Mbappé, expulsado por una entrada durísima a Blanco. «Ha pedido perdón»

El francés perseguía el robo de balón tras una mala entrega de Tenaglia. El centrocampista albiazul reaccionaba rápido para controlar y pasar el balón atrás, cuando el astro francés, ha llegado tarde y ha clavado los tacos por encima del tobillo en la pierna del cordobés. Jordán ha sido el primero en darse cuenta de la dureza de la jugada y reclamar de forma ostensible la tarjeta roja. La revisión ha sido televisada en los videomarcadores y la afición albiazul se ha sumado a los pitos al delantero galo, despedido con júbilo de camino a los vestuarios.

El francés también ha sido protagonista de una fricción con Mouriño, esta vez sin el balón en juego, pero que los colegiados no consideraron punible. Aunque desde el Real Madrid se quejan de que su jugador ha sufrido «pequeñas faltas» que le han sacado del partido. «No es violento, ha pedido perdón, es consciente del error. Es una entrada de roja, clara, y ha pagado las consecuencias. Las muchas pequeñas faltas que le han hecho creo que le han hecho reaccionar de esta forma. No le justifico, pero ha pasado así», ha explicado Davide Ancelotti en rueda de prensa.

Antes, en el minuto 19, el VAR ha anulado un gol cuando el conjunto de Carlo Ancelotti adelantaba en el marcador. Raúl Asencio, pitado por Mendizorroza, celebraba con vehemencia su tanto en la esquina de los seguidores blancos mientras la afición albiazul reclamaba una clara falta sobre Owono.

La acción partió de un córner desde el lado izquierdo botado por Rodrygo. El centro, cerrado al segundo palo, provocó que el guardameta ecuatoguineano tratara de atrapar el balón, hasta que Rüdiger, ya sin intención de buscar el remate, cargaba contra el portero, derribándolo al suelo. El esférico superó ese foco de la jugada y llegó a la pugna entre Asencio y Tenaglia. Ambos, agarrándose, el madridista lograba enviar el balón dirección a la portería, y ya superada la línea de gol, el propio Rüdiger se encargó de que tocara la red.

Con más rapidez que en otras ocasiones, el videoarbitraje intervino y anuló el gol. El Real Madrid está logrando generar peligro en las escasas ocasiones en las que ha merodeado el área albiazul. En el minuto 8, un envío largo sobre Arda Güler, provocó las dudas en la salida de Owono, que derribó al turco sin tocar el balón. El VAR obligó a detener el juego por lo que parecía un penalti a favor de los blancos, pero el colegiado finalmente indicó que había fuera de juego en la acción.

La exquisitez de Camavinga resolvió un encuentro tan difícil de jugar que el gol cayó en el olvido de los análisis posteriores. La temprana expulsión de Mbappé, tan justa como innecesaria, obligó al Real Madrid a recular aún más para defenderse del bravo inicio albiazul. Era desconcertante. El Alavés encantaba a Mendizorroza. Dominaba el juego, la posesión, cambiaba el balón constantemente de lado, favorecido por la indolencia de los delanteros oponentes, nada dispuestos a presionar. El único resquicio de equipo grande de los blancos en el primer cuarto de hora era insistir en sacar de puerta en corto. Algo que tampoco les ayudaba a salir de su campo.

Los albiazules sí que mordían en la presión, bien adelantada, con Antonio Blanco y Jordán controlando la circulación en el centro del campo a Valverde y Tchouaméni, que acabó siendo el mejor titular del cuadro de Ancelotti. El cambio de tercio llegó cuando Rodrygo recibió el balón. El brasileño comenzó a regatear y dejar atrás rivales albiazules. Con cada defensa caído se fueron las virtudes del conjunto de Coudet, liviano para aguantar la carga de la infantería blanca. También manso, falto de malicia y de pegada cuando se arrimó al área de Courtois, que tuvo tiempo para dedicarse a la discusión con los dos fondos de Mendizorroza.

El templo albiazul se vistió de gala para acoger uno de esos partidos en los que los vendedores ambulantes sacan una bufanda especial y que a los seguidores infrecuentes les parece fotografiable hasta un autobús. Se vieron pancartas trabajadas en las que se cree en la remontada del Madrid en Champions y se enseñaba una camiseta del Arsenal con el dorsal 41 a la espalda, el de Declan Rice. En esa maraña de actitudes paradójicas hay que sumarle la primera vez de Mbappé en Vitoria. Desquiciado en apenas 38 minutos por Abqar, con la mano encima cada vez que se movía, para asestarle un durísimo golpe a Antonio Blanco en el único momento en el que presionó con ganas. «Entrar con el pie en forma de plancha a la altura de la espinilla de un contrario, en la disputa del balón, usando fuerza excesiva», describió el acta.

El júbilo se apoderó del alavesismo, espoleado por Carlos Vicente al inicio de ambas partes. El extremo generó córners celebrados al más puro estilo inglés. Un vigor que fue disminuyendo minuto a minuto en la segunda parte por la falta de finura en el campo rival. Como la que tuvo Manu Sánchez para recuperar el balón en un intento de contra de Vinicius. El corte acabó como ven en la imagen, un caramelo para el VAR. Los últimos 20 minutos solo sirvieron para el desconcierto. Con jugadas de ataque albiazul entre Benavídez y Diarra, Toni Martínez en banda y sin efectivos ni resuello para cargar el área. Tan falto de corriente como el guion del duelo.