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Owono y Laguardia charlan sobre el césped de Ibaia. Igor Martín

Alavés

Cuando la fiesta del fútbol se acaba

Colgar las botas ·

Laguardia, recién 'jubilado', y el alumno Owono resaltan el peso del trabajo mental, ven clave la necesidad de formarse y creen que ahora la preparación para dar el paso a la retirada «es mucho mayor»

Jon Aroca

Vitoria

Jueves, 4 de abril 2024, 01:16

George Best, Allen Iverson o Mike Tyson tienen en común que fueron estrellas del deporte. Pero también que, pese a haber amasado fortunas durante sus carreras, acabaron en bancarrota cuando se retiraron. Totalmente arruinados. Sus casos, ejemplos de un mal que afecta a la práctica ... totalidad de los deportes desde hace décadas, ilustran los problemas que viven muchos profesionales en el momento de dar un paso al lado. Una situación que puede desencadenar dudas, miedos, angustia y falta de objetivos. La formación y el trabajo mental, tanto durante la carrera profesional como tras retirarse, se erigen como cortafuegos.

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Es el camino por el que ha apostado la iniciativa PREPARADOS, un proyecto conjunto puesto en marcha por La Liga y la Fundación Blanca –creada por Lola Fernández Ochoa tras el suicidio de su hermana, la exesquiadora Blanca Fernández Ochoa, para concienciar sobre la salud mental– que arrancó hace unas semanas con la presencia de dos clubes, uno de Primera y otro de Segunda, en su prueba piloto: el Deportivo Alavés y el CD Leganés.

Protagonistas

  • Víctor Laguardia Zaragoza, 34 años. Se retiró en verano tras casi 400 partidos como profesional, 285 de ellos con el Alavés. Ahora es embajador del club y nexo con el vestuario mientras se forma como director deportivo y entrenador.

  • Jesús Owono Bata, Guinea Ecuatorial; 23 años. En el Alavés desde 2017 y en el primer equipo desde el curso pasado. Además, estudia Administración y Dirección de Empresas.

El club albiazul ofrece un escenario tan particular como oportuno. Así es el caso de un Víctor Laguardia (Zaragoza, 34 años) que pasó, en cuestión de semanas, de ser un miembro de la primera plantilla a retirarse y adoptar otras funciones también dentro del club. El otrora central es embajador, nexo con la plantilla y adjunto a la secretaría técnica. Su transición fue inmediata. Algo inusual, reconoce. «El club me da una confianza que el día siguiente de retirarme me permite tener una ocupación, una ilusión y un quehacer. No es quedarme en mi casa para ver por dónde me pega el aire», expone.

El fútbol se le acabó a los 33 años tras una carrera de casi 400 partidos profesionales. Ahora agradece poder seguir vinculado a él, aunque también confiesa echar de menos algunas cosas alejado de una rutina que «un día cortas de raíz» y que condensa una mezcla de sensaciones. «Es duro y difícil. A la vez bonito, porque aunque es una putada que sean recuerdos son muy buenos recuerdos», sintetiza.

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Víctor Laguardia

«El futbolista vive en una burbuja: cuando se rompe pasas de guapo a feo y tienes que saber gestionar ese cambio»

Entre esas ausencias tiene claro cuál es la que más le duele. «Echas en falta, sobre todo, el día a día con los compañeros. Es lo más duro. Creas una especie de familia, porque pasas más horas con ellos que con tu verdadera familia, y con un nivel de confianza tan alto que de repente de lo pierdes», lamenta. Ahora su rol es diferente y prefiere mantenerse fuera de un vestuario que es «sagrado». Ahí se sigue cambiando un portero que hasta hace unos meses fue su compañero, Jesús Owono (Bata, Guinea Ecuatorial; 23 años). También tuvo que procesar la retirada de Laguardia. «No me lo esperaba, para mí fue un palo gordo. Desde que llegué, me he apoyado mucho en él como capitán que era», reconoce.

El canterano es parte de una hornada de jóvenes talentos que se han asentado ya en el primer equipo. De otra generación que no piensa en la retirada. Les queda, al menos, una década por delante. Aunque sí que ha dado algunos pasos para asegurarse un futuro. Comenzó a estudiar una Ingeniería para después empezar el grado en Administración y Dirección de Empresas que aún cursa. «Tienes que tener alternativas para poder seguir. Yo siempre he querido estudiar», reconoce. No es el único de la plantilla que lo hace. Owono eligió ADE porque «puede ser algo que dé salidas una vez que acabe» su carrera. «Querré saber lo que estoy haciendo», incide. Le gustaría seguir vinculado al mundo del fútbol, pero también «tener alguna empresa que pueda gestionar».

