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Rodrigo Ely pasó un mal sábado. Vómitos, diarreas... «No estaba muy bien y tenía la duda de si podía jugar o no», recuerda el central albiazul. «Estuve en casa del médico para medicarme». El domingo por la mañana, «mientras desayunaba», habló con Asier ... Garitano para decidir si estaba en condiciones de disputar el derbi. «Le dije que estaba bien, pero después se vio que estaba regular», reconoce con una sonrisa pícara. La sonrisa del desenlace feliz.
«Eso son las ganas de jugar y de ayudar al equipo», justifica. Aunque el malestar físico le pasó factura durante el partido. Sobre todo al inicio, cuando tuvo un par de errores que pudieron costar un disgusto. «Estaba haciendo un partido por debajo de mi nivel», admite el brasileño. Por eso rompió a llorar cuando, ya en el descuento, hizo el tanto que dio la victoria al Deportivo Alavés. «Marcar un gol al final, dar los tres puntos a tu equipo y dejar muy feliz a tu gente en un derbi es algo muy especial», subraya. «Lágrimas de emoción, de liberación».
decisión
Lágrimas que viajan también a la grave lesión de rodilla que la pasada temporada le apartó de la competición durante seis meses. «Es una situación complicada, pero me encuentro muy bien. Estoy pudiendo ayudar al equipo y me encuentro feliz de poder disfrutar del fútbol de nuevo. La lesión ya es pasado», asegura el defensa. Lágrimas que se esconden en la trastienda del fútbol, ese lugar donde nadie mira al jugador. Lo que no se ve del deporte de elite.
«Somos personas normales y tenemos problemas de personas normales. Problemas personales o físicos que influyen en el campo, está claro, pero es normal que el aficionado o el periodista valore solo lo que ve en el terreno de juego», reflexiona el brasileño, que ahora, después de todo, recuerda el gol ante el Athletic como «el momento más bonito de mi carrera». El estallido de Mendizorroza, las felicitaciones del vestuario. «El cariño de mis compañeros, el abrazo de todos, de toda la gente que trabaja en el club... Es algo muy bonito, muy especial. Los delanteros lo notan muchas veces, pero a nosotros no nos suele pasar», apunta el defensa.
No en vano, es un gol de oro en la lucha por la permanencia. Tres puntos de oxígeno puro. Y en un derbi que, tras cuatro temporadas en Vitoria, ya siente como propio. «Cuando estaba en un momento complicado, el Alavés me abrió las puertas. Me permitió volver a sentirme importante en un equipo y volver a disfrutar del fútbol, en el Milán estaba jugando muy poco. Ha sido y es muy importante en mi carrera y en mi vida. El club siempre me ha ayudado y la gente te trata muy bien en la ciudad. Solo puedo dar las gracias».
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