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La resistencia que muestra un equipo cuando todo parece perdido es el mejor indicativo para medir su capacidad de supervivencia. No hay otro conjunto en Primera que haya sufrido golpes tan severos como los que ha encajado el Alavés, ni siquiera los que ... hoy parecen casi desahuciados. La principal diferencia con el Málaga y Las Palmas, hoy a siete puntos de distancia, es que el conjunto albiazul amagó dos veces con resurgir, algo que todavía no han experimentado andaluces y canarios, y en ambas quedó reducido y aplastado sin contemplaciones. Los vitorianos tocaron fondo hasta en tres ocasiones, llegaron a verse a seis puntos de la permanencia cuando el primer tercio de la temporada ya se había consumido, y perdieron las coordenadas de su fútbol con los despidos de Luis Zubeldía y Gianni De Biasi. Solo mes y medio después de aquel hundimiento que parecía insalvable, el equipo de Abelardo festeja una proeza de la que apenas existen precedentes.
La evolución del Alavés en la clasificación durante la primera vuelta, que el pasado domingo echó el cierre con la victoria ante el Sevilla, resulta tan estremecedora y angustiosa que solo puede contemplarse ahora, una vez pasado el calvario. El equipo de Mendizorroza no supo lo que era tener un mínimo colchón con el descenso durante los cinco primeros meses de competición. Su máximo éxito hasta entonces, de hecho, había sido levantar la cabeza por encima de la decimoctava posición al empatar a puntos con la frontera del descenso, algo que consiguió en la primera jornada (0 puntos) y justo antes del parón navideño (15, tras vencer al Málaga).
La brillante racha que ha firmado el Alavés con Abelardo, con cuatro victorias y dos derrotas en Liga, parece haber sumido en el olvido la deprimente deriva del equipo vitoriano. Las derrotas frente al Villarreal en la cuarta jornada (0-3, le costó el cargo a Luis Zubeldía), el abismo de cinco puntos con respecto a la salvación que mostraba la clasificación tras la décima jornada y el hundimiento tras el tropiezo frente al Eibar, que decapitó a De Biasi y alejó la permanencia hasta los seis puntos, habrían resultado traumáticos e definitivos para cualquier aspirante a la salvación. El conjunto albiazul, sin embargo, resurgió de la manera más insospechada y casi milagrosa con una remontada histórica cuando estaba a punto de firmar su defunción.
El derrumbe del Alavés resultaba aún más frustrante por la sensación de haberlo probado todo, desde la apuesta por el fútbol ofensivo de Luis Zubeldía hasta el conservadurismo extremo de Gianni De Biasi. Ni la continua pelea de Munir, ni la raza de Manu García, ni los nuevos fichajes, ni siquiera Pacheco, que parecía infalible, sostuvieron el descenso sin paracaídas del equipo albiazul. Pero todo ello dio un giro radical en solo 22 minutos, los que tardó Ibai Gómez en certificar el primer ‘hat-trick’ de su carrera profesional en Girona. Aquella aparición divina reforzó de golpe la fe del Alavés, que se aventuró a adelantar sus líneas de presión, desplegó un fútbol más ofensivo y rehabilitó a algunas figuras que parecían sufrir un episodio de amnesia permanente en sus habilidades futbolísticas.
Por mínima que resulte la actual ventaja con el descenso, la euforia y el optimismo invitan ahora a pensar en un pragmatismo que antes resultaba invisible. Tras lo visto en el encuentro ante el Sevilla, y siempre con la lógica prudencia que exige un debut, es difícil encontrar otro rival directo que combine la calidad de dos delanteros como Munir y Guidetti, que al fin dotan de un recurso ofensivo al equipo, con la solidez de dos pilares defensivos como Pacheco y el reaparecido Laguardia. Dicho de otro modo, parece que los albiazules, contagiados por una extraña oscuridad en su juego desde el verano, han abandonado al fin los complejos que los conducían a Segunda.
A la espera de que el club complete su plantilla con al menos otro fichaje, donde la demarcación de lateral izquierdo continúa subrayada con rotulador permanente, el Alavés vuelve a la casilla de salida para completar una segunda vuelta mucho más prometedora, a priori favorable por los múltiples enfrentamientos directos que afrontará como local por poseer al fin un estilo ofensivo más definido y directo. El conjunto albiazul, que ingresó en la UVI en tres ocasiones en solo cuatro meses, al fin se ha aferrado con fuerza a la vida.
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