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Pablo Machín ha visto a Burgui «poco y mal». El futbolista extremeño se reincorporó a los entrenamientos el miércoles después de casi un mes de baja por coronavirus. 26 días, desde el 6 de noviembre hasta el 2 de diciembre. Demasiado tiempo sin hacer nada ... para un jugador profesional. El entrenador albiazul explica esas palabras. «Le he visto poco porque no está entrenando con el grupo, porque ha estado mucho tiempo parado y ha perdido toda la forma física que tenía. Tampoco es recomendable hacer actividad física en casa mientras pasas la enfermedad. Y le he visto mal porque para un futbolista eso supone volver a partir de cero».
Un aviso, otro, de la gravedad de la enfermedad. «Nos debe servir para saber a qué estamos expuestos y, si cabe, tomar todavía más medidas, aunque lo hacemos insistentemente». Una reflexión que parece acordarse del capitán, Manu García, inmerso desde hace doce días en el proceso que ya pasó Burgui.
Con un matiz futbolístico: el vitoriano había participado en siete partidos hasta el momento de conocer el positivo, mientras que el pacense es uno de los tres albiazules inéditos en la presente temporada, junto a Sivera y Tachi. Cuando conoció el primer caso, Machín apuntó que, en las actuales circunstancias, habría que tomar los contagios «como lesiones». Ahora ya sabe que la puesta a punto posterior puede ser incluso peor.
Burgui y Manu son baja para el partido de mañana ante la Real Sociedad, igual que Pere Pons, convaleciente aún de una fractura en el pie. A la espera de la última sesión, hoy por la mañana en Ibaia, el resto está disponible.
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