Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Nada explica mejor la importancia de la psicología en el fútbol que el rendimiento de Laguardia contra el Atlético de Madrid. És el ejemplo más claro de que una jugada puede cambiarlo todo. Hasta el minuto 4 del encuentro contra los colchoneros, la temporada del ... central estaba sumida en las sombras. Apenas quedaban restos de ese defensa poderoso, dominante en todas las facetas y clave en los éxitos del Deportivo Alavés durante buena parte de la última década. Laguardia era un futbolista que había perdido la garra, su bien más preciado. Hasta que remató solo, sin oposición ni siquiera mientras armaba el cabezazo, un córner botado por Duarte. Su gol, el primero del aragonés en cerca de dos años, lo cambió todo. El tanto transportó a Laguardia a otra dimensión. Lo introdujo en su particular Delorean, que devolvió al central feroz y poderoso por el que Mendizorroza suspiraba.
Se divirtió sobre el césped. El partido giró rápido hacia su escenario ideal. Laguardia es un central clásico, de los que disfrutan más en las tareas de corte, duelos y disputas que a la hora de generar juego con los pies. La entidad del rival ya sugería un guion de esas características, pero el tanto inicial aceleró el planteamiento. Al Alavés le tocó defender durante casi todo el partido y no se asomó al 30% de posesión. Se planteó un escenario óptimo para defensas tradicionales y no para los de perfil moderno. Un encuentro ideal para Víctor Laguardia.
Alavés 1 - Atlético de Madrid 0
Secó a Luis Suárez. El uruguayo dejó de ser hace tiempo un jugador protagonista en la circulación de su equipo, pero sobre el césped vitoriano tampoco mostró trazas de ese colmillo que le permite castigar al rival sin apenas tocar la pelota. Laguardia fue su sombra. Si le tocaba salir del área para vigilar a Suárez, lo hacía. Y, de vuelta a sus dominios, le susurraba al oído que la guerra iba a ser suya. Así fue una y otra vez. Ganó las disputas y supo anticiparse bien por bajo. Estuvo siempre donde tenía que estar, en una clase magistral de colocación defensiva. Solo así pudo sacar bajo palos un cabezazo de Felipe que amenazaba con neutralizar la ventaja que él mismo había logrado con su testa. Ocupó cada centímetro del césped. Se ganó la efusiva felicitación del técnico, Javi Calleja, tras el encuentro. «Ha estado inconmensurable. No solo en lo futbolístico sino en lo que transmite a la hora de saber lo que es este club, liderar y empujar a todo el mundo o motivar a un compañero para que no se venga abajo. Es un ejemplo entrenando como persona y como jugador. Hoy ha dado toda una lección en el campo», aseguró.
Laguardia encontró el vergel tras una larga travesía por el desierto. Su tránsito por la pesada arena ha sido largo. Lleno de tropiezos, caminos equivocados y sufrimiento. No estaba en su mejor momento y se le notaba. Había dejado de contagiar ese carácter que desprendía desde su aterrizaje en Vitoria hace siete años, en 2014. Los fallos, sumados al errático rumbo del equipo, le martirizaban. No era sencillo explicar si su declive era natural, fruto de la edad -cumple 32 años en noviembre- o si el nuevo camino que tomaba el fútbol no se ajustaba de forma tan precisa a sus virtudes. Tampoco se vislumbraba una forma clara de frenar la hemorragia.
Su evolución física a corto y largo plazo es impredecible, pero lo cierto es que el 'nuevo fútbol' que poco a poco se ha hecho un hueco en el panorama mundial no ha jugado a su favor. «Hoy en día se está perdiendo cada vez más la figura de central contundente y ahora tiene que tener buena salida de balón, calidad… El fútbol te está llevando a eso», reconocía en una entrevista con EL CORREO durante la pretemporada. Laguardia no destaca por su salida de balón. Es un futbolista solvente en los envíos largos, pero no una pieza que brille en el juego de pies. De la misma forma, también se siente más cómodo en la defensa del área que en los momentos de mantener la línea elevada, incluso cerca del centro del campo.
Su adaptación a estas nuevas variantes del fútbol marcarán el desarrollo de su temporada. El encuentro ante el Atlético, por el rival y su desarrollo, no es la muestra más fidedigna del juego que busca el Alavés. Tampoco puede ser sostenible durante toda la temporada. Pero Calleja sí que necesitará la mejor versión de sus piezas defensivas para terminar de corregir la zozobra inicial. Contra el Atlético, el equipo mantuvo la portería a cero por primera vez en la temporada. Y fue el rendimiento de Laguardia el que explica en gran medida ese hecho. Una dosis de vitaminas colectiva pero también individual en la búsqueda de recuperar la mejor versión de ambos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.