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Iñigo Crespo
Miércoles, 21 de marzo 2018, 00:25
Hubo un tiempo en que Alfonso Pedraza encarnaba las escasas esperanzas del Alavés para mantener la categoría. El extremo cedido por el Villarreal era la gran baza ofensiva del conjunto albiazul con Luis Zubeldía y Gianni De Biasi, incluso a pesar de actuar más como ... carrilero o lateral izquierdo que de atacante, su rol natural y habitual. La zancada del cordobés, de conducción precisa y carrera potente, era casi el único pasaporte al área rival para el equipo vitoriano, incapaz de hilvanar jugadas, encajar un puzle defectuoso y frenar su hemorragia defensiva. Pero una vez finalizado el efecto efervescente de la remontada con Abelardo, Pedraza muestra ahora síntomas de agotamiento y desgaste, hasta el punto de que incluso su participación ha disminuido en las últimas semanas.
Uno de los focos del conjunto albiazul durante el presente parón liguero se encuentra en restaurar la versión más desequilibrante y afilada de Pedraza, que tan solo ha disputado los 90 minutos en uno de los cinco últimos partidos de Liga, ante la Real Sociedad en Anoeta. El futbolista cedido por el Villarreal, que incluso impresionó a su club de procedencia durante los tres primeros meses de la Liga, es el hombre de campo más utilizado por el Alavés lo que va de temporada, lo que sin duda ha influido en el evidente descenso de su impacto. De hecho, se trata del único integrante de la plantilla que ha rebasado los 2.100 minutos (2.144), y solo Ely (2.057) le sigue de cerca en esa particular clasificación.
El momentáneo declive de Pedraza, sin embargo, encuentra su auténtico respaldo en las sensaciones que transmite sobre el césped, donde apenas se le recuerdan cabalgadas espectaculares, acciones individuales que levanten a la hinchada de su asiento y, sobre todo, la sensación de que el Alavés cuenta con un martillo en el costado izquierdo. Esa fue, de hecho, la única luz albiazul durante la fugaz etapa de Luis Zubeldía y la era De Biasi, en la que el Alavés carburaba al 10%. Munir sentía que marcar gol era tan difícil como enhebrar una aguja con los ojos vendados, a Pacheco se le había agigantado la portería, y la defensa añoraba el liderazgo de Laguardia.
A pesar de que Pedraza consiguiera anotar el tanto que recortó la distancia en Anoeta, el conjunto albiazul no sabe lo que es ir por delante en el marcador con él sobre el césped en los cinco últimos partidos. Es más, en tres de ellos fue sustituido a falta de media hora para el final, y en otro, cuando aún restaba un cuarto de hora para la conclusión. El bajón de Pedraza tiene sin duda más de una base. El cansancio, evidente tras encadenar varias semanas de tres partidos además de la prórroga de la Copa, las molestias de su muñeca, que ha sufrido dos lesiones, y la falta de acompañantes en pleno bache colectivo han desteñido la explosión del joven atacante en Primera.
En la última convocatoria internacional, además, Albert Celades decidió dejarlo fuera de la lista para los dos próximos encuentros de la sub’21, donde sí permanece el guardameta Antonio Sivera. La ausencia del cordobés en el combinado nacional resulta si cabe más significativa al recordar que el seleccionador mantuvo su confianza incluso en pleno hundimiento del Alavés, cuando actuaba en la banda izquierda de la defensa.
En la regeneración exprés que debe realizar el equipo vitoriano antes de tratar de asaltar el feudo del Espanyol el domingo 1 de abril, la recuperación de Pedraza figura como una de las grandes prioridades del cuerpo técnico. Y es que el extremo es uno de los jugadores que durante más tiempo ha competido a su más alto nivel, hasta el punto de que parecía el único inmune a la calamidad que sufrió el Alavés durante el primer tercio de la campaña. No es casualidad que su frenazo haya coincidido de lleno con la peor racha de la era Abelardo.
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