La fiesta con la grada termina en el vestuario del Alavés

El público liberó la tensión con un grito atronador. Las bufandas aceleraron el aire. Y los jugadores y técnicos salieron a la carrera al campo. Una imagen más propia de la consecución de un título, pero es que el Alavés jugó ayer una final. Y las celebraciones arrancaron en el fondo de Polideportivo. Los futbolistas volvieron a construir ese muro humano para saltar de júbilo con la afición. El cántico «Alavés, Alavés... Alavés te quiero» envolvió este momento mágico. Poco a poco se fueron sumando más integrantes. Un acicate para que aquello se descontrolase.

Los futbolistas se desataron y saltaron la valla para fundirse con la afición, ese jugador número 12 que ayer empujó sin descanso. Tenaglia, Mouriño, Carlos Martín... desaparecieron entre la multitud que no dejaba de cantar y saltar. Garcés agitó la bufanda para disfrutar de su estreno en Mendizorroza con victoria. Adrián Rodríguez se emocionó por su debut con triunfo. Y Carlos Vicente y Jordán agitaron con rabia esa red en la que casi dos horas antes Manu Sánchez había convertido el gol del triunfo que se celebró como un título. La celebración lo merecía.

En Mendizorroza nadie quería abandonar las butacas. Ni siquiera por la lluvia torrencial que empezó a caer en Vitoria. Fue un auténtico diluvio. El sonido, en este caso del aguacero, era atronador. Pero ayer nada consiguió aguar esta deseada fiesta. Los jugadores se quitaron la camiseta y dieron una vuelta de honor al terreno de juego para agradecer el empuje de la hinchada. «¡¡Vamos, sí!! Tres puntos, hostia», se liberó Antonio Blanco. «¡Por fin!», añadió Carlos Vicente.

Al ritmo de 'La morocha'

Tenaglia lo celebró a pecho descubierto. Owono, que sigue recuperándose de su lesión, no lo dudó y también se sumó a esta fiesta. Vestido de ropa de calle, desafió a la intensa lluvia. Sin paraguas ni chubasquero, una forma de querer empaparse de este momento mágico. Se le vio 'on fire', un fiel reflejo de la euforia que invade al alavesismo tras el triunfo.

Los decibelios subieron dentro del vestuario. Los jugadores inmortalizaron la victoria con una foto de familia: del gesto del teniente de Carlos Vicente, a Villalibre mostrando sus bíceps, pasando por los tres dedos que levantó Kike García en referencia a los puntos sumados. Y de la imagen, a la acción. Owono desenfundó el altavoz y avivó una fiesta que acabó en alto. Al ritmo de la canción 'La morocha', la fiesta se prolongó varios minutos. Aún nadie había pasado por la ducha. Tampoco querían. Ayer era momento de celebrar. De liberar la rabia que llevaban dentro. En Mendizorroza se desató la tormenta perfecta.