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Página de ABC con la narración del partido en el que Canga-Argüelles salió escoltado por la Policía. ