![Aquel loco milagro del Alavés en Jaén](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/06/alaves-jaen-gif.gif)
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«El Glorioso nunca se rinde. Nunca es nunca. Literal». Así arrancaba la crónica de ELCORREO de aquel Jaén-Alavés que viajó directo al centro de la historia albiazul. No había otra manera de describir lo que acababa de pasar sobre el césped de la ... Nueva Victoria. Porque la memoria alavesista pasa recurrentemente por las finales del Westfalenstadion y el Calderón, pero nunca puede evitar detenerse en el gol de Toni Moral, el de Villalibre... Y, obviamente, en el de Guzmán Casaseca, la rúbrica de un esquizofrénico final de partido que salvó al equipo vitoriano de volver al pozo de la Segunda B.
Fue el día en el que la palabra agonía se quedó corta. El Alavés estuvo salvado solo tres minutos en los últimos cuatro meses de competición. El día de los cuatro goles en nueve minutos. Locura total. Cuando Borja Viguera le dijo al árbitro «que dejara jugar hasta que alguno metiese» porque el empate no le servía a nadie. Cuando Juanma Gómez puso la necesaria dosis de cordura en un océano de nervios. Cuando la pierna de Jiri Jarosik creció los centímetros justos para rescatar el balón que acabaría besando la red jienense en el 93. El sábado 7 de junio se cumplen diez años de aquel bendito caos.
«Yo tuve la suerte de estar ahí, pero el que lo cambió todo fue Juanma. Yo puse el gol, pero el que montó el circo fue él»
«Yo estaba muy tranquilo. Quizás por la experiencia de haber vivido otras últimas jornadas con cosas en juego. Y me salieron bien las cosas en el rato que estuve»
«Es uno de esos partido que te marcan la carrera. A saber qué habría pasado si no entra ese gol»
«Lo habré visto más de cien veces», reconoce Guzmán. El extremo derecho pacense tiene tres ascensos en su currículum (a Segunda con Córdoba y Alavés; a Primera con Las Palmas), pero aquel día en Jaén es «posiblemente el recuerdo más bonito de mi carrera». Porque, «como me decía Gerardo (Izaguirre, el preparador físico), aquello fue más que un ascenso». El germen de lo que ha sido el club albiazul en la última década. «Cambiamos la historia porque otro descenso a Segunda B habría sido terrorífico», apunta Guzmán.
Encantado de que «la gente del Alavés se siga acordando» de él. Pero prefiere quitarse la capa de héroe. «Yo tuve la suerte de estar ahí y marcar el gol, pero el que lo cambió todo fue Juanma. Si no sale en la segunda parte, no nos salvamos. Nos dio el poso que necesitábamos», reflexiona el autor del tanto de la salvación. E insiste: «Yo puse el gol, pero el que montó el circo fue él».
Juanma Gómez recoge el guante con modestia. «En los minutos que estuve me salieron las cosas bien», dice como quien no quiere la cosa. La realidad es que participó en los tres goles babazorros. Saltó al césped en el minuto 81, con 1-0 en el marcador. En el 84 estableció el empate tras recoger en el área un centro de Raúl García y recortar con calma al defensor. En el 86 puso el balón a Quiroga que el propio delantero argentino convirtió en el 1-2 tras un error del zaguero. «Todos esperaban el balón por pase, porque Mauro era muy alto, pero decidí ponerla rasa y el defensa falló», evoca el extremeño.
En el 93 es quien arranca la jugada definitiva. Con toda la serenidad del mundo. «Era la última del partido y la íbamos a colgar al área, pero entonces expulsaron a alguien en el banquillo del Jaén y en medio del lío ellos se quedaron sin barrera. Entonces le digo a Óscar (Rubio) que me la dé en corto, avanzo y tiro. Y en el rechace apareció la pierna de Jarosik y la cabecita de Guzmán. El destino», explica. En definitiva, «me salieron bien las cosas en el rato que estuve», repite.
En aquel caos «sin tácticas ni sistemas de juego» Juanma fue la luz. «Salí con muchas ganas, pero tranquilo». El poso de la experiencia que le daba haber vivido últimas jornadas decisivas con el Levante o el Betis. De ahí a la locura. «Aquel fue el mejor viaje de vuelta de toda mi carrera. Hubo cante, baile, de todo». Hasta cortes de pelo. Cosas de vestuario. Apuestas y promesas de obligado cumplimiento en caso de salvación. A las tijeras, aunque fuera con maquinilla, Manu García y Emilio Sánchez. Sus 'clientes', Ion Vélez y Sergio Tejera: cresta para el delantero navarro, rapado para el centrocampista catalán.
Doce horas de viaje que desembocaron en Vitoria sobre las seis de la mañana. «Y alguno todavía tenía cuerda para seguir por ahí», recuerda Juanma, que aún revive aquellas anécdotas en el grupo de whatsapp que mantiene con compañeros como Ion (Vélez), Jago (Beobide), Einar (Galilea), Goitia, Luismi, el propio Guzmán... Y el capitán (Manu García), claro, que es el encargado de recordarles cada año aquella efeméride.
