El gol decano

Así sucedió, por ejemplo, el 2 de abril de 1955, justo antes de un choque contra el Málaga, que era clave para que el once babazorro lograra la permanencia en Primera División después de una temporada de constante agobio para salir de los puestos de descenso. El anuncio se refería a la marca de coñac Decano, propiedad de las bodegas gaditanas de Luis Caballero, famosas entre otras cosas por la bebida Ponche Caballero, «que se convirtió en marca líder en España y uno de los licores más vendidos de Europa».

La empresa tenía tras de sí una más que centenaria historia pues su origen se remontaba a 1830, cuando José Cabaleiro había fundado en Chipiona (Cádiz) su primera bodega, una derivación del negocio de madera de roble que su familia poseía en Galicia. En 1932, la firma se había trasladado a otra localidad gaditana, El Puerto de Santa María, y tenía una importante cuota de mercado en España e incluso en Gran Bretaña y Latinoamérica. En los años cincuenta emprendió una intensa actividad publicitaria con campañas llamativas como el sorteo de quince motos marca Vespa «a través de los tickets que gratuitamente les serán entregados en todos los establecimientos a razón de uno por cada copa o veinticinco por botella». Más tarde, esta promoción se amplió al sorteo de automóviles Renault y de carteras con 630.000 pesetas, una cantidad altísima para la época.

El anuncio en torno al partido en Mendizorroza se enmarcaba en este tipo de campañas, aunque de forma mucho más modesta. Además, esta vez el premio no iba dirigido a aquellas personas que previamente habían consumido el coñac, sino a un jugador albiazul, tal y como se explicaba en el texto: «La firma Luis Caballero S. A., de Puerto de Santa María, ofrece una botella de coñac Decano al jugador del Deportivo Alavés que marque el último gol de su equipo en el partido de mañana contra el Málaga». Hoy, cuando está prohibida la venta de bebidas alcohólicas en los recintos deportivos, sería impensable ese premio destinado a jugadores profesionales, pero en el fútbol de entonces había muchas cosas diferentes a las actuales.

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También llama la atención que se premiara no el primer gol, sino el último, aunque esto podía animar a los jugadores alavesistas a seguir luchando hasta el final por marcar un tanto. Claro que igualmente cabía la posibilidad de que el Alavés no lograra perforar la portería contraria, lo que no hubiera sido bueno ni para la publicidad de la empresa ni para los intereses del equipo. Por ello, el anuncio preveía esta contingencia añadiendo que esperaba que no se cumpliera: «Si no se marca ningún gol, cosa que no deseamos ni esperamos, esta botella será acumulada a la del próximo partido a jugar por nuestro mismo once en Mendizorroza».

El anuncio terminaba con un pronóstico favorable al cuadro local y con el eslogan de la marca que ya se había convertido en una frase hecha: «El Alavés ganará… bebamos coñac Decano. Caballeros, ¡qué coñac!». Finalmente, el once albiazul venció y un jugador babazorro ganó el premio prometido el día anterior. En efecto, el encuentro terminó con un claro 5-1 a favor de los alavesistas y el último gol lo marcó Echániz «rematando una pelota de cabeza, aprovechando un buen servicio que, también de cabeza, le había enviado Wilson». Junto a la crónica, apareció un suelto patrocinado por la casa Caballero subrayando que el interior izquierda Miguel Echániz había conseguido llevarse a casa el preciado premio.