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Iñigo Miñón
Sábado, 25 de noviembre 2017, 00:06
Entre la final del 27 de mayo en el Vicente Calderón y la de hoy en Mendizorroza han pasado seis meses. Medio año y muchas cosas mal hechas por medio. A todos los niveles: si los éxitos tienen muchos padres, las decepciones también. Pero ya ... habrá tiempo de depurar responsabilidades. Ahora se trata de ganar al Eibar (Mendizorroza, 13.00 horas). Por encima de todo. Si aquella final tenía rango de oficial, de las que dan coronas o ascensos, esta es solo oficiosa, simbólica incluso. Quizás, el lenguaje futbolístico sea extremo en estos casos, pero el Deportivo Alavés, pese a estar todavía en noviembre, está en ese momento en el que la realidad se aproxima mucho al tópico. No es una cita definitiva, pero sí primordial. No es un título, es un examen de supervivencia.
Todo lo que no sea ganar supondría un ladrillo más en una losa tan pesada que se antojaría muy difícil de levantar. Un reto monumental para un moribundo que ha pasado de la necesidad a la urgencia. Y que fía su recuperación a las entrañas de Mendizorroza, guardián de la esencia del alavesismo. La grada que empuja sea cual sea el signo de la final en cuestión. Pero la situación, cargada de obligación, demanda también respuestas futbolísticas. Y es ahí donde el equipo albiazul expresa más dudas. La recuperada solidez que parecía lucir con Gianni De Biasi, aunque fuera a costa de renunciar al balón, explotó en Getafe. Toca empezar de nuevo. Por eso el entrenador italiano medita recupera la defensa de cuatro. La utilizó en sus dos primeros partidos, con un triunfo -Levante (0-2)- y una derrota -Real Sociedad (0-2)- y los mismos goles a favor que en contra. Con zaga de cinco, una victoria -Espanyol (1-0)- y tres derrotas -Betis (2-0), Valencia (1-2) y Getafe (4-1)-, con más del doble de goles en la portería propia (8) que en la ajena (3).
La acumulación de efectivos defensivos, que no es sinónimo de un buen trabajo en ese apartado, no ha funcionado, con una inferioridad en las bandas que han sabido aprovechar los rivales. Y, aunque aún tiene el rendimiento ante el Valencia como aspiración, De Biasi duda y podría renovar el ‘look’ para el derbi con una zaga de cuatro en la que podría reaparecer Duarte y volver Alexis al lateral derecho y un ataque más compensado, con la proyección ofensiva de Pedraza más cerca del área y oportunidad para Ibai. En este hipotético escenario, la principal duda reside en la pareja de ataque: Munir y Santos o Medrán por detrás del hispano-marroquí. La alineación es una incógnita, en cualquier caso.
Lo que es innegociable es la actitud: evitar una salida como la de Getafe será clave para un Alavés que ya ha demostrado que no sabe jugar con el marcador en contra. La tensión del momento es otra de las aristas fundamentales del encuentro. La situación ya pesó ante el Espanyol, cuando el equipo, aunque atenazado, supo sufrir para mantener un resultado favorable desde el primer minuto de la confrontación. El factor emocional adquiere vital importancia en un contexto así.
Delicado también para el Eibar. Los armeros llegan inflados por el 5-0 que le endosaron el lunes al Betis, pero tampoco andan sobrados en la tabla de Primera. Cinco puntos separan a ambos equipos y a día de hoy es el de Ipurua el que marca la frontera de la permanencia. Necesidad, pero menos. Los de Mendilibar están al revés: todo lo que no sea perder les viene bien. El técnico vizcaíno puede repetir el once que alineó ante los verdiblancos, con Arbilla en el eje de la zaga. En el intenso medio campo azulgrana serán Inui y Alejo los que traten de abrir el campo y crear espacios para Sergi Enrich y Charles, que, a priori, ejercerán de referencias ofensivas en la contienda mañanera de Mendizorroza.
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