La aventura de oír al Alavés en directo

¿Cómo se enteraban los aficionados de los resultados? Normalmente, desde el estadio donde se disputaba el choque una persona, a veces, el propio delegado, telefoneaba a la sede del Alavés según iba cambiando el marcador y allí se ponía el marcador en una pizarra. Si ese día se jugaba otro partido en Mendizorroza (por ejemplo, del equipo reserva), el cartelón con el tanteador actualizado lo portaba un empleado del club que daba una vuelta al campo mostrándolo al público, al igual qur en otros reeintos.

Tras el inicio de la radio, otra opción era intentar oír el partido en una emisora de otra ciudad que lo retransmitiera. Pero esto presentaba problemas. Por un lado, la radio era todavía un artículo de lujo y muy poca gente en Vitoria disponía de un aparato, por lo que había que hacerse invitar de alguien que lo tuviera. Por otro, la calidad de las emisiones era muy pobre, por lo que nadie aseguraba que se oyera bien.

Un artículo publicado en mayo de 1930 en 'Heraldo Alavés', firmado con el curioso seudónimo de 'Riki-Tiki-Tivi' (tomado, con varias erratas, de un libro del famoso novelista Rudyard Kipling), contaba cómo había ido a casa de un conocido a escuchar el F.C. Barcelona-Alavés de Copa en Las Corts del día 11. Para empezar, había tenido que explicar a sus demás amigos que él iba a oír el choque y ellos no, «dejando caer al mismo tiempo, un poco al desgaire, que sus amigos se van a fastidiar». Después, llegaron las dificultades técnicas, concretadas en los extraños sonidos que salían de la radio: «Uno está sentado con cara poco sugeridora, mirando al aparato. Y se comienzan a oír espantosas detonaciones, lo que hace pensar que se acaban de captar las fiestas de Valencia con sus clásicas tracas o las lejanas de Vitoria, por La Blanca, al terminar la sesión de fuegos artificiales. Después, se escucha armoniosamente ese maullido especial que emiten casi todos los gatos cuando un malvado les pisa despiadadamente la cola».

De repente, la cosa se animó un poco, pues al menos los que estaban reunidos con el colaborador del diario vitoriano lograron escuchar el nombre de algunos de los futbolistas blaugranas y albiazules que jugaban: «¡Han dicho 'balón', grita alborozado, de pronto, el dueño del aparato. Todos nos lanzamos como locos, pretendiendo captar entre los silbidos y los tiros que emite la radio, alguna palabra. Aunque no sea más que una sola… -Samitier… -radia el chisme y todos nos felicitamos estrechándonos las manos y con los ojos llorosos. ¡Ha dicho Samitier! -comentamos con entusiasmo. -Ibarrarán -musita una voz cavernosa que viene de la lejanía- se hace con el balón y… chissss, gilu… gilugilugilu… promm… -va fuera… gilugilugilu…».

Al final, el grupo de radioyentes no tuvo más remedio que acercarse al bar que hacía de sede del Alavés para ver el resultado en la pizarra. Eso sí, después del esfuerzo, había que disimular y hacer creer a los amigos que oír el partido en la radio había sido una experiencia inmemorable: «Nos marchamos disparados al Gau-Txori y vemos en la pizarra el resultado. Luego, arrellanados en el diván, mientras se ingurgita una cerveza, uno comenta: -Hemos oído muy bien el partido. Se siente una emoción…». Por cierto, en este caso no hubo buenas noticias, pues el Alavés perdió 4-1 y fue eliminado de la Copa.