Deportivo Alavés
Laguardia: «El fútbol ya no me iba a dar nada más grande que lo que viví en el ascenso»Deportivo Alavés
Laguardia: «El fútbol ya no me iba a dar nada más grande que lo que viví en el ascenso»A Víctor Laguardia Cisneros (Zaragoza, 1989) aún le suena raro lo de ser exfutbolista, pero con solo 33 años su rodilla le dijo basta. Ahora es la leyenda que consiguió dos ascensos a Primera con el Deportivo Alavés. Entre otras cosas. Porque sigue viviendo en ... color albiazul como adjunto a la secretaría técnica y encargado de relaciones institucionales. Algo así como un «embajador del club» vitoriano. «Y realmente me gusta porque me siento muy identificado», subraya.
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– ¿Cómo le suena lo de exfutbolista?
– Suena mal todavía, sigo sin acostumbrarme, pero es una realidad y estoy bien. Adaptándome al cambio, que es grande, llevo desde los cinco años jugando al fútbol y firmé mi primer contrato profesional con el Zaragoza con 18. Pero todo tiene un principio y, por desgracia, un final.
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– ¿Qué es lo que más echa de menos?
– Te diría el día a día en el vestuario, pero no he perdido esa relación, que es lo que quería. No es la misma relación, vas perdiendo algo de complicidad, pero sigo teniendo ese vínculo con todos mis compañeros. Eso no lo quería perder. Lo que más echo de menos es competir.
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– ¿Sigue entrenando?
– Cuando acabé estuve casi tres meses sin tocar una pesa ni una bicicleta, necesitaba ese tiempo para desconectar, pero hace un mes ya retomé el gimnasio.
– ¿Y qué hace ahora que antes no podía?
– Sobre todo, la libertad. Durante toda mi carrera he llevado una guía bastante estricta en cuanto alimentación y descanso, que es algo muy importante para el jugador. Ahora tengo esa libertad de no medir lo que como o tomar una cocacola. Juegas el domingo a las cinco y el sábado a la noche me estoy tomando una pizza con dos amigos. He soltado como trescientos kilos de lastre en ese sentido.
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– Decía en una entrevista en Relevo que la rodilla ya no le permitía competir al máximo nivel.
– Es una realidad. Si no hubiera tenido los dolores que tenía en la rodilla, por supuesto que no me habría retirado. Se juntaron muchas cosas. Muchas emocionales, pero la rodilla es el factor número uno para tomar la decisión.
– No se veía en Primera División.
– Ni en Segunda ni en Primera RFEF. Primera División es una vuelta de tuerca a todos los niveles, pero otras categorías también te exigen un cien por cien que yo ya no podía dar. Era la decisión más responsable.
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– ¿Ha jugado muchos partidos con dolor?
– Muchísimos. Pero muchos jugadores. Te diría que el 95%, por no decir el cien. El fútbol te lleva al límite y ese límite tiene peajes. Después está el nivel de tolerancia de cada uno. A mí me dolía mucho más en los entrenamientos que en los partidos, creo que compitiendo la adrenalina y la concentración palian un poco el dolor.
– Le dirán que 33 años es joven para retirarse, pero si se ficha a un jugador de esa edad dicen que es mayor.
– (Ríe) Sí, eso es el fútbol. Los avances a nivel médico, de prevención y, sobre todo, la nutrición hacen que se alarguen las carreras. En mi caso tuve tres ligamentos cruzados y eso ha hecho que tenga que decir basta. Con todo lo que he pasado en mi carrera, sobre todo a nivel de rodilla, me merecía decidir yo cuándo terminar, no que el fútbol decidiera por mí.
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– ¿Y cuándo es el 'click' definitivo de la decisión?
– El 'click' es el ascenso, la celebración en la Virgen Blanca. Es algo que venía valorando a nivel de rendimiento en el campo y se termina de decidir en ese momento, que a nivel emocional, después de lo que había pasado hace un año, era un sueño para mí. No sé qué me iba a deparar el fútbol más allá, me quedaba un año de contrato, pero no creo que me fuera a dar ya algo más grande de lo que viví entonces.
– ¿Más especial este segundo ascenso que el primero?
– Los dos son muy especiales, pero en éste veníamos de un trastorno muy grande a nivel psicológico y deportivo como fue el descenso. Fue un palo muy duro, el mayor de mi carrera, mucho más grande que las lesiones. Y el ascenso un año después en el mismo campo... Se unió todo para que fuera muy especial. Fue increíble, es algo que club, jugadores y aficionados recordaremos para siempre.
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– Si no hubiera subido el Alavés, ¿Víctor Laguardia seguiría jugando?
– No lo sé seguro, pero yo creo que sí, que en Segunda habría continuado. Por intentar otra vez dejar al Alavés en Primera, que era mi objetivo número uno.
– O sea que su destino estaba en que un árbitro tuviera el valor de pitar un penalti en el descuento de la prórroga, que Villalibre lo metiera...
