Ciriaco Errasti, a la derecha, en un partido de la selección española. Fotos: Fundación Sancho El Sabio y EL CORREO
Historias en Albiazul

La odisea del alavesista que huyó entre disparos republicanos

Jueves, 11 de abril 2024, 00:20

La semana pasada contaba en esta sección la historia de Marcial Arbiza, víctima de la represión franquista que, gracias al fútbol y en concreto a su fichaje por el Deportivo Alavés, pudo salir del campo de concentración de Miranda de Ebro. No fue el ... único albiazul que sufrió las consecuencias de la Guerra Civil, pero, aunque hay quien se empeña en convertir a determinados clubes en 'víctimas del franquismo' eligiendo solo los casos que les interesan, en realidad los equipos eran entidades plurales en los que convivían personas de ideologías diversas.

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En el caso del Alavés había técnicos, jugadores y directivos próximos al nacionalismo vasco, a la derecha y a la izquierda españolas. El hecho de que los futbolistas fueran jóvenes explica que muchos combatieran en los dos ejércitos y que algunos murieran en el frente. Junto a su juventud, que fueran personajes conocidos también hizo que sufrieran la represión: algunos fueron víctimas de los rebeldes y otros, de ideas conservadoras, tuvieron dificultades en zona republicana.

Este fue el caso de un mítico jugador babazorro, el eibarrés Ciriaco Errasti, pareja defensiva de Jacinto Quincoces. Tras ser protagonistas de la primera etapa gloriosa del Alavés, fueron traspasados al Real Madrid al año siguiente. El inicio de la guerra, en pleno verano, sorprendió a Errasti en su ciudad natal, que quedó en territorio republicano. Y, «como Ciriaco era muy conocido en Eibar por sus ideas de derecha, se vio obligado a escapar a Bilbao», donde la situación estaba más controlada. Al parecer, allí tuvo que jugar algún partido benéfico organizado por el Socorro Rojo. Después decidió huir a la localidad vizcaína de Mundaka pensando que le resultaría más fácil pasar inadvertido. Así lo contó más tarde la prensa franquista: «Y Ciriaco, que seguía siendo el amo de los despejes, se 'despejó' a sí mismo hacia el pueblo costero de Mundaca, en el que vivió oculto durante algún tiempo, en espera de ser liberado por los Ejércitos de Franco».

El legendario defensa alavesista huyó de Mundaca por el mar entre disparos de las tropas republicanas en la Guerra Civil

Un grupo de milicianos de la Guerra Civil, en una pausa de los combates.

Sin embargo, cuando el 30 de abril de 1937 Mundaka fue conquistada por las Flechas Negras italianas aliadas de Franco, algunos milicianos izquierdistas se dedicaron a barrer el pueblo en busca de emboscados, aprovechando el descontrol del momento. Ciriaco pudo librarse escondiéndose debajo de un colchón pero más tarde, quizás con ocasión de la efímera reconquista republicana de Mundaka que dejó a los italianos aislados en Bermeo hasta el 3 de mayo, el exfutbolista albiazul tuvo que huir en barca al otro lado de la ría de Urdaibai, tal y como lo contó un diario franquista, con su peculiar lenguaje:

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«Era ya la anochecida y se esperaba que los nacionales entrasen en Mundaca a la madrugada siguiente; pero sabedores los rojos, apenas retirados, que en Mundaca habían quedado algu nos 'fascistas' escondidos, por la noche volvieron por ellos. Y fue entonces la providencial confidencia quien de nuevo salvó a Ciriaco y a otros nacionales camuflados. Los rojos estaban ya de nuevo a las puertas de la casa. Era noche cerrada y sin luz. Y Ciriaco se descolgó, con otros, por la trasera que da al mar, y ganando una pequeña barca allí atracada, se lanzaron con ella a cruzar la ensenada, en cuya parte opuesta estaban ya los nacionales. La huida fue advertida por sus perseguidores, y una andanada de fusilería y ametralladora envolvió a los ocupantes de la embarcación (…). Una travesía larga, larguísima en la ansiedad, cruzada de descargas que levantaban en el mar un ruido sordo y continuo de grandes gotas de lluvia. Y, al fin, la orilla opuesta. ¡Salvados!».

Superados estos momentos difíciles, Ciriaco se incorporó al fútbol en la zona controlada por los futuros vencedores de la guerra. Ya en agosto de 1937 fue convocado por el seleccionador nacional, que era el alavesista Amadeo García de Salazar, para preparar el amistoso Portugal-España. En la temporada 1938-1939 todavía disputó algunos encuentros con el Alavés antes de retirarse del fútbol.

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