Firmado con tinta albiazul

Ya se respira en la atmósfera, mucho menos viciada que en los alrededores de Eibar y Ermua por el desastre del vertedero, el advenimiento de 'el duelo' entre albiazules y rojiblancos. Aún recuerdo una jubilosa mañana en la que vi por la tele el golazo local que derrotó 'al adversario' mientras me concedía un respiro por el ingreso hospitalario de la madre. Esa mujer de la que sólo hay un ejemplar. Y no escribo de La Blanca ni de Begoña. Atronó el grito en el bar próximo a Santiago aquel 7 de mayo de hace casi tres años con el disparo letal de Theo. Vi mucha alegría de la que participé, claro, salpicada por algunos corazones tocados donde se cose el escudo casi triangular con la ría en el vértice superior izquierdo.

Mal acostumbrados a identificar Álava con Vitoria por esa teoría tan reduccionista como injusta, aunque avalada por la población, tendemos a ignorar que este territorio histórico peculiar presenta sus propios hechos diferenciales. Mientras la mayoría absoluta de capitalinos vascos aficionados al fútbol 'hinchamos' por el Deportivo -el nuestro, no el de Riazor-, abundan en el valle de Ayala los seguidores del Athletic. En Llodio y Amurrio, segunda y tercera localidades de la provincia y cabeceras de la comarca, ha convivido una curiosa simbiosis. Más próximos a Bilbao que a la sede de las instituciones comunes vascas, muchos aficionados al deporte de ambos sexos repartían sus afectos entre el club vizcaíno de fútbol y el Baskonia de baloncesto. Y en esta Álava de desmesurada cabeza vitoriana otra parte del censo cultiva vides cerca de Logroño. El padre del exalbiazul De Marcos ha obrado siempre de líder en la peña rojiblanca de Laguardia, localidad natal del todocampista de San Mamés.

Admitamos que vizcaínos ilustres han engrandecido la historia de un club al que no se le conoce como Glorioso por casualidad. Sí, sus resurrecciones gozosas tras épocas de dolor constituyen un misterio. Pero aquí está, a once meses de cumplir el siglo y esperando con sus propias garras la visita del león. Que me pierdo. Comentaba sobre vecinos como Mané, indiscutiblemente el mejor técnico albiazul de siempre, al que acompañaba en el banquillo Ondarru, padre del actual preparador rojiblanco. Y es que la vida vive de virajes, bucles y retornos. Como la última encarnación de ida y vuelta, ese Ibai de vísceras rojiblancas que mamó el sentimiento gestado en la grada 'polideportiva' de Mendizorroza. Otro templo, por supuesto.

Desde luego que hay socios del Athletic hasta en Vitoria, pero en un referéndum a la búlgara saldría el anhelo de un triunfo alavesista el domingo a la hora anticipada del té. Lo dudo más en el extremo noroccidental del territorio histórico. Y habrá en las gradas del paseo de Cervantes una representación de los casi diez mil vizcaínos empadronados en la capital vasca. Algunos por cuestiones laborales relacionadas con Lakua y supongo que otros tan extraviados en nuestras rotondas que se quedaron a vivir aquí. Eso contaban en el célebre programa 'Vaya Semanita', un buen ejemplo de cómo tomarnos las pasiones de buena manera. Que gane el mejor. Firmado con tinta albiazul.