– Yo creo mucho en el destino. Se juntó todo, porque el Levante entra tercero porque le mete un gol al Oviedo en el descuento en la última jornada, eso cambia el orden del play off... Estaba escrito y también lo quise entender así. Por esto tomé esta decisión, creo que el fútbol, o la vida, me dijo que ese era el momento para tomar una decisión tan dura para un jugador.
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– ¿Esperaba jugar más el año pasado?
– Cuando firmo sí, claro. Según transcurre la temporada, con los partidos tan buenos que hacen Abqar, Sedlar y Maras hasta la lesión, es ley de vida. Tuve mi oportunidad contra el Levante en 'Mendi' y soy honesto, no me salió bien. Lo del destino: si hubiera hecho un buen partido habría tenido continuidad. Luego me costó ganarme un sitio porque las actuaciones de los centrales eran de un nivel muy alto.
– Le pasaron factura esos meses sin equipo.
– Sí. Hice lo máximo que pude a nivel de gimnasio y trabajo físico, pero lo que te da entrenar con un equipo no te lo da un preparador físico en el parque, que es lo que hacía yo. Me busqué la vida para encontrar un equipo que me permitiera entrenar con ellos, en Primera o Segunda RFEF, pero todo lo que había por el País Vasco era hierba artificial y para mí rodilla era más perjudicial. Pero hice todo lo que pude, no me quedé en el sofá viendo la tele. Y obviamente no iba a ser el mismo de hace cuatro años, pero creo que di la cara, no era un trapo roto.
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– Si echa la vista atrás tiene 179 partidos en Primera, dos ascensos, jugó un Mundial sub'20...
– Mi carrera ha sido un sueño. Porque desde pequeño nunca fui el destacado, en la cantera del Zaragoza había jugadores con mejores condiciones, pero mi constancia y madurez para afrontar las situaciones que te da el fútbol, tanto dentro como fuera, han hecho que me ganara un hueco, sobre todo a nivel de confianza de los entrenadores. Luis Milla me llamó para el Mundial sub'20 cuando la mayoría de los compañeros ya competía en Primera y yo estaba en el Zaragoza B en Tercera. Estoy muy orgulloso de mi carrera, no puedo poner ni un pero.
– La espinita, no poder jugar la final de Copa con el Alavés.
– Eso es verdad. El año pasado, cuando casi eliminamos al Sevilla, que nos metía en cuartos, tenía esa ilusión aunque estuviéramos en Segunda.
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– ¿Ha sido muy diferente el fútbol profesional al que imaginaba el Víctor adolescente?
– Sí, idealizas una cosa que no tiene nada que ver. Me ha pasado en Zaragoza, yo era ultrafan del Real Zaragoza, de llorar cuando se perdían partidos, y después en La Romareda, si caben 34.000 personas, me pitaron 28.000. La realidad del fútbol es otra de lo que tú idealizas. Para llegar arriba es una selva y tienes que ir superando dificultades y muchas trampas. La madurez en la toma de decisiones es más importante que las cualidades físicas o técnicas. La cabeza ha lastrado a muchos jugadores, por no tener esa paciencia, ese saber estar en situaciones no tan favorables.
– ¿Ha cambiado mucho el fútbol en estos quince años?
– Mucho. El fútbol es el fiel reflejo de lo que vivimos en la sociedad hoy en día a nivel de chavales jóvenes. Cuando yo entré en el Zaragoza en 2009 no había psicólogo, nutricionista, readaptador... Yo les digo a los chicos jóvenes que ojalá habría tenido yo esas posibilidades para trabajar y mejorar. Para ser auténticos animales, que el fútbol es muy físico. Tenemos aquí a Samu que es un animal y tiene 19 años.
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– ¿Y han cambiado mucho los futbolistas?
– También. Las redes sociales han cambiado todo. Demasiada exposición para mi gusto. Yo soy un antiguo y mucha gente no me entiende porque soy anti-redes, a veces pienso que igual el problema lo tengo yo. Antes se daba más naturalidad a las cosas. Hoy en día voy a comer un asado y alguien me hace una foto y ya se extiende. Antes había más privacidad, más relación entre familias de jugadores. Ahora cada uno va más a lo suyo. Haces una entrevista a un chico joven y te viene con jefe de prensa y responsable de márketing.
– No le gustará lo de las cámaras en el vestuario.
– No me gusta, pero ya lo dijo Unai Simón y la gente le contesta en que su sueldo se basa en cosas de esas. Lo entiendo y lo respeto. Si esto hubiera pasado cuando yo era aficionado del Zaragoza con diez años, lo habría rebobinado para verlo cien veces en bucle. Entiendo esa parte, pero también la nuestra, que es una situación privada que ya no lo es. Creo que todo tiene un límite.
– Lo que no imaginaba era tirar el chupinazo de Vitoria.
– No. Fue muy especial. No lo di yo, lo dio el Alavés. Se lo digo a mi hijo, es algo que no volveremos a vivir, un momento único.
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