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El Alavés arrastra tantos complejos que le profesa un respeto excesivo a cualquier adversario que se le presenta. El conjunto albiazul todavía se siente demasiado pequeño e inseguro, como demostró su disposición en el césped del Coliseum Alfonso Pérez. El Getafe, que está ... lejos de ser un prodigio en la circulación y sufre lo indecible para ganar unos metros al terreno de juego con la pelota controlada, se encontró con un lazo pegado al balón y un descampado en el que correr y moverse a su antojo.
El equipo de De Biasi se metió en su cueva y se negó a salir hasta el segundo tiempo, cuando descubrió que, incluso a pesar de seguir bajo mínimos en el apartado futbolístico, su talento era algo mayor que el de su rival. La reacción albiazul, que se habría quedado en una nueva dosis de pesimismo y depresión en caso de no culminar la victoria ante un contrincante insulso, fue una tímida invitación a mantener la esperanza en que el Alavés aún está a tiempo para sanar.
Getafe
Emi Martínez; Molinero, Bruno, Cala, Olivera; Arambarri, Sergio Mora (Calderón, min. 87); Álvaro Jiménez, Portillo (Amath, min. 65), Fajr; y Chuli (Hugo Duro, min. 65).
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Alavés
Sivera; Vigaray, Diéguez, Ely, Maripan, Duarte; Enzo (Burgui, min. 68), Pina, Medrán; Sobrino (Katai, min. 86) y Bojan (Christian Santos, min. 56)
GOLES. 0-1, min. 87: Christian Santos.
ÁRBITRO. Fernández Borbalán (Comité Andaluz). Mostró cartulina amarilla a Pina (min. 22), Diéguez (min. 24), Sobrino (min. 37) y Katai (min. 90) por parte del Alavés y a Sergio Mora (min. 62) y a Arambarri (min. 84) por parte del Getafe.
incidencias. Partido de ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe ante 7.800 espectadores.
Los hombres de De Biasi volvieron a atrincherarse hasta el límite y olvidaron el valor de la pelota durante gran parte del encuentro. El conjunto albiazul insistió con el esquema de los tres centrales, fallido ante el Betis por sus errores defensivos gracias a una acumulación inefectiva. En el once del Coliseum, además, apenas existían jugadores de corte contragolpeador más allá de Rubén Sobrino, escorado y demasiado solo. El manchego parecía un antílope perdido que intenta regresar a su manada, incapaz de asociarse con los centrocampistas y con Bojan, muy perdido en su labor de máximo referente ofensivo. La rácana apuesta vitoriana, que con apuros alcanzó el 39% de la posesión en el primer tiempo, apenas sirvió para que Medrán realizara el único tiro a puerta antes del descanso, que pudo ser la parada más sencilla de Emi Martínez en su carrera deportiva.
El Alavés, al menos, logró echar la llave en su portería defendida este martes por Antonio Sivera, quien se estrenó sin sobresaltos con la elástica albiazul. Maripán, Ely y el debutante Diéguez se coordinaron con acierto para limitar las concesiones a los azulones, que ejercieron un dominio inesperado por las dudas que devoraban a su visitante. Pero no había noticias de Tomás Pina, Medrán y Enzo Zidane, que inauguraron un centro del campo al que no se le intuye demasiado futuro, al menos en el caso del francés, de nuevo desacertado y sustituido por Burgui mediada la segunda mitad. Los medios apenas se asociaron al primer toque, clave para salir con rapidez al contragolpe, y se encontraron demasiado distantes en la circulación para dar algo de aire al resto del equipo, obcecado en resistir ante el Getafe.
No puede decirse que el Alavés se viera pisoteado por el conjunto azulón, muy limitado a la hora de crear juego. Pero es cierto que Arambarri, con un disparo desviado en el minuto 19, obligó a suspirar a los hinchas albiazules. De Biasi, muy enérgico e intenso con los suyos, debió de espolear al vestuario en el intermedio, porque el equipo vitoriano volvió con la cara lavada y alguna idea interesante. O puede que el revulsivo definitivo fuera la carrera de Sobrino, quien dejó atrás a su par con un quiebro brillante en la medular y escogió el peor momento para dar el pase final ante Sergio Mora. El técnico italiano regresó con un enfado monumental al banquillo, consciente de que una ocasión de esas características solo aparece una vez.
Entonces le empezaron a entrar al Getafe algunos de los miedos que sacuden al Alavés. Los hombres de Bordalás empezaron a caerse al césped con tanta asiduidad y sin aparente oposición, que uno empezaba a pensar que había francotiradores escondidos en el palomar del Coliseum. Pina y Medrán empezaron a soltarse y a triangular, gracias también a la presencia de Santos, que obligó a los defensores madrileños a retrasar su posición y ser más cautos. Como si se tratara de una secuela del choque ante el Betis, los albiazules comprobaron que, con poco, podían herir y confundir a su adversario.
El Alavés comenzó a merodear el área getafense y gozó de algunas oportunidades reseñables, aunque ninguna demasiado acertada. Santos envió fuera un remate defectuoso en el minuto 63, y resolvió sin éxito un balón que caía del cielo ante la desesperada salida de Emi Martínez. Pero el venezolano encontró al borde del final un pequeño motivo para tratar por fin de reivindicarse, ya que frenó la caída de su equipo con un cabezazo que, por mucho que sonroje a los defensores del Getafe por su descolocación, permite a los albiazules empezar a lamerse sus múltiples heridas para su cruda batalla en la Liga.
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