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Un viejo proverbio de la sabiduría popular africana define bien la historia reciente del segundo continente más poblado del mundo: «Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador». África apenas ha tenido voz propia en los ... últimos dos siglos. Ha vivido silenciada bajo la tiranía de estados que primero la dividieron como un pastel para luego marcharse de allí sin preocuparse por sus habitantes. Todavía lamiéndose las heridas, los africanos han encontrado en el fútbol una vía de escape para atenuar sus problemas y pregonar el orgullo por sus orígenes. Allí, en un pequeño rincón de poco más de un millón de habitantes, dos jóvenes canteranos del Deportivo Alavés quieren cambiar el guion y ser ellos los que escriban su historia y la de su país, Guinea Ecuatorial.
Jesús Owono (Bata, Guinea Ecuatorial, 20 años) y Álex Balboa (Vitoria, 21 años) tienen la mirada del que ha vivido mucho en muy poco tiempo. Ellos son dos jugadores, portero y centrocampista, que compiten en el filial albiazul de Tercera División. Prometedores canteranos que ya han entrenado alguna vez con el primer equipo y que alternan sus encuentros en el fútbol más modesto con otro fútbol también alejado de los luminosos focos. Porque ambos, pese a que acaban de aterrizar en la veintena, son ya internacionales absolutos con la selección de Guinea Ecuatorial. Con ella, pelean ahora por avanzar rondas en al clasificación para el Mundial del próximo año.
Jesús Owono
«Hola, soy el seleccionador de Guinea Ecuatorial. Estaba buscando la forma de contactar contigo y me gustaría que vinieras a la selección». Jesús Owono recuerda bien la llamada que cambió su vida. Apenas tenía diecisiete años y era todavía un juvenil. No esperaba que fuera a entrar, de pronto, en el escenario internacional. «Fue de sopetón. Me están vacilando. A la semana me llega la convocatoria y no me lo creía. Fue impactante», rememora en una conversación con EL CORREO. Junto a él, Álex Balboa narra su propia experiencia. «Durante la temporada pasada recibí la llamada pero, por tema de pasaportes, todavía no tenía la doble nacionalidad y no fui. Al empezar esta temporada el seleccionador me dijo que contaba conmigo, que estaba en la convocatoria», evoca. Owono debutó en marzo de 2019 y ya se asoma a la decena de internacionalidades; Balboa se estrenó más tarde, hace apenas dos meses.
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Ambos comparten una característica: su carrera siempre ha caminado muy lejos de Guinea Ecuatorial. Jesús sí que nació en Bata, la ciudad más poblada del país, y aterrizó en España con 8 años, pero Álex es vitoriano «de Txagorritxu», bromea. Sus padres llegaron a España desde su Guinea Ecuatorial natal. No es el primer futbolista de su familia. Su primo, Javier Balboa, fue campeón de Liga con el Real Madrid, jugó en el Benfica y también fue internacional absoluto con la 'Nzalang Nacional' -así se conoce a la selección, que significa 'trueno nacional' en idioma fang-. Su familia es solo uno de los muchos ejemplos de personas que dejaron Guinea Ecuatorial por España. El país, que fue una colonia hasta hace apenas medio siglo, logró la independencia en 1968.
Álex Balboa
La llamada internacional les ha permitido reencontrarse con sus raíces. «La selección me ha dado la posibilidad de volver a conectar con mi gente. Llevaba trece años sin ver a mi abuela y en la primera convocatoria tuve esa posibilidad», evoca Owono, que recuerda que, pese al paso de los años, «me dejabas en las calles y todavía sabía moverme». Para Balboa fue su primer contacto con la tierra de su sangre. Descubrió un pueblo cariñoso, volcado con ellos. «En la selección todos nos llamamos hermanos», apunta el centrocampista. «Es llegar allí y eres uno más», añade Owono. El combinado nacional es, en África, un motivo de orgullo y unidad para pueblos golpeados por demasiadas desgracias. «Jugar para la gente es la esencia del fútbol africano», ilustra el exfutbolista internacional y comunicador Alberto Edjogo-Owono en su libro sobre el fútbol del continente, 'Indomable'. Es uno de los muchos ecuatoguineanos de segunda generación implicados con la selección. Como lo son Juvenal -su hermano-, Juan Epitié o Rodolfo Bodipo. Estos tres, con pasado en el Alavés.
Pero la llamada de la selección también ha supuesto para Owono y Balboa una oportunidad de crecimiento personal. «Tienes que dar un paso en cuanto a madurez, seriedad y exigencia. Todo lo que haces repercute», asegura el portero. Él ha pisado rincones muy diversos del continente. Pero no se le olvidará la extrema pobreza que conoció en Madagascar y Sudán del Sur. «Vas allí y el mero hecho de tener agua... veía a los niños por la calle y no había agua potable. Nosotros teníamos muchas botellas, entonces cogíamos y se las tirábamos por la ventana del autobús», recuerda. Balboa ha viajado menos, pero ha percibido rápidamente los contrastes que se viven. «Hay mucha diferencia entre los que tienen más recursos y los que no. De los que tienen ves unas casas que aquí en Vitoria no ves. Es otro nivel. Pero en la acera de enfrente hay gente que no tiene ni para ponerse zapatillas. Me chocó bastante», asegura. Asumen que han tenido suerte. Owono reconoce que durante su infancia no tuvo problemas. «Por decirlo así, vivía como un rey», explica. Aunque siempre tuvo claro qué terreno quería pisar. «Mi mejor amigo del colegio era un chico normal. No me gustaba codearme con la gente que más tenía», añade. Asumen una deuda impagable. «Defiendes al país, pero yo juego al fútbol porque se lo debo a mi madre. Es mi forma de agradecerles todo lo que tengo y dónde estoy. La familia es lo más importante para nosotros. Mi padre es la persona que más orgullosa está», explica.
Quieren pagar esa deuda con éxitos. En el próximo parón de noviembre se medirán a Túnez en un duelo decisivo para jugar el Mundial. Asumen que es complicado -están obligados a remontar la diferencia con su rival-, pero ven el futuro con ilusión. Tienen claro el camino. «Si viajas solo, irás rápido. Si vas bien acompañado, llegarás lejos», dice otro proverbio del continente. Conocen el camino y han elegido la compañía. La de un país que quiere tener en el fútbol su más grande motivo de orgullo. Ambos ya son parte de ese trueno nacional.
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