En el autobús, como en el terreno de juego, Juanma se acercó a Óscar Rubio. «Me decía que menuda asistencia me había dado en el último gol», cuenta entre risas el centrocampista. «Me la pidió, se la di y la calidad de Juanma hizo el resto, porque por el camino se regateó a uno», cuenta el lateral. «Fue espectacular, liberamos todas las emociones porque semanas atrás nos daban todos por muertos», precisa. «Uno de esos partidos que marca una carrera», concluye Rubio. A nivel individual y colectivo. «Porque a saber qué habría pasado si no entra ese gol» inolvidable para todo el alavesismo. Lo que vino en la década siguiente fueron dos ascensos a Primera, siete años en la elite, una final de Copa...
La victoria (51 puntos) concedía al Alavés la permanencia en el 88,9% de las combinaciones posibles. Tenía que mirar a los partidos de Girona (48), Real Madrid B (49), Mallorca (50) y Mirandés (50). Perdieron el filial blanco y el conjunto rojillo.
Iván Crespo; Óscar Rubio, Samuel, Jarosik, Raúl García; Beobide, Manu García (m. 81, Juanma); Guzmán, Sergio Tejera (m. 55, Ion Vélez), Stevanovic (m. 61, Quiroga) y Viguera. En el banquillo, con Alberto, se quedaron Goitia, Jaume, Unai Medina y Mora.
Después de una primera mitad igualada, el Alavés había perdido el norte al inicio de la segunda hasta que Jona castigó esa endeblez con el tanto local. Otro partido. Con un Jaén que se veía salvado y una escuadra albiazul que parecía noqueada.
La salida la campo de Juanma resultó decisiva, ya que participó en los tres tantos albiazules. El primero, el del empate, bien definido tras un centro de Raúl García desde la banda izquierda. Un halo de esperanza para el conjunto babazorro.
El Alavés celebró dos permanencias en Jaén. La primera –después de coger el balón de la red, llevarlo rápido al centro del campo y salir en tromba a por el rival– llegó cuando el argentino Quiroga cazó un balón en un barullo en el área. Locura albiazul.
Cuando la afición del Jaén abandonaba en masa el estadio surgió un inexplicable boquete defensivo donde Machado cabeceó solo para establecer de nuevo la esquizofrenia del empate que a ninguno servía. Parecía que se escapaba después de tenerlo hecho.
Un gol para la historia grabado a fuego en la memoria del alavesismo: otro barullo tras un tiro de Juanma, Quiroga toca de cabeza, Jarosik estira la pierna para devolver el cuero al área pequeña y Guzmán cabecea a la red. Locura elevada al infinito.
Esta alucinante historia se vivió en Jaén, pero solo los resultados ajenos permitieron al Alavés cuadrar la ecuación de la permanencia. En los últimos cuatro meses de competición solo estuvo salvado durante tres minutos, del 86 al 88 y del 93 al 94 (el último).
El Alavés ascendió dos años después de aquella heroica permanencia y estuvo seis temporadas en la elite del fútbol español. Siete en la siguiente década, lo que refleja la importancia que tuvo para el club aquella locura de la Nueva Victoria.
Aquel equipo que obró el milagro de Jaén aún sigue coleando en el mundo del fútbol. Desde el guardameta Iván Crespo, que a sus 39 años se acaba de comprometer con la Gimnástica tras un año en blanco después de ascender con el Sestao; hasta el centrocampista Sergio Tejera, que con 34 jugará la Champions con el Apoel Nicosia chipriota, que lo ha reclutado del Anorthosis. Dos casos peculiares en un grupo que todavía tiene varios supervivientes del balón.
Óscar Rubio (40 años) juega en el Lleida y quiere seguir; Jagoba Beobide (36) lo hace en el Real Unión y Unai Medina (34) disputa el play off de ascenso a Segunda con el Ibiza. El argentino Mauro Quiroga (34) merodea las áreas de la segunda chilena con el Deportes Antofagasta y Stevanovic (33) ha dado seis asistencias en el Servette. Daniel García, Toti (36), que pasó seis años en el fútbol tailandés después de jugar en el Alavés, acaba de colgar las botas en el Guijuelo
Otros siguen vinculados al fútbol desde los banquillos. Como Jiri Jarosik, que el curso pasado entrenó al Orenburg ruso, o Juanma, que ha dirigido a El Palo malagueño. Borja Viguera trabaja con las promesas vascas en la selección de Euskadi sub'16 y Samuel Llorca dirige la escuela de fútbol RS5 Soccer. Además, Guzmán, el héroe de Jaén, pasó a formar parte de la directiva del Badajoz tras colgar las botas en 2019 en el equipo pacense, donde ahora trabaja con la cantera.
Por el camino se han ido quedando carreras exitosas como la de Manu García , que firmó una trayectoria de leyenda en nueve temporadas en el Alavés, que incluye dos ascensos y una final de Copa. El gran capitán albiazul dejó de jugar el año pasado en las filas del Mirandés. Raúl García Carnero colgó las botas en el Deportivo (2023), Ion Vélez en el Peña Sport (2019), Emilio Sánchez en Chipre (2017)... Jaume se retiró en el Reus 2015 por una anomalía cardíaca. Y Alberto López, el entrenador, solo tuvo otra experiencia en categoría profesional, el banquillo del Valladolid en la temporada 2015-16.
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