MIKEL URIARTE
Sábado, 4 de julio 2020
Asier Garitano no ocultó su tristeza. El preparador de Bergara es consciente de que la situación se agrava y su situación en el banquillo está en el aire. La buena predisposición que mostró su equipo durante el encuentro no fue suficiente. «Los jugadores han tenido ... una buena actitud desde el principio. No era un partido sencillo, teniendo en cuenta de dónde veníamos y ante un rival que se jugaba lo mismo que nosotros. Con pocas ocasiones y poca velocidad en el juego. Se nos ha ido el choque al final cuando teníamos ese punto al que le habríamos dado valor. Nos hace daño, pero dependemos de nosotros y así vamos a seguir hasta el último día», manifestó.
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Es el peor momento desde que está en el Alavés y es consciente de que su mensaje puede dejar de tener efecto. «Hay que estar confiados, porque dependemos de nosotros. El fútbol es difícil, pero hay que tener confianza. No estamos en un buen momento y anímicamente perder así te hace daño. Somos conscientes de ello», reconoció abiertamente el entrenador albiazul, que se centró en enmendar los errores propios y no mirar a los rivales. «Más que mirar lo que hacen los demás debemos fijarnos en lo nuestro. Dependemos de nuestros jugadores y eso es importante. Vemos que es difícil para todos y hay que pelear hasta el último minuto de esta Liga», argumentó.
Continúa agarrándose a la mejora de pequeños detalles. «Teníamos controlado el encuentro y ha venido su gol en una de las pocas ocasiones que se han producido. Hay que estar preocupado cuando recibes una derrota como ésta y no eres capaz de sumar. Todos hemos tenido dinámicas malas. Hay que mejorar esos pequeños detalles que a veces son grandes», apuntó el guipuzcoano.
Por su parte, el entrenador del Valladolid, Sergio González, respiró aliviado tras sumar un triunfo que virtualmente deja a su escuadra un año más en la máxima categoría. «Es una alegría muy grande. Ha sido un partido con dos equipo atenazados y previsibles con balón, con sensaciones de no perder y generar poco. El balón parado nos ha devuelto lo que nos quitó el otro día. La presión que estamos viviendo es máxima. Es un paso de gigante».
Reconoció que en la primera parte no estuvieron demasiado fluidos en ataque y que los cambios le dieron otro aire. «El partido ha sido espeso y cualquier error del rival iba a ser importante. En la segunda parte hemos intentado darle frescura con nuestras bandas», concluyó.
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En la caseta albiazul Laguardia puso cordura. «Sabíamos que íbamos a sufrir y que el año iba a ser duro. Ojalá que nos toque sonreír pronto». Pese a la mala racha, el central trató de sacar cosas positivas. «Los tres de abajo se cambiarían por nosotros. Somos un club humilde y cuesta mucho ganar. A ver si la suerte va de cara en los próximos encuentros. Una jugada de estrategia nos ha castigado. Debemos estar unidos dentro del vestuario», zanjó.
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