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Girona 0-1 Alavés
El Alavés acepta con gusto el desafío finalHacer honor al lema de que 'El Glorioso nunca se rinde' es la primera y casi única obligación de todo jugador del Alavés. Además, no ... hay otra posibilidad si un equipo modesto pretende sobrevivir en la Liga. Así lo ha entendido el conjunto vitoriano para, en un contexto muy complicado tras el batacazo frente al Rayo Vallecano, rescatar a base de esfuerzo colectivo un triunfo revitalizante. Sin engañarse, el duelo pudo caer por cualquier lado en un frenético arranque de segunda mitad, pero sin restar méritos a una escuadra albiazul acepta con gusto el desafío. Esas ocho últimas jornadas en las que se presenta ya después de trasladar en Girona el mensaje correcto: 'aquí estamos, tan vivos o más que cualquier otro rival directo'. Alto y claro.
Un gol de Carlos Vicente, que volvió al once para reivindicar su mejor imagen, ha bastado en esta ocasión. Así es el fútbol. Hasta ahora, ningún partido a domicilio sin encajar un tanto en toda la temporada. Pero si se insiste, a base de duelos intensos y ásperos, también puede llegar la recompensa. Con la pizca de fortuna necesaria. Dos ocasiones muy claras del Girona antes del único tanto del encuentro, otra igual de diáfana tras un regalo de Abqar poco antes del final… También opciones alavesistas, eso sí, para tomar ventaja antes del descanso. Una montaña rusa de sensaciones para sellar al final el tercer triunfo lejos de Mendizorroza, para constatar que este Alavés se maneja con soltura fuera de casa: dos victorias y cinco empates en ocho partidos de la era Coudet. Única derrota ante el Barcelona (1-0).
El Alavés había arrancado con la alineación esperada. Mouriño, que libró un espectacular duelo ante Danjuma y salió casi siempre vencedor con su poderoso físico, sustituyó al sancionado Tenaglia en el lateral derecho. Para dejar la posición de central a un Diarra que colaboró con acierto en la salida del balón. Mientras, Carlos Martín recuperaba su posición en el once en la banda izquierda ante los problemas físicos de Aleñá, recurso al final, y Carlos Vicente regresaba al extremo diestro. Para alumbrar un equipo albiazul ordenado y con buen movimiento de balón y amenazar desde el inicio. Sobre todo en una contra que acabó en disparo demasiado centrado de Kike García cuando disponía de toda la ventaja para buscar el gol.
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El cuadro vitoriano cumplía en realidad con todas las obligaciones del modesto. Sacrificio, buen posicionamiento y capacidad para, a través del sudor y los kilómetros recorridos, minimizar la producción ofensiva del adversario. Apenas inquietaba el Girona e incluso el Alavés se solazaba con posesiones de balón largas, además de sus habituales transiciones rápidas tras las recuperaciones. Sólo le faltó el gol a esa primera mitad notable de los albiazules. Con un incisivo Carlos Vicente y un Manu Sánchez que también llegaba por la izquierda. Blanco atinaba además desde la sala de máquinas mientras Jordán seguía en modo gris. Lo suyo, parece claro, es permanecer en el césped para brindar dos o tres golpeos que puedan resultar decisivos.
La música pop de la primera parte se convirtió en rock and roll tras el paso por los vestuarios. El Alavés es capaz de asfixiar rivales a base de presión durante muchos minutos, pero el oxígeno es limitado. Cuando decae suelen abrirse los espacios para los jugadores de más calidad. Y casi siempre se encuentran en el bando contrario. Es una cuestión de plantillas. Así que apretó el Girona al pasar a dominar el balón y se sucedieron los sobresaltos. En las dos porterías. Todavía con fuerzas el Alavés amagó en varias contras sin último pase y también en un cabezazo claro de Abqar. De inmediato Sivera sacó un disparo ajustado de Van de Beek y una volea de Asprilla -pesadilla albiazul tras el descanso- salió muy cerca del palo. Para confirmar que a veces lo más simple funciona el Alavés rompió justo en ese momento el partido tras un saque de puerta. La conexión Sivera- Kike García-Guridi-Carlos Vicente acabó en la red. Sin florituras, con toda la verticalidad y eficacia.
Y a sostenerse con el lastre mental de los anteriores problemas para aguantar resultados. A la entrada de Stuani, Tsygankov, Arthur y después Portu -casi nada- respondieron los albiazules con Guevara y Aleñá primero y más tarde Conechny. El Alavés logró durante una fase larga que ocurrieran pocas cosas, al margen de faltas y tarjetas, aunque todo pudo descoserse y convertirse en jirones en una ocasión clamorosa de Danjuma. Pero parece que había indulgencia para un cuadro albiazul tantas veces castigado en los minutos finales y ni siquiera en dos córners finales con el portero Gazzaniga en el área albiazul hubo consecuencias. Así que tres puntazos en un Montilivi mágico en la historia alavesista y la garantía de un equipo que presentará batalla. Eso sí, que estén preparados los cardiólogos. Tic tac.
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