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IÑIGO CRESPO
Domingo, 21 de junio 2020, 15:17
Lo único que no está permitido cuando uno visita a un equipo que lucha por la supervivencia es salir aturdido. Poco importa que una pandemia mundial haya vaciado los estadios, o que el visitante llegue tras un triunfo trabajado y solvente frente a un ... aspirante a la Champions. Es lo que le ha sucedido al Alavés este domingo en Balaídos. Saltó aletargado al césped y tardó media hora en desperezarse. Fueron, sin duda, los 30 minutos más fatídicos de la campaña.
El equipo de Asier Garitano no consiguió sacudirse el dominio del Celta, que fio toda su suerte a la pegada de sus delanteros en su momento más delicado. Nadie discute la calidad de Iago Aspas, Rafinha, Denis Suárez o Smolov, pero los casi 500 minutos que acumulaban los gallegos sin marcar habían empezado a resquebrajar su confianza. El Alavés, no obstante, saltó desubicado y sin chispa, con errores flagrantes que sentenciaron el choque para el descanso.
El esperpento arrancó con un baile entre Laguardia y Murillo. Fue el típico rifirrafe para marcar territorio en el área en una jugada a balón parado. La batalla se la llevó en central colombiano en la siguiente jugada con un poderoso cabezazo llegando desde atrás (minuto 14). Seis años llevaba sin marcar en la Liga. A partir de ese momento, todo se desmoronó.
El Alavés fue incapaz de reaccionar y Fejsa cometió un inocente penalti que transformó Aspas. El encuentro era indescifrable para el equipo albiazul, pero no había hecho más que empezar. De hecho, las dos dianas apenas estuvieron separadas por seis minutos, entre el 14 y el 20.
El Alavés firmó su sentencia con la roja de Martín (minuto 27), también en una entrada inexplicable. El canterano no tenía intención de hacer daño a su rival, pero la acción denotó una evidente falta de concentración. Ya no había vuelta atrás y todavía no se había cumplido la media hora de juego.
El Celta, necesitado de grandes alegrías, aprovechó el momento de inspiración de Rafinha, que aprovechó los metros que le otorgó la defensa vitoriana para clavar dos golazos: uno por la escuadra y otro con una semivolea en el interior del área.
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