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El exfutbolista Zuhaitz Gurrutxaga da una charla a los jugadores del Alavés. D. Alavés

En su caso el peso de la familia ha sido importante a la hora de decantarse por seguir estudiando. «Tengo a mi madre apretándome por detrás», bromea. Laguardia, que ha compartido vestuario con muchos futbolistas, asume que no todos comparten prioridades. «He tenido compañeros a los que les encanta estudiar, otros que no quieren saber nada y algunos que viven en una burbuja», ilustra. Él también empezó a estudiar, primero magisterio con educación física y después IVEF. Pero en ambos casos las graves lesiones de rodilla le hicieron frenar. «Sí que tengo ganas e ilusión de acabarlo un día, simplemente por satisfacción personal», explica. También de mejorar un nivel de inglés que se arrepiente de no haber entrenado antes.

Ahora, a corto plazo, el maño también se centra en su educación. «Hay que formarse. Si no nada tiene sentido. Estoy sacándome el curso de director deportivo, luego empezaré lo que me queda del de entrenador y también hay algún curso de director de cantera. Creo que debo tener todo. Sería un error para mí no estar formado», recalca. «Es lo que toca para estar preparado cuando la vida te pida algo».

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Jesús Owono

«Yo siempre he querido estudiar y tener una alternativa, querré saber lo que estoy haciendo cuando me retire»

El proyecto de la Liga –en el que participan los exfutbolistas Zuhaitz Gurrutxaga y Carlos Marchena– busca incidir en esa conciencia de que lejos del fútbol aún les quedará mucho camino por recorrer. Ambos albiazules coinciden en que se enmarca dentro de una tendencia en la que la salud mental es cada vez más protagonista. «El futbolista vive en una burbuja irreal, parece que es interminable y no lo es. Llega un día que se pincha y hay que saber cómo gestionar ese momento. Cuando se rompe la burbuja pasas de guapo a feo y tienes que saber gestionar ese cambio», remacha Laguardia.

Dentro del cuerpo técnico cuentan desde hace dos años con la presencia del psicólogo Emilio Ibáñez. «Es top saber que tienes ese apoyo ahí. Te da la vida», celebra Owono. Él forma parte de una generación a la que se ha inculcado desde pequeños la importancia de trabajar en ese aspecto. Laguardia, no. «Cuando empecé no se hablaba de la salud mental y tampoco estaban las charlas que nos dan algunos gestores a nivel de gestión de patrimonio», explica.

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Pero él, que a veces es «un auténtico pesado» con unos jóvenes a los que pone las pilas para orientarles, celebra esa nueva corriente. «Los futbolistas, como todo ser humano, tenemos nuestras preocupaciones y problemas. Parece que somos superhéroes y no. De hecho muchos jugadores son muy débiles a nivel mental. Antes el jugador sufría mucho y ahora la preparación es mucho mayor», sentencia.

«No es fácil de gestionar, es un momento de crisis», dice el psicólogo del Alavés

Cocinero antes que fraile, Emilio Ibáñez (Foios, Valencia; 48 años) fue primero futbolista y después recondujo su carrera a la psicología. Es, desde la llegada de Luis García al banquillo albiazul, el psicólogo del Deportivo Alavés. Una figura importante que vivió en primera persona las dificultades de la retirada. «Llegué a tocar de forma puntual el fútbol profesional. Varias lesiones muy importantes me apartaron del fútbol. Gracias a mantenerme firme en mi formación puedo disfrutar del fútbol de alto rendimiento», explica. Canterano del Valencia, jugó varias temporadas en su filial y llegó a debutar con el primer equipo en un encuentro amistoso.

Desde esa posición reconoce que el paso de la retirada «puede llegar a ser traumático» por varios motivos. «Debemos tener en cuenta que no se trata de una retirada al uso como la de cualquier trabajador. Incluso muchas veces no se apartan, sino que son apartados. No son situaciones fáciles de gestionar, es un momento de crisis para muchos futbolistas. Es un volcán de emociones relacionadas con la incertidumbre, la nostalgia e incluso pueden llegar trastornos de estado de ánimo», recalca.

Se pasa del todo a la nada y eso no es fácil. «Los futbolistas están en el foco y son la referencia de muchas personas. A partir de la retirada se vuelven invisibles y se apagan esas luces», añade. Eso afecta a la gestión del tiempo libre o, incluso, les obliga a «reajustar las relaciones de pareja». La clave, insiste, es que el jugador no se centre únicamente en su desempeño como futbolista sino que desarrolle otras inquietudes. «Me gusta que el futbolista piense que es mucho más que un futbolista», explica. Que, por ejemplo, estudie. «La formación es muy importante, no solo para el rendimiento, sino también para afrontar el futuro», detalla.

Él apela a trabajar la salud mental de los jugadores y el salto a la retirada «desde la prevención», mientras los futbolistas están en activo. Incluso aunque aún les queden años de carrera por delante. Una tarea que en el club se hace diariamente y sobre la que percibe una aceptación creciente por parte del futbolista. «Cada vez está más por la labor de prepararse», asegura. El desempeño es integral. «Trabajo de habilidades sociales, autonomía emocional, valores, resiliencia, ser prácticos al pensar, orientarse a la mejora permanente… todas estas cosas ayudan a ser más eficaces», expone. Que eso siente las bases de una buena salud mental. «El jugador no solo aprende competencias para su rendimiento, puede llevarlo a la vida fuera del deporte», sentencia.

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