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Después de unas semanas tan cálidas en pleno invierno, cuesta recordar los tiempos de las grandes nevadas en Vitoria. Una de las más copiosas del siglo XX cayó en febrero de 1956, coincidiendo precisamente con un Deportivo Alavés-F.C. Barcelona. La tempestad de nieve ... fue tan intensa que obligó a retrasar no uno, sino dos partidos consecutivos del once albiazul en casa. Todo empezó al acercarse el 12 de febrero, domingo en que el Alavés debía enfrentarse al Deportivo de La Coruña. El día anterior se anunció que «el tiempecito nos ha jugado otra vez una mala faena. Porque el temporal de nieve, que no ha amainado desde ayer, ha dejado nuestra capital cubierta por una gran capa de nieve. Tal y como se halla Mendizorroza, claro es suponer que el encuentro no podrá celebrarse».
En efecto, aunque decenas de trabajadores lograron quitar gran parte de la nieve caída sobre el terreno de juego, el hielo obligó a retrasar el partido hasta el martes a las 4:30 de la tarde, única hora posible, puesto que en Mendizorroza no había aún luz artificial. Se especulaba incluso con la posibilidad de que el choque tuviera que volver a suspenderse, «pues, aparte de que el temporal no parece amainar, mucho nos tememos que Mendizorroza se encuentre en tan malas o peores condiciones que ayer». Al final, el partido se disputó ese día, aún con nieve acumulada en los laterales. La entrada fue buena porque muchas empresas hicieron jornada intensiva por la mañana y dieron libre la tarde a sus obreros para que estos pudieran presenciar el partido. Eso sí, el árbitro fue distinto del previsto para el domingo, pues el castellano Novella Barco pidió no tener que volver a viajar y la federación aprovechó que el cántabro García Fernández regresaba a su casa tras dirigir el Barcelona-Hércules, pasando por Vitoria, para pedirle que pitara el choque. El retraso sentó bien al Alavés, que derrotó al 'Dépor' por 4-2.
Pero lo peor estaba por llegar, pues quince días después el temporal continuaba en todo el norte peninsular hasta el punto de que algunos pueblos llevaban veinticuatro días incomunicados. Para el domingo 26 estaba fijado el Alavés-Barça, pero ya el viernes se avisó de que el once babazorro había tenido que entrenar en las casetas del campo y que «la nieve que ayer comenzó a ser desalojada de Mendizorroza, a pesar de ser mucha, se ha visto aumentada con la nevada de esta noche, habiendo tenido que suspenderse los trabajos, en espera de que amaine el temporal». La expedición azulgrana llegó a Vitoria el sábado, tras superar muchos obstáculos, pero el árbitro, Asensi Martín, no pudo hacerlo. Al final, también este choque se trasladó al martes. El Alavés abrió las taquillas para permitir la devolución de localidades y la adquisición de las sobrantes. Además, publicó una nota rogando a las empresas que, «dando una vez más prueba de su cariño a este club», dieran facilidades a sus empleados para asistir al partido. La directiva albiazul aseguraba que «por parte de los organismos laborales competentes no existe dificultad alguna para que dicho personal pueda recuperar las horas perdidas».
Tras trabajar a contrarreloj, el terreno de juego presentaba un buen aspecto. «Durante la mañana se han realizado los últimos trabajos, habiéndose desalojado totalmente la nieve. Existe, no cabe duda, algún espacio en peores condiciones, pero se ha echado arena sobre los mismos». Hubo de nuevo numeroso público, incluyendo a bastantes hinchas del Athletic de Bilbao, «muchos de los cuales lucían sus banderitas», que deseaban el triunfo alavesista, pues su equipo iba empatado con el Barça al frente de la clasificación liguera. Tanto el Alavés como el Barcelona fueron recibidos con grandes aplausos: «Todas las miradas son para Kubala, que ha sido la atracción de los aficionados durante estos días». Esta vez, el Alavés no tuvo suerte y perdió por 1-3, con goles de Echeandía por los albiazules y de Mandi y Villaverde (2) por los blaugranas.
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