras la invasión rusa.
Las entradas vendidas ya superan las 2.400. Y subiendo. Mendizorroza siempre responde en las grandes citas –y ésta lo es–, pese a lo disparatado de los horarios impuestos por la Liga (14.00). «La afición es espectacular, sea fuera o en casa, y esperamos que el sábado el estadio esté lleno», dijo Florian Lejeune tras el partido del domingo pasado en Anoeta.
La hinchada de Mendizorroza es el principal activo de un club centenario. La que siempre responde. La que seguía creyendo cuando Miguel Pérez puso aquel balón en el área para que Toni Moral empalmara con el corazón una remontada histórica ante la Real Sociedad que salvaba al equipo de la desaparición en 2008. La que estiró la pierna de Jarosik para que el checo rescatara la pelota que Guzmán terminó rematando en aquella bendita locura que fue la permanencia de Jaén. Milagros que, como canta la grada, enseñaron a creer.
Cómo no va a tener fe esa afición aunque el equipo no le dé demasiados argumentos para ello. Sabe que el fútbol en sus dominios es otra cosa. Que, como decía Mané, gana puntos. Que el sábado va a ser el jugador número 12 y hasta el 13 en el partido más trascendental de una temporada que avanza a trompicones y se puede enderezar en apenas noventa minutos. Mendizorroza, haz tu magia.
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