Se llama Julián Cerdá, pero para todos dentro del fútbol es Juli (Alcoy, 41 años). También en Vitoria. Fue el mediapunta incansable del Deportivo Alavés que, por sorpresa, logró en 2016 el último ascenso a Primera de la entidad. Un jugador querido por la grada ... y muy valorado por su técnico, José Bordalás. La admiración es mutua. Juli también la tiene por el actual cuerpo técnico albiazul y traza algunos parecidos entre ambos. Aunque no pudo recibir el premio de seguir en Primera, su cariño por el Deportivo Alavés se mantiene intacto.
Atiende a EL CORREO sin prisa, con un tono amable y conversación amena. Sacando tiempo entre «trabajo, cursillos, ir a por los niños al cole... lo que toca». Y también el fútbol. Porque sigue en activo. Juega cerca de casa, en el Ontinyent 1931 de la Preferente Valenciana. «Jugaron hace unos años contra el Alavés B en un play off. Aunque ese equipo desapareció y lo refundaron hace cuatro años. Han ido ascenso año a año y ahora a jugar el play off, a ver si ascendemos a Tercera RFEF», detalla. Hace pinitos en los despachos y mira de reojo la posibilidad de entrar en un cuerpo técnico, pero quiere seguir jugando. «He acabado bastante mejor de lo esperado. Mi intención es, si el club quiere, continuar un añito más. La ilusión sigue intacta. Solo que el DNI va sumando cifras», asegura. El mismo entusiasmo con el que seguirá al Alavés este sábado.
- Viendo sus redes sociales, aún mantiene interacciones con aficionados del Alavés siete años después de su marcha.
- Sí, sí. Incluso por privado. Con el casero que tenía, Ricardo, tengo una relación espectacular. También con vecinos de la urbanización donde estaba. Algunos vienen en verano a Benidorm y quedamos para vernos y comer. El trato con Vitoria ha sido siempre excepcional.
- Es que menudo año vivieron.
- Fue inexplicable. Al final éramos un grupo de amigos. Sí, futbolistas, pero en ningún momento se contó para el ascenso con el Alavés. Ni durante el principio ni a mitad ni nada. Fue espectacular. Los único que lo veíamos éramos nosotros desde dentro. Desde fuera prácticamente nadie. Fue un añazo. De los mejores de mi carrera. A nivel individual, colectivo y de prácticamente todo.
- Sea honesto. ¿Le sorprendió que ese equipo ascendiera?
- Era un objetivo sorprendente, sinceramente. Hay que ser realistas. Pero el míster lo tenía entre ceja y ceja. El primer día de pretemporada, cuando vienen 3.500 personas a vernos entrenar a Ibaia y con bengalas y todo... Fue un 16 de julio. Termina el entreno, Bordalás nos reúne a todos en el campo y nos dice: '¿Habéis visto la que hemos liado hoy, el primer día de pretemporada? Pues que sepáis que el último, en la Virgen Blanca, va a haber diez o veinte veces más gente'. Imagínate. Yo cuando entro al vestuario, que me sentaba al lado del capi, de Manu, me dice, 'Y éste, ¿lo que ha dicho?' y yo le dije, 'Manu, vas a tener un año para darte cuenta de la charla de hoy'. Y así fue.
«Éramos un grupo de amigos pero fue un añazo, de los mejores de mi carrera»
- Era un equipo de autor, ¿no cree? Bordalás también es recordado con cariño en Vitoria.
- Te hacía ser mejor en todos los aspectos. Sabe técnicamente y tácticamente, pero es mil por mil en el tema psicológico. Se ha demostrado que era buen equipo porque muchos de esos jugadores han estado en Primera. Pero era un grupo para salvar el año o estar en los puestos de arriba por si sonaba la flauta en el play off. Y él se encargó de potenciar infinitamente a cada jugador para que cada semana fuera una final y que los resultados salieran.
La punta del iceberg
- ¿A qué sabe un ascenso?
- Uff. A muchísimo trabajo. Es la punta del iceberg. El ascenso es lo que se ve. El resultado final, lo bonito, el paisaje. Pero te habrá tomado tiempo subir ahí arriba y llegar en el momento preciso para hacer la foto que quieres. Esto es igual. Hay un proceso desde el 16 de julio hasta que finaliza. Y eso es lo que menos se ve en cuanto a trabajo, exigencia, días complicados... Ahí dices, no es mi día ni el del equipo, pero estás ahí y compites. Te sale bien o mal. Piensas que te puede venir la pájara y nos vamos para abajo. Que sería lo normal. Pero mira, te mantienes, sigues compitiendo... y salió requetebién.
- Se montarían buena fiesta. Einar Galilea se tiñó el pelo de azul.
- Tampoco fue una fiesta espectacular que dijeras 'no he dormido' (ríe). Fue repentina. Es más, no me acuerdo ni a donde nos llevaron. La fiesta fue ver a la gente disfrutar. El camino a la Virgen Blanca, la gente allí... Pero yo me acuerdo que con el Castellón subí a Segunda y estuvimos tres días que no sabíamos muy bien ni por donde íbamos. Buen tiempo, playa... Esto fue algo diferente. Me quedo con la de Vitoria 100%. Einar era de la casa, de los que lo sentía especialmente. El Alavés es sangre de su sangre.
«Ascender era un objetivo sorprendente, pero el míster lo tenía entre ceja y ceja»
- Se le nota el cariño, aunque tras ser importante no le renovaron. ¿Cómo lo llevó?
- Dolió. Aunque es una situación que no depende de uno mismo. Yo tenía que intentar no entrar en la espiral de lo que podía haber sido. Aunque me hubiera encantado. Yo ese año me voy de vacaciones y dejo todo en Vitoria. Nada de mudanza. Acababa contrato, pero después de ese año veía que tenía serias posibilidades de continuar en Primera. Me pilló de vacaciones cuando me llamaron. Me las reventaron (sonríe). Tuve que salir pitando del hotel porque ya no pensaba en las vacaciones, sino en cerrar el episodio y cuanto antes centrarme en otro objetivo. En un día y medio hice la mudanza, pero fue complicado. Dejaba atrás dos años espectaculares.
- Volviendo al presente, la Segunda de este año en la parte alta es de locos.
- Sí, sí, sí. Desde fuera parece que nadie quiere ascender del todo (ríe). Hace unas jornadas parecía que el Eibar lo tenía hecho y ahora lleva una racha desastrosa. Ahora el Granada y Las Palmas se han beneficiado. Luego el Alavés, el Levante... van a luchar hasta el final. Va a ser entretenido, la verdad. Curioso.
Contacto con Laguardia
- ¿Sigue al Alavés?
- Lo veo. Además, el cuerpo técnico es conocido porque son la zona, de Altea. Luis García, Menoti (segundo entrenador)... Siempre les deseo lo mejor. Y encima están en el Deportivo. Qué mejor manera de poder celebrarlo que sean ellos y el Alavés, al que siempre le deseo lo mejor.
- ¿Cree también que este cuerpo técnico le puede dar un plus como Bordalás entonces?
- Sí. Lo ha demostrado. Tienen experiencia de sobra en este tipo de situaciones y ambientes. Es un club idóneo para, después de lo sucedido el año pasado, intentar a la primera devolver al equipo donde se merece. Que es muy complicado. Luego hay otros muchos factores que influyen. Pero de momento solo podemos decir que las probabilidades están intactas y dependen de ellos. Es muy importante. Siendo ellos mismos ascenderían. Pero claro, el hueso que hay delante...
«Tienen posibilidades de hacer feliz a muchísima gente y cambiar vidas»
- Fuera de casa y ante Las Palmas, que es un buen equipo.
- De por sí siempre es un viaje complicado y un escenario difícil. El rival también. Y vista la posición en la que se encuentran... Es un reto complicado, pero también bonito. Si eres capaz de plantarte ahí y ganar... ya está, te has merecido entrar. Si vas y no eres capaz pues te lo jugarás en el play off.
- De su plantilla de entonces solo queda Laguardia. ¿Le ha dado algún consejo?
- Suelo hablar bastante con él. Aún no le he dicho nada. Además, sabe más que yo de este tipo de circunstancias (ríe). Seguro que esté o no esté el césped, ese sello va a impregnar al resto del equipo como lo lleva haciendo todo el año.
- Si tuviera que dar la charla antes del partido, ¿qué diría?
- Que tienen la posibilidad de hacer feliz a muchísima gente, aparte de a sí mismos. Que posiblemente puedan cambiar vidas. Hay muchos que han hecho el sacrificio de quedarse y saben de lo que se habla. Y que merece la pena luchar. Ellos tienen mucha experiencia en estos casos.
- ¿Cree en el ascenso?
- Ojalá se así. Voy a verlo seguro, estaré pendiente. Deseo que así sea. Si se comportan como durante todo el año pueden plantarse allí y traerse la victoria. Si estoy en casa seguro que me pongo la camiseta (ríe).
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