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Lorenzo Sebastián
Historiador
Viernes, 26 de abril 2024, 01:12
Una serie sobre la historia y el futuro del estadio de Mendizorroza, que cumple cien años.
Mis primeros recuerdos del Deportivo Alavés vienen de la infancia, cuando en la temporada 1974-75 mi padre, Feliciano, y sus compañeros de trabajo de Cristalerías Aranegui se hicieron ... socios. El Glorioso acababa de ascender a la Segunda División. Tengo grabada en mi memoria la recién estrenada Tribuna de Gol Cervantes, con sus altas gradas de hormigón y lo frío y duro que era el asiento. Frío que mitigaba con una almohadilla hinchable con el escudo del club, adquirida en los grandes almacenes Woolworth de la calle San Prudencio.
Como por esas fechas vivíamos en el cercano barrio de Ariznavarra, en los días de partido se escuchaban los gritos de alegría de la afición cuando el Alavés metía un gol. Conocíamos a Susana, una vecina que se encargaba de lavar las equipaciones de El Glorioso. El barrio era entonces como un pequeño pueblo donde los domingos tomábamos el aperitivo en el Mendizorroza, el bar de la Puri. También recuerdo pasar algunas tardes festivas en el céntrico bar Bujanda regentado por el mítico jugador del Alavés Primi.
Ariznabarra siempre ha estado -y está- muy vinculado al alavesismo. De él han surgido jugadores (Javi Muro, Gaizka Toquero) y entrenadores (Natxo González). Su cercanía geográfica al campo hace que los bares próximos a la Calle Portal de Castilla sean el punto de encuentro de la afición albiazul en los minutos previos a cada partido.
La Tribuna de gol Cervantes no tenía el pedigrí de la General, grada añorada por toda la afición alavesista de cierta edad. Las tribunas se habían ido adaptando a las nuevas necesidades y normativas deportivas. He tenido la fortuna de vivir 50 y compartirlos con mi familia y amigos. Aunque resulta difícil seleccionar los momentos más significativos, deseo recuperar aquellos que recuerdo por su intensidad: unos alegres y otros tristes, pero siempre muy vividos.
Los primeros jugadores que vienen a mi mente son el paraguayo Ortigosa (1974-77) y el argentino Valdano (1975-79). Era la época de los presuntos oriundos, aunque ninguno de ellos lo fuesen. Aún tengo grabada en la retina el día en el que antes de comenzar el partido Valdano recorrió el campo, de portería a portería, dándole toques al balón con la cabeza. Mi segunda fecha inolvidable fue el 15 de febrero de 1978, cuando un Alavés de Segunda División venció al FC Barcelona (1-0) de Johan Cruyff, en un abarrotadísimo Mendizorroza durante la fase clasificatoria de la Copa del Rey. Tampoco olvido aquel 6 de mayo de 1981 a un Glorioso de Segunda le tocó enfrentarse al Athletic en octavos de la Copa. En San Mamés el resultado había sido de 3-1. En el encuentro de vuelta Mendi se llenó como en las grandes ocasiones y el partido terminó con un disputado empate (3-3). Si hay que hablar de desplazamientos, está aquel 27 de junio de 1993. El Sant Andreu se enfrentaba al Deportivo Alavés por el ascenso a Segunda División, con más de 2.000 vitorianos de viaje, 400 de ellos en un tren nocturno, nuestro triunfo y la victoria del Toledo que nos negó el ascenso a Segunda. Lejos de Mendizorroza, quedan las lágrimas y el orgullo en Dortmund aquel 16 de mayo de 2001. Un mes después, nació mi sobrino Iker con un casi título de Europa debajo del brazo. Desde entonces es socio y compartimos afición y tribuna en Cervantes.
No todo son tristezas. Dulce fue el ascenso en 2016 a Primera, con el partizado ante el Numancia (2-0). Aquí se incorpora mi hija Lucía Libertad a la familia alavesista de manera activa. Dejemos que ella se exprese con sus propias palabras: «El Alavés siempre ha estado presente en mi vida, desde que nací. Me acuerdo de cuando mi padre desaparecía cada fin de semana durante dos horas para ver el partido y yo me preguntaba con curiosidad qué sería lo que despertaba tal afición en él. Crecí, y poco a poco me fui adentrando en el universo del fútbol. Fui a 'Mendi' a ver algún partido de esa etapa en Segunda División con el carné Txiki (2011).
Sin embargo, el primer partido que recuerdo con total claridad llegaría un poco después. Fue el 29 de mayo de 2016, día en el que el Alavés ascendió a Primera contra el Numancia. Fue el mismo día de mi primera comunión. A pesar de ser la primera en irme de mi propia celebración, nunca olvidaré la emoción al ir a casa a quitarme el vestido y enfundarme la camiseta del equipo de mi corazón. Porque me esperaba el ascenso de El Glorioso junto a mi padre, mi tío y mi primo Iker. Ascendimos, y mi padre me hizo el mejor regalo que me han hecho jamás: convertirme en socia del Alavés, regalo con el que se me saltaron las lágrimas de la emoción». Palabra de hija.
Hay momentos de gloria como la final de Copa ante el Barcelona de Leo Messi el 27 de mayo de 2017 con mi hermano, mi sobrino, Koldo y yo participando en la impresionante kalejira hacia el histórico Vicente Calderón. No se borra de la memoria el 2021, el año del centenario del Deportivo Alavés. No lo pudimos celebrar por la pandemia: un año triste. Recuerdo especialmente el 14 de agosto. La soledad de Mendizorroza, fuera de mi asiento habitual, en las primeras gradas, detrás de la portería de Cervantes. Por sorteo me tocó asistir solo al Alavés-Real Madrid (1-4), sin mi familia, sin mis amigos. Tengo grabado el silencio atronador de Mendi cuando Joselu marcó de penalti el único gol alavesista.
El último momento vivido con gran intensidad sucedió el 17 de junio de 2023: el ascenso agónico del Alavés a Primera, logrado con ese sufrimiento tan distintivo de nuestros colores y un gol de penalti para batir al Levante. Mi hija vuelve a tomar la palabra. «Experimenté conscientemente, por primera vez en Cervantes, lo que es la Segunda División, de la que me llevo un bonito recuerdo, llena de emociones, que culminaríamos con el gol de Villalibre en el minuto 129 en el campo del Levante. Fue muy emocionante ver el partido por televisión con mi padre».
Llega la celebración del centenario de Mendizorroza y lo celebraré con un sentimiento especial. Hace 50 años mi padre me llevó al Alavés cuando yo tenía 10 años y yo hice socia a mi hija con la misma edad. Vuelven a oírse rumores sobre su posible reforma-ampliación o reubicación. Una constante en la historia albiazul: fiestas patronales, eventos futbolísticos y proyectos de reformas.
En este medio siglo la afición ha evolucionado como lo ha hecho la propia ciudad. Ha aumentado el número de mujeres que asisten al campo y ha pasado de ser un templo de los VTV (de Vitoria de Toda la Vida) a incorporar a la masa trabajadora en la emigración de los años 50 y 60, a los 'baby boomers', y, en las últimas décadas, a personas procedentes de los cinco continentes. Mendizorroza reúne en sus gradas, cada vez más, a la pluralidad social y étnica de la capital de Euskadi. Quiero resumir la intrahistoria de lo que ha sido y es para mí la grada Cervantes de Mendizorroza: lugar de alegrías y sufrimientos, de hermanamiento y de transmisión de una afición de padres a hijos e hijas. Esperamos y deseamos que siga siendo nuestro espacio de encuentro durante muchos años. ¡Aúpa Alavés! Beti Alavés!
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