V ayan despidiéndose de Mendizorroza. Era la conclusión lógica tras la Junta General de Accionistas del Alavés celebrada en diciembre de 2023. La misma melodía, tras el solo de Josean Querejeta del miércoles, resonó en los oídos de los pequeños propietarios el jueves. En la ... de 2024. Con ese añadido de letra machacona y seguramente real de que la reforma y ampliación del campo actual «no está descartada en modo alguno». También, eso sí, con la sensación de que en este momento la primera opción del club es un cambio de ubicación. Indicios y hasta partes subliminales o no tanto del discurso de los propios dirigentes de la entidad siguen apuntando en esa dirección. Incluso alguna omisión: ¿Alguien sabe algo de la encuesta centrada en el campo realizada a los socios? ¿Ni siquiera se ha podido encontrar un titular que agrade al club?
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Hace un año ya se explicó en la Junta de Accionistas que los fondos CVC negociados por la Liga, que teóricamente se van a dedicar a financiar parte del nuevo estadio, solo se pueden utilizar si se trata de invertir en un terreno que es propiedad del club. Es decir, en un lugar que cree patrimonio para la entidad. En definitiva, justo lo que no sucede con Mendizorroza, de titularidad municipal. El argumento se repitió esta semana ante los pequeños accionistas. También se recordaron las «limitaciones de espacio» con las que ya se topó el proyecto de remodelación de Mendizorroza en 2018 y las trabas que ello conllevaba. Aquella iniciativa de reforma y ampliación que la pandemia y sus derivadas económicas enviaron al cajón.
Ahora se asegura que recuperar esa idea resulta imposible debido al encarecimiento de la financiación. También se precisa que el campo del paseo de Cervantes, pese a las inversiones de los últimos años, «no está a la altura» de los socios por sus deficiencias ni tampoco cumple con las pretensiones económicas de explotación del club. A estas señales, tan ciertas como reveladoras, se añade el guiño sobre la posibilidad de «aglutinar en un solo espacio formación, deporte y espectáculo», algo que también se dejó caer el jueves. Con muchas iniciativas en marcha junto al Buesa Arena y el Bakh (Residencia y academia internacional entre las más recientes) no hace falta demasiado para intuir qué es lo que falta para cerrar el círculo deportivo en el este de la ciudad. Y no son los ciervos.
Así que buena parte de los aficionados albiazules de a pie, como se demostró en la Junta General de Accionistas y a falta de explicaciones claras sobre el futuro de Mendizorroza, tiene la mosca detrás de la oreja. Más bien un ejército de ellas alrededor del pabellón auditivo. Ese permanente y molesto zumbido que acaba por acallar casi todo lo demás. De puntillas prácticamente pasó que el Alavés es propietario ya del 60% del Bakh después de una inversión de 24 millones entre capital y crédito en los últimos años.
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Tampoco se discutió apenas sobre la más que dubitativa trayectoria deportiva del conjunto albiazul, que en otras circunstancias hubiera provocado con seguridad un debate encendido. Pero nada hace sombra a ese futuro a corto o medio plazo sobre el campo. Lo que el club denomina «ambición máxima con el estadio» y «análisis de las diferentes posibilidades» dentro de una fórmula «que sea sostenible a nivel económico». La melodía sigue sonando.
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