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IÑIGO MIÑÓN
VITORIA.
Sábado, 23 de febrero 2019, 01:00
El Deportivo Alavés se aproxima a buen ritmo al cruce de objetivos. El primordial, la permanencia, está muy cerquita. El sueño de cotas mayores pasa por aferrarse a la competitividad mostrada durante toda la temporada. Un triunfo ante el Celta instalaría a los ... albiazules en los 39 puntos (Mendizorroza, 18.30 horas), a solo uno de esa barrera imaginaria que se suele colocar para sentirse salvado, a solo un paso de fantasear con hazañas difíciles de imaginar a principio de temporada. Es el reto del equipo de Abelardo ante un rival necesitado y en permanente estado de ansiedad, que, al revés que su anfitrión de esta tarde, se encuentra en una situación mucho peor de lo esperado cuando se diseñó la temporada.
Chocan dos estados de ánimo antagónicos. La ilusión por mirar hacia arriba contra el desasosiego de mirar hacia atrás. La confianza de los vitorianos, recuperada ante el Levante y apuntalada en el campo del Betis, contra la angustia de los gallegos, a un punto del descenso y con su entrenador, Miguel Cardoso, el segundo de la temporada, cuestionado por los resultados. La solvencia del Alavés en Mendizorroza, con el único lunar de la derrota ante el Rayo, contra la zozobra en su área del Celta, el equipo más goleado del campeonato (43).
El técnico albiazul no tiene a Martín Aguirregabiria, que no termina de recuperarse y se perderá su cuarto partido consecutivo. Pero el celeste, aunque recupera a Maxi Gómez, no tiene a Iago Aspas, su mejor jugador. El Pitu recela del mal momento celtiña. «Es un gran equipo. Nadie contaba con que estuviera en una situación difícil y eso lo hace muy peligroso. Porque tiene una calidad que en cualquier momento puede brotar», apunta el asturiano, que no cree que la necesidad de puntos del conjunto visitante vaya a pesar en el duelo de esta tarde.
Ausente Martín continúa con molestias y volverá a causar baja por cuarta jornada consecutiva
Entrenador cuestionado Miguel Cardoso se juega el puesto sin Iago Aspas y medita utilizar una defensa de cinco
Prefiere centrarse en el apartado táctico. Cargado de incertidumbre. En el propio Alavés, que ha jugado con trivote los tres últimos partidos -primera vez en la temporada que lo utiliza en tres encuentros seguidos-, pero puede recuperar en cualquier momento el dibujo 4-4-2, que ha sido el más habitual a lo largo de la temporada (16 partidos de 24). Con opciones para Borja Bastón en punta, junto a Jonathan Calleri y la asistencia en bandas de Inui y Jony, que, una vez olvidada su lesión de tobillo, vuelve a ser el principal cauce de peligro del conjunto babazorro. «Yo estoy cómodo con los dos sistemas. Y los jugadores también, que es lo importante», asegura Abelardo.
Más puede variar la imagen del Celta, ya que, con la soga al cuello, Miguel Cardoso puede cambiar su idea para reforzar la línea defensiva, la más débil desde los tiempos de Eduardo Berizzo, y recuperar la zaga de tres centrales y dos carrileros que ya utilizó en su anterior 'final' frente al Sevilla, saldada con triunfo celeste por 1-0. Hoedt es fijo en el eje, con dos puestos a repartir entre Cabral, Costas y Araujo. En las bandas, Hugo Mallo y Juncá. Abelardo, consciente de que ese dibujo suele incomodar a su equipo -el último ejemplo, el Rayo-, está preparado para cualquier variante. «Hemos trabajado con las dos ideas, veremos qué sistema sacan y nuestra forma de jugar se adaptará», dice el Pitu, que pide a los suyos, sobre todo, estar «concentrados e intensos».
Cardoso, que además de Iago Aspas tiene las bajas de Kevin -lesionado- y Boudebouz -sancionado-, confeccionó una convocatoria de veinte jugadores sin Radoja y Emre Mor, que se quedaron en tierras gallegas por decisión técnica. En otra 'final' para el portugués, que firma los peores números de un entrenador celeste desde el último ascenso a Primera División. Balaídos le despidió con una sonora pitada en el último encuentro, frente al Levante (1-4), y en Vigo se da por hecho que una derrota en Mendizorroza significaría su destitución e incluso ya se especula con sus posibles sustitutos.
Y el técnico luso sabe que Mendizorroza no es una buena plaza para jugar con nervios. «El Alavés tiene un apoyo muy fuerte en su campo y en los partidos de casa suele tener resultados buenos», reflexiona el entrenador celeste, que destaca «la intensidad del juego albiazul» como la clave de su gran trayectoria en el presente campeonato. Y apela a la concentración de su equipo para no dejarse llevar por las urgencias clasificatoria.
«Jugamos contra un equipo fuerte, que tiene una buena organización, con una línea de trabajo muy clara. Hay que igualar ese espíritu. Salir del espacio emocional y jugar con toda la intención que tenemos», concluye.
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