Un minuto que vale por mil

Fue un día muy especial porque, frente a lo que era normal en los 'años de plomo', cuando la mayor parte de la sociedad apenas reaccionaba contra la violencia, el club decidió recordar a las dos víctimas. El homenaje era lógico, pues Buesa era «forofo» tanto del Baskonia como del Alavés y «no se perdía ningún partido». De hecho, el pabellón baskonista, hasta entonces denominado Araba Arena, pasó a llamarse Fernando Buesa Arena. En lo que respecta al Alavés, en mayo de 1990, siendo diputado general, Buesa afirmó que seguiría apoyando al club albiazul, que estaba cumpliendo lo estipulado en el acuerdo firmado previamente. En 1993, el Alavés reconocía que estaba siendo clave el apoyo de las instituciones y «especialmente de la Diputación Foral de Álava».

Por todo ello, ese día, «antes de comenzar el partido entre el Alavés y el Atlético se rindió un sentido homenaje a Fernando Buesa, asesinado por ETA en las calles de Vitoria. Se dejó vacío su asiento en el estadio de Mendizorroza y se colocó una rosa en el mismo. Se guardó un minuto de silencio, que un grupo de espectadores intentó reventar, pero el estadio lo acalló a fuerza de ovaciones. Su hijo, Carlos Buesa, acudió al partido en recuerdo de su padre, que siempre estuvo al lado del Alavés». El choque terminó con victoria alavesista por 2-0, con goles de Magno, en el 81 y de Bejbl, en propia meta, en el 85. Al término del encuentro, el presidente Gonzalo Antón se mostró feliz por la victoria albiazul, pero sobre todo quiso dedicar un recuerdo especial a los dos asesinados, explicando a EL CORREO que Fernando y Jorge habían «empujado desde el cielo en el segundo gol».

De hecho, las diferentes ramas de la familia Buesa, que ha estado presente en todos los ámbitos de la vida social, empresarial, política y cultural vitoriana a lo largo de los últimos siglos, venían 'empujando' al Alavés desde la misma formación del club. Ya en la primera Junta alavesista, constituida en 1921, estaban Andrés Buesa Buesa y Félix Lorente Buesa, procedentes del Sport Friend's Club. Andrés arbitró muchos de los partidos del primer Alavés y, a pesar de ser aficionado, lo hacía tan bien que la prensa ironizó con la posibilidad de que fuera «seleccionado como árbitro internacional». En 1925 se incorporó a la Directiva Gabriel Buesa Buesa y, entre los pioneros futbolistas babazorros, cabe citar a Luis Apraiz Buesa y a Félix y Santiago Lorente Buesa.

Además, Ricardo Buesa Martínez del Campo (casado con Antonia Buesa y padre de toda la rama con el apellido duplicado) fue concejal y alcalde de Vitoria en la etapa previa a la II República, en los años en que el Ayuntamiento comenzó a apoyar económicamente al club. Después de la Guerra Civil, Gabriel fue de nuevo vocal en 1948, pasando a ser vicepresidente al año siguiente. En 1950, Mariano Lorente Buesa se hizo cargo de la vicepresidencia, de nuevo con Gabriel como miembro de la Junta. Por último, Ricardo Buesa Peciña se integró como vocal en la Directiva en julio de 1959, permaneciendo en este cargo casi diez años y ocupando el de vicepresidente en 1968-1970.

Toda esta relación histórica culminó en el minuto de silencio de febrero de 2000. Puede decirse, además, que el deseo de Antón se cumplió no solo en el partido contra el Atlético sino a lo largo de todo el año. El Alavés acabó sexto e inició así una nueva etapa gloriosa, al lograr la clasificación para la Copa de la UEFA, que tantos éxitos traería la siguiente temporada.