Enlazados por el pasado

A estas alturas Sergio Fernández y Alavés son casi sinónimos. En un club albiazul tradicionalmente abonado a las puertas giratorias, a los cambios bruscos cada verano, el director deportivo leonés va camino de la leyenda. Llegó en 2016 y su contrato expira en 2026. Ésta es su séptima temporada con el equipo en la máxima categoría (solo 18 son las totales en Primera). Al único descenso en su expediente le siguió un ascenso en 12 meses, algo sin precedentes en los 103 años del Alavés. Confeccionó además la plantilla que ha disputado la única final de Copa en la historia albiazul (2017). Y en la cuenta de temporadas consecutivas como responsable deportivo del club, ha dejado ya atrás a otros ilustres. A Juan Carlos Rodríguez, arquitecto del Alavés finalista de la UEFA (2001) y que estampó su sello en una etapa gloriosa (1998-2004). También al mítico 'Txema' Zarraga (1975-82) que fichó para la entidad albiazul a un tal Jorge Alberto Valdano.

Mikel González, por su parte, es todavía casi un novato en Bilbao, pero dispone de la confianza del club vizcaíno. Poco después de contratarle fue ascendido a Director de Fútbol, la máxima responsabilidad deportiva. Cuentan que ha entrado con el pie derecho en el Athletic. Que su cercanía en el trato e incluso su edad (36 años) han ayudado a favorecer las relaciones con el vestuario rojiblanco. Tras una etapa anterior (Rafa Alkorta) de cierto distanciamiento. Cierto es que la notable trayectoria deportiva reciente del equipo bilbaíno favorece cuando se trata de que todo fluya. También que Ernesto Valverde se encuentra muy cómodo con el trabajo que ha desempeñado hasta ahora el exalavesista.

A Sergio Fernández y a Mikel González les une, además de una relación amistosa, esa ingente capacidad de trabajo que requiere el puesto en un fútbol hiperprofesionalizado. Del primero, además de su ojo para las contrataciones, se resalta siempre en la zona noble de Mendizorroza su dedicación. Vamos, que si recibe una llamada del club a las tres de la madrugada responde como si fuesen las seis de la tarde y pregunta al interlocutor que qué tal ha dormido. Sobre el segundo solo había y hay buenas palabras en Vitoria cuando se habla de su labor en Ibaia. Desde su trabajo inicial con el fútbol base alavesista, hasta su papel como adjunto a la dirección deportiva (acudir a muchos partidos nacionales e internacionales) y la posterior misión, nada sencilla, de poner orden en el NK Istra: el conjunto croata de la máxima categoría del que el Alavés tiene mayoría accionarial. Un Mikel González multitarea en su etapa albiazul. Reclutado desde el Eibar por el propio Sergio Fernández. Un dúo que han reeditado incluso esta temporada con intervenciones en un congreso (Cáceres) sobre aspectos jurídicos relacionados con el fútbol.

Al director deportivo del Alavés podría definirlo en su aspecto profesional una anécdota de 2016. Dos días antes de que el club vitoriano anunciase su fichaje, el leonés negaba a este periódico, por activa y por pasiva, rotundamente, cualquier contacto para firmar por la entidad de Mendizorroza. Era una pieza que, por tanto, podía encajar como un guante en esa lealtad sin condiciones que exige la directiva albiazul.

Dicen, eso sí, que incluso a él le costo de inicio adaptarse al engranaje alavesista: al bueno, bonito y barato que se pide en el día a día de la sempiterna austeridad económica albiazul. No, sin embargo, a esa elegante diplomacia para representar al club que traía de serie. Ser capaz de hablar en público durante muchos minutos sin salirse un ápice del guion. Posiblemente más directo sea un Mikel González que, pese a su juventud, conoce también el oficio a la perfección. Se le achaca al vízcaíno, por cierto, que tan sencillo es dialogar sobre cualquier tema con él como difícil encontrar un hueco en su agenda. Sergio y Mikel. Diferentes, compatibles durante muchos años en los mismos clubes y ahora rivales, que no enemigos.