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Luis García habló de unas cinco en la previa, pero al final fueron seis las rotaciones que planteó para enfrentarse al Albacete. Un número de cambios elevado, aunque también condicionado por algunos percances físicos. Tenaglia se quedó fuera, algo que el propio técnico confirmó en ... la previa, pero tampoco pudo entrar Duarte de inicio. El almeriense estaba tocado y el García optó por la prudencia. En sus sitios, Anderson Arroyo y Javi López. Intermitentes, con algunas subidas de peligro y buenos movimientos en ataque, pero también víctimas del juego espeso colectivo y autores de varios errores evitables. Tampoco lograron dar un firme golpe sobre la mesa el resto de novedades. Sedlar se fue lesionado, Moya -también tocado antes de su cambio- no consiguió desatascar al equipo y Róber fue el mejor de todos ellos, pero sin elevar el nivel que ya había mostrado hasta ahora como recurso desde el banquillo. En punta, Hara completó su primer partido como albiazul. Pero el japonés se diluyó en un juego donde apenas pudo participar, desubicado y sin opciones de remate dentro del área. Ninguno consiguió cuestionar con firmeza una jerarquía que parece definida.
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La entrada en el centro del campo de Moya junto a Salva Sevilla y Guridi lanzó un mensaje claro: el Alavés quería ser protagonista con la pelota. La opción del extremeño por delante de Benavídez, más defensivo, configuró el centro del campo más creativo que puede configurar Luis García. Una declaración de intenciones que, sin embargo, no logró plasmar sobre el césped. Le costó hacerse con el control de la pelota ante un Albacete que salió más entonado, pero cuando la tuvo no logró progresar. Se encontró un escenario similar al de Burgos, con un adversario bien plantado en defensa, con las líneas juntas y que no dejó huecos. El contexto en el que peor se ha desenvuelto el Alavés hasta ahora en este curso. Tras el descanso quiso sumar algo de verticalidad a su propuesta y logró asomarse al área con mayor continuidad -apoyado también en un protagonismo creciente de ambas bandas- pero sin terminar de dar con el camino.
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Fruto de la falta de ritmo en el juego, el Alavés apenas logró asomarse a la portería del Albacete. El cuadro manchego, de más a menos en tareas ofensivas, apenas sufrió. Le bastó con defenderse bien para asegurar un punto. La línea defensiva algo adelantada y el bloque compacto, junto, sin permitir balones filtrado albiazules, el mejor recurso del equipo local para romper el cerrojo. La consecuencia, apenas un tiro a puerta en toda la primera mitad. Algo más de participación ofensiva en la segunda, pero mismo resultado. El técnico dio entrada a Miguel para reforzar la doble punta, pero la apuesta ofensiva no dio el rédito esperado en cuanto a número de ocasiones. La más clara, un mano a mano del delantero vallisoletano que sacó el meta Altube. Al contrario que en otros encuentros, el Alavés tampoco estuvo certero cuando llegó.
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En el 70, el Alavés logró al fin romper el candado visitante y llevar el júbilo a la grada. El gol de Guridi, su primera diana de la temporada, desatascaba un escenario complicado. Pero quedó en falsa alarma debido a la intervención del VAR. Primero, con cierta sorpresa en la grada, que no había percibido nada punible. Después, con incertidumbre creciente cuando el árbitro se acercó al monitor. Señal de que algo no estaba bien. De que podía anular el gol. No tardó mucho, pero esos segundos se le hicieron largos a la hinchada. El veredicto, un mazazo. Fuera de juego del propio Guridi en la acción previa, cuando dejó pasar el balón que golpeó en un zaguero y le llegó de rebote. El colegiado consideró que, pese a no tocar la pelota, su gesto denotaba participación en la jugada. De nuevo, vuelta a empezar. El videoarbitraje, que de momento ha tenido un papel secundario en el curso albiazul, ayer aguó la fiesta del equipo.
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La buena noticia, dentro de una jornada gris, fue que el Alavés no encajó gol por segunda vez en toda la temporada. No lo lograba desde el encuentro ante el Mirandés de la segunda jornada. Una señal, en casi todos los partidos previos, de que el triunfo estaba en su mano. Pero, por segunda jornada consecutiva, volvió a quedarse sin marcar. Le pasó como en Burgos, donde por primera vez no vio portería.
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La jornada, en un festivo y a una hora razonable, facilitó la elevada presencia de aficionados en el campo. Así, Mendizorroza lució su mejor asistencia de toda la temporada. 13.890 espectadores acudieron al campo. Una cifra ya de por sí buena, pero reforzada por un matiz. Ayer, al contrario que en varios de los compromisos anteriores, apenas acudieron aficionados visitantes al campo. El estadio dio una buena imagen, aunque no pudo celebrar el triunfo. Sí una amarga invencibilidad en casa. Tras visitar Andorra, el estadio vitoriano afrontará dos encuentros de nivel. Doblete, en dos semanas consecutivas, ante el Sporting y el Oviedo.
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