Lo práctico y lo estético
Análisis ·
Comienza ahora un nuevo examen de solidez para una entidad alavesista que debe pujar sin regateos por asentarse entre los mejoresAnálisis ·
Comienza ahora un nuevo examen de solidez para una entidad alavesista que debe pujar sin regateos por asentarse entre los mejoresSi algo no se le puede reprochar a Luis García Plaza es parquedad verbal en sus comparecencias públicas. Tampoco falta de temperatura e incluso atrevimiento en algunas de sus manifestaciones. Como su proclama de mediados de marzo, cuando aseguró que el Alavés sería uno ... de los tres ascendidos a Primera. Fuera por convencimiento pleno o no, se tratara de una estimulante arenga dirigida a plantilla y afición o de una mera promesa populista, el técnico asumió con sus palabras uno de esos arriesgados compromisos que solo se firman cuando sientes la necesidad de venirte arriba y presentarte al mundo como la quintaesencia de la seguridad y del arrojo. Aunque luego, más en frío, tal vez te arrepientas de tu propia locuacidad… Sea como sea, celebramos como merece que el entrenador albiazul haya acertado su apuesta por lo mucho, bueno y gratificante que el regreso a la élite representa para el club, su público y la ciudad. También para la carrera del propio García Plaza, prosiga o no en Vitoria, que aquí el éxito no garantiza la continuidad, como él seguramente ya sabrá.
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Comienza ahora un nuevo examen de solidez para una entidad que debe pujar sin regateos por asentarse entre los mejores. Resuelta con éxito la misión más complicada, la de recuperar la máxima categoría en el primer curso, queda por aprobar el test del algodón que exige dotar al Alavés de los recursos económicos y deportivos precisos para evitar, dentro de los márgenes y vaivenes que dicta la competición, los sobresaltos y disgustos sufridos en las tres últimas temporadas en Primera. Por orden cronológico, el equipo solo sumó 39 puntos en el ejercicio 2019-20, menguó a los 38 en el siguiente y se paró en los paupérrimos 31 que le condenaron al descenso hace un año, coincidiendo con el momento culminante de la puesta en marcha del proyecto universitario del grupo multigestor. Consumado el desastre, la directiva albiazul emitió entonces una nota en la que, entre otras consideraciones, decía que «solo el trabajo y el esfuerzo máximo» permitirían al equipo retornar a Primera. Correcto. Lo mismo puede asegurarse ahora: la continuidad en la élite será más factible con mucha dedicación y grandes dosis de empeño. En todas las vertientes.
Clubes tan o más discretos que el nuestro en ciudades incluso más pequeñas que Vitoria demuestran que es perfectamente posible asentarse entre los mejores sin excesivas angustias. En realidad, en términos conceptuales no está escrito que sea obligado elegir entre la condición de cabeza de ratón o la de cola de león. Al contrario, tal indefinición no solo resulta arriesgada, sino que también contradice la filosofía del crecimiento continuo que regularmente se menciona desde la cabeza directora de esta empresa. Es bueno que tal patrón de funcionamiento se exhiba y aplique en todas las parcelas. Y desde el punto de vista pragmático, pocos proyectos deben resultar más difíciles de gestionar en el tiempo que los que se ven sujetos a las disparidades financieras que azotan a todo equipo ascensor. Las muy notables diferencias económicas derivadas de militar en Primera o en Segunda ya las detalla Fernando Ruiz de Esquide en estas mismas páginas, y el abrumador peso específico que el Alavés aporta monetariamente al grupo es indiscutible. Por tanto, observando el siempre ponderado principio de prudencia, ¿qué puede haber más conveniente que cuidar con mimo a la locomotora que ejerce de tractor del resto de vagones, al vehículo que sirve de tiro a todo el convoy?
Hacer lo apropiado, tanteando mucho el terreno, pisando sobre seguro y evitando pasos en falso define por lo general la línea de actuación histórica de esta directiva. Un ejemplo reciente: el silencio absoluto ante la evidencia desde su momento sabida y ahora refrescada por medio del 'caso Negreira' de que en la final de Copa de 2017 el segundo gol del Barcelona, el que daba ventaja al equipo culé y condicionó el partido, debió ser anulado por fuera de juego. Mejor no enemistarse con un rival tan poderoso y mejor no hacerlo tampoco con el árbitro de aquel partido, un hombre que ahora, casualidades de la vida, es el responsable máximo del VAR. El mutismo albiazul en este caso es comprensible, claro, desde el punto de vista práctico. No tanto desde el estético. Seguro que ahora, de nuevo felizmente en Primera, el club va a cuidar tanto lo uno como lo otro.
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