Javi Calleja ya lo tenía claro cuando dijo que el Deportivo Alavés buscaba refuerzos para su delantera. Que Lucas Pérez no apareciera en el partido ante el Real Madrid «por decisión técnica» no sonó demasiado convincente. Algo pasaba con el delantero gallego. Seguía pasando, porque ... la grieta que había abierto con el club desde el último mercado invernal nunca llegó a cerrarse, aunque participara con normalidad en una pretemporada que selló como máximo goleador albiazul. Cuatro días después de esa 'decisión técnica', el ariete coruñés ya no es jugador del equipo vitoriano. Punto final a dos temporadas de tormentosa relación. De amor-odio. En ese orden. Unos ocho meses de buena sintonía y notable rendimiento y 16 de discrepancias que llevaron a la entidad al hartazgo.
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El Alavés y el delantero gallego han llegado a un acuerdo para su desvinculación un año antes de lo que marcaba su contrato, que, además, incluía una cláusula de renovación por partidos. El jugador quería abandonar el equipo y el club quería que se fuera, consciente de que su indudable calidad futbolística no compensaba una actitud negativa en el día a día que, además de mermar su rendimiento individual, influía de manera nociva en el colectivo. Todos contentos.
«Desde el Deportivo Alavés agradecemos a Lucas su compromiso e implicación para lograr los objetivos marcados por el equipo y le deseamos la mejor de las suertes en su futuro», rezaba la escueta nota que la entidad publicó a modo de despedida. El trámite de la cordialidad. Una rescisión que no deja réditos económicos en las arcas del club, pero que tampoco le cuesta dinero, que no es poco, ya que el jugador aún reclamaba una indemnización.
El Alavés se libera de una de sus fichas más elevadas y aligera masa salarial para poder inscribir nuevos refuerzos, como el central del Chelsea Matt Miazga, que, cedido, completaría la defensa vitoriana. Y Lucas es libre para negociar con cualquier otro equipo. Ha sido tentado por el fútbol turco, pero prefiere seguir en la Liga española. Interesaba al Rayo, pero su cartel de gratis le convierte en una pieza apetecible en el mercado nacional.
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Aunque solo haya marcado cuatro goles desde marzo de 2020, tres de ellos desde el punto de penalti. Se va con 15 en los 62 partidos ligueros que ha disputado con la elástica albiazul. De más a menos. De mucho a poco, pasando por tramos de nada. Porque la suya en Vitoria ha sido la historia de un desencuentro que se ha contado por capítulos. La crónica de una relación que se empezó a torcer tras el parón de la pandemia y se quebró del todo en el último mercado invernal, cuando forzó la situación para tratar de salir del Alavés.
Entonces las posiciones se enquistaron. Incluso llegaron a saltar chispas y reproches en alguna conversación directa entre el jugador y las más altas instancias del club. De aquellos barros, los posteriores lodos que le salpicaron la pasada temporada. Primero desapareció de las alineaciones y de algunas convocatorias. «En el Alavés mi idea es el valor, el coraje, el compromiso, es darlo todo por este club. Y quien no quiere darlo no merece entrar en este equipo», explicó en su momento Abelardo, que tras su último partido en el banquillo vitoriano llegó a acusar a Lucas de «faltar el respeto» a él «y a los compañeros».
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Demoledor el 'Pitu'. Por la crudeza de sus palabras y por lo poco habitual de un mensaje de semejante calado. Una herida difícil de cerrar que Calleja trató de suturar a su llegada. El gallego volvió a participar con regularidad en el tramo final de la pasada temporada y en los amistosos estivales, incluidos tres goles, pero poco o nada había cambiado. El delantero seguía manteniendo su deseo de marcharse y el club solo esperaba el momento de encontrar la fórmula adecuada para quitarse un problema de encima.
Ahora, además de un defensa (Miazga) y un centrocampista (puede ser Siliki, del Rennes), también busca un delantero que complemente a Joselu, Guidetti y Taichi Hara. Y muy pendiente del ariete de Silleda, que, según sus propias declaraciones, no ha renunciado aún al tren del Sevilla, aunque la oferta hispalense esté muy lejos de los 15 millones de euros que pide el Alavés. Su compromiso en el terreno de juego, eso sí, quedó fuera de toda duda ante el Real Madrid.
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