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mikel uriarte
Domingo, 4 de abril 2021, 22:35
Javier Calleja solo conoce un club como entrenador, el Villarreal. Eso sí, ha pasado por todos los escalafones del club amarillo. De ahí tal vez que tenga ese carácter formativo y que su apuesta por los jóvenes le sirva para implementar su idea, que pasa ... por tener mucho el balón y no tanto por el juego físico y el golpeo largo. Da prioridad a tener la pelota y a partir de ahí dominar los encuentros. Lo que sucede es que en la situación actual del Alavés esa filosofía tal vez no tenga tanto encaje como el que el preparador madrileño desearía. Quienes le conocen hablan de Calleja como un técnico cercano al futbolista, pero porque en categorías inferiores todos sabían y deseaban jugar a lo mismo. Llegando a la primera plantilla ya tenían interiorizado el mensaje, de ahí que su trayectoria fuera aún más refrendada.
De él no destacan precisamente su impronta motivadora, las arengas o los gritos. Sus métodos son otros. Nueve meses sin entrenar son muchos y desea coger un banquillo -desde su actual residencia de Benicassim ha estado viendo mucho fútbol en este tiempo-, aunque pone en la balanza todos los condicionantes a la hora de decantarse por la propuesta vitoriana. Sabe lo que se va a encontrar, no solo a nivel deportivo. Incluso siendo consciente de que la rueda no para y debe subirse a ella cuanto antes, en algunas ocasiones conviene medir bien las decisiones.
Su sistema de juego es claro, no admite dudas por su parte. Calleja apuesta por un 4-4-2 en rombo. Primero fue campeón con el División de Honor Juvenil del Villarreal durante tres años, después dirigió durante un par de meses al filial amarillo y de ahí paso al primer equipo del 'Submarino', donde permaneció casi tres temporadas. Y vivió una situación nada habitual en el fútbol. Y es que hace un par de campañas fue destituido en diciembre y recuperado para la misma función cincuenta días después.
Su gran valedor es el hijo de Fernando Roig, con quien mantiene una gran relación desde que Calleja militó en el Onda en 1999 -filial del Villarreal por aquel entonces-. En todas sus temporadas encontró la sintonía perfecta con los dirigentes y un ambiente de tranquilidad idóneo para sentirse respaldado en todas las parcelas y decisiones.
Pedraza, Adrián Marín o Rodri fueron algunos juveniles a sus órdenes y en algún caso posteriormente como profesionales. Esa idea por la posesión del balón la comparte hasta el infinito con su ayudante de siempre, Quique Álvarez. Formado en la escuela del Barcelona, coincidió con Calleja como futbolista en el bando levantino y de ahí viene la amistad que trabaron para después formar tándem en los banquillos.
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