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Munir se lleva a trompicones un balón después de varios rechaces y lo sirve en profundidad para Ibai. El forzado remate del extremo del Alavés, ... que golpea en un defensa y el meta Bono roza con los dedos, se cuela suave y casi milagrosamente en la portería para el 2-3. El árbitro señala de inmediato el final del partido en Girona y el estreno de Abelardo en el banquillo albiazul, tras un descorazonador y merecido 2-0 en contra hasta el minuto 77, se salda con 'hat-trick' y épico triunfo. El que cambió la pésima inercia de aquel conjunto 2017-2018 que arrancó la temporada con seis derrotas consecutivas, la peor racha histórica en la máxima categoría.
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Ningún equipo se había salvado hasta entonces tras iniciar la Liga con 0 de 18 puntos, pero se sobrepuso la escuadra vitoriana a aquella situación límite. Ahora, a nueve jornadas del final del campeonato, afronta otra pese a seguir fuera de los puestos de descenso y bien podría apoyarse mentalmente en referencias positivas como esa inolvidable remontada de 2017 en Montilivi. Para convencerse de que, incluso en condiciones extremas y con los recursos justos, lo complicado es posible. De que ese Alavés titubeante y de malas sensaciones colectivas recientes frente al Rayo Vallecano ha pasado página para escribir el último y determinante capítulo del libro. De que si se pelea al límite siempre hay opciones. Vamos, de que el Glorioso nunca se rinde.
Esto es fútbol y dicen que como mínimo un club debe aspirar a lo que ya ha conseguido. Así que no es difícil buscar estímulos para la supervivencia en aquel 2-3 frente al Girona, el rival de hoy. También en otros clavos ardiendo a los que el cuadro albiazul, durante su caótica trayectoria, se ha agarrado con guantes ignífugos. El traje de bombero siempre ha sido indispensable en el fondo de armario de Mendizorroza. Quizás haya que pensar en que las rayas azules y blancas de la camiseta se conviertan en fluorescentes cuando se acerca el final de temporada y emitan un sonido de alerta. En definitiva, ya se celebró algún ascenso a bordo del 'Magirus'. Y es que una vez más, solo por lo sufrido hasta el momento y a la espera del desenlace, el socio albiazul debería cobrar un plus de peligrosidad o de penosidad. O tal vez disponer de una deducción fiscal con solo adjuntar el carné albiazul en la declaración de la renta.
En fin. Nueve partidos por delante y la sensación de que la realidad deportiva, debido sobre todo a las discretas e irregulares prestaciones albiazules, se antoja más delicada aún de lo que dicta la clasificación. Debido también a la dura secuencia del calendario que se avecina hasta mitad de mayo: Girona, Real Madrid, Sevilla, Real Sociedad, Atlético de Madrid y Athletic. Quizás ayude que el Girona atraviese un mal momento, el Real Madrid juegue en Vitoria entre sus dos partidos europeos frente al Arsenal; Sevilla y Real Sociedad se encuentren en tierra de nadie, y Atlético y Athletic puedan tener prácticamente atadas la tercera y la cuarta posición cuando se midan a los albiazules. Que no falte una visión amplia.
De una u otra manera el Alavés necesita mirarse el ombligo y mejorar. Mejorar mucho en el campo y en el banquillo si quiere salvar esta media docena de complicados duelos con al menos algunas alegrías. Para poder así evitar un desplome prematuro y convertir el último y a priori más asequible trío de partidos (Valencia, Valladolid y Osasuna) en verdaderas finales. No parece descabellado pensar que, visto lo visto, la mayor parte del alavesismo firmaría jugárselo todo en los 90 minutos finales del campeonato.
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