Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El responsable del césped de Mendizorroza se llama John Stewart. Con ese nombre es fácil determinar que procede de más allá de la Llanada o incluso del Gorbea. Originario del otro lado del mar, de la norteña Escocia, John trabajó en los verdes campos ... de golf de su país hasta mudarse a España.
Tras mimar algún que otro 'green' en Cantabria, John se asentó en la capital alavesa donde se dedica ahora, en cuerpo y alma, al cuidado del césped del particular teatro de los sueños albiazules.
«La variedad de semilla sembrada en Mendizorroza es la 'ryegrass' que aguanta mucho mejor las temperaturas bajas», explica en un aceptable castellano en un vídeo publicado por La Liga. «En los campos del norte lo mantenemos entre los 18 y 26 milímetros (de longitud), mientras que en el sur, como es otro tipo de hierba, la altura es un poco más baja», argumenta.
El jardinero escocés conoce bien su terreno de trabajo y sabe cuales son las complicaciones de mantener en perfectas condiciones la hierba de uno de los campos más frío de la liga española. «El mayor problema es la sombra. En pleno invierno me come 4.000 metros cuadrados de campo. A partir del 21 o 22 de diciembre, el día más corto del año, el campo recupera 300 milímetros de sol al día. Lo tenemos medido», asegura.
🏟 Mendizorroza tiene sus secretos...
— LaLiga (@LaLiga) 28 de marzo de 2019
🌱 ¡Descubre cómo se cuida el césped del estadio del @Alaves!
El hecho de que en invierno una parte del campo no reciba los rayos solares supone que se puede congelar con facilidad, lo que implica duplicar el trabajo. «Es bastante complicado porque tengo que hacer un planning especial de abonado o de siegas. Es como si fueran dos campos distintos». El límite sombrío está bajo palos. La parte del campo que recibe sol todo el año comienza en el poste de la portería y llega hasta la grada de Preferente (la del parking). En ese lado «la calidad del césped es muchísimo mejor», reconoce Stewart. «Aunque en invierno haga mucho frío en esa zona está más tupido, incluso tiene mejor color que el del lado donde hay sombra».
Las mayores dificultades llegan cuando el frío aprieta y las inclemencias llegan en forma de hielo o nieve. «Si pisan la hierba cuando está un poco congelada se rompe y no se recupera casi hasta la primavera», afirma. Aunque para ello, John dispone de una solución. «Tenemos cinco mantas de 22 por 76 metros con las que cubrimos el campo entero en invierno y que suben la temperatura del césped 4, 5 o 6 grados. Esto nos ayuda mucho, sobre todo los días de partido».
Sin embargo, las mantas no sirven para los días en los que la nieve cubre el verde de Mendizorroza. Entonces toca tirar de pala. «Lo primero que hacemos siempre es quitar donde hay sombra y dejamos el otro lado porque a veces se va sola. Aunque otras veces la tenemos que retirar», asevera.
El procedimiento no es tan sencillo. Arrastran la nieve con las palas y la acumulan en la parte central, para luego cargarla sobre buggies provistos de volquetes para retirarla fuera del terreno de juego. Sin embargo, «no pisamos el césped pisamos sobre la nieve».
Con la misma dedicación con la que cuida cada brizna de hierba John Stewart acaricia los agujeros de su gaita escocesa para hacerla expresar emociones. Muchos quizás no le identifiquen, pero algunos vitorianos ya le han podido escuchar en sus ensayos o en sus actuaciones en la capital alavesa.
Sin embargo, la más conocida y mediática no ha sido en Vitoria, sino en Cantabria, y fue por una buena razón. Espléndido y solemne a la vez, se presentó el 11 de mayo de 2011 en Pedreña con su traje de gala escocés y la falda con los colores de su clan, en cuadros azul y negro para dar el último adiós a Severiano Ballesteros. Fue la imagen del funeral del mito golfista cántabro que recorrió periódicos e informativos de televisión.
Acudió por una mezcla de «añoranza, respeto y homenaje», aseguró en su momento. Añoranza de los años que pasó cuidando los campos de Club de Golf de Pedreña, el recuerdo de las veces que allí se cruzó con Ballesteros y el respeto que le inspira la trayectoria deportiva de Seve, un mito para los amantes del deporte, del golf y para los escoceses en particular.
Stewart, un tipo afable y comunicativo, le ofreció a la familia de Ballesteros tocar en la ceremonia fúnebre de Seve, lo que fue inmediatamente aceptado. Tocó para la ocasión dos famosas marchas guerreras escocesas, dos himnos que tradicionalmente se tocan para recibir a las tropas victoriosas al final de la batalla. Triunfales como la temporada desplegada por el Glorioso sobre el cesped mimado de John.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.