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El Atlético de Madrid fue fundado en 1903 por un grupo de jóvenes vascos que estudiaba en la capital de España. Su denominación inicial, imitando a su homónimo bilbaíno, fue la de Athletic Club de Madrid y en sus inicios tuvo en sus filas un ... buen número de jugadores vascos. Entre ellos había algunos alaveses, como Ignacio Zabala o el futuro arquitecto municipal Miguel Mieg.
Una conexión especial fue la que se forjó con Luciano Urquijo Pangua, presidente colchonero entre 1926 y 1931. Aunque había nacido en Córdoba (Argentina), su apellido es originario del norte de Álava. Cuando el Deportivo Alavés se enfrentó por primera vez al Athletic de Madrid en el Stadium Metropolitano, el 12 de febrero de 1928, la prensa vitoriana destacó que Urquijo era «alavés de abolengo por estar emparentado con familias vitorianas y haber pasado en nuestra ciudad algunos veranos».
Después de pasar su niñez en Argentina, vivió en el País Vasco desde los quince años. Jugó a fútbol en la Real Sociedad de San Sebastián, aunque su carrera se vio truncada por una lesión de rodilla. Se trasladó más tarde a Madrid, donde se reconvirtió en jugador de hockey sobre hierba. En la temporada 1922-23 entró a formar parte de la directiva del Athletic de Madrid y en 1926 fue elegido presidente, cargo que ostentó hasta 1931. Al mismo tiempo estudió música para agradar a su madre y se graduó en 1928 como ingeniero de caminos.
Sus inicios como presidente fueron exitosos, pues logró un campeonato regional y la participación del Athletic en la Primera División desde la creación de la Liga en 1928-29. Sin embargo, en 1931 abandonó la presidencia después del descenso a Segunda y la acumulación de problemas económicos. Tenía fama, además, de llevar los asuntos de modo autoritario hasta el punto de que un diario alavés llegó a decir que «no se sabe si el equipo acolchonado de Madrid es el Athletic o el Luciano Urquijo F.C.». En cualquier caso, hoy es recordado como un presidente «revolucionario» que puso los cimientos de un Atlético moderno y ayudó a la creación de la Liga.
La prensa local comentaba cada estancia de Urquijo en la capital alavesa. Ya en el verano de 1922 asistió a una «fiesta aristocrática» organizada por el Vitoria Club, que incluía un baile que terminó a las cuatro y media de la madrugada. En agosto de 1930, el 'Heraldo Alavés' escribió: «Don Luciano Urquijo está entre nosotros hace días. Anoche le vimos de nuevo charlando con su colega en futbolismo don Amadeo García de Salazar (…). A este simpaticón de Urquijo nunca se le conoce en la cara si le salen bien o mal las cosas. Él por nada del mundo abandona su sonrisa. Esa sonrisa que por abolengo tiene mucho del clásico socarronismo de sus antecesores -probablemente algunos jebos de Llodio o Murga, o tal vez de Oquendo- y no poco de la castiza guasa madrileña».
Pocos días después, el mismo diario apuntaba que Urquijo había aprovechado su estancia en Vitoria para tratar de fichar a dos jugadores del Alavés: Ricardo Miranda 'Cachi' y Domingo Rey. Finalmente, solo este último recaló en el conjunto colchonero, aunque lo hizo la temporada siguiente. Las buenas relaciones facilitaron también otros traspasos en sentido contrario, como el de Sandalio Areta al Alavés en 1929. En 1928, algún periódico foráneo llegó a escribir que la sintonía entre Urquijo y el Alavés podía hacer que el once rojiblanco, que ya no tenía posibilidades de seguir adelante en la liguilla del Campeonato de España, ayudara a la clasificación del equipo albiazul, tal vez a cambio de alguna compensación.
Desde Vitoria se replicó que «por lo que respecta al Deportivo Alavés, podemos garantizar que no hay otro motivo para seguir la conducta que atribuyen al club de don Luciano Urquijo que las simpatías que han podido inspirarles los méritos en nuestro equipo». De hecho, el Alavés venció en los dos partidos al Athletic y se clasificó para la siguiente ronda de la Copa, pero por méritos propios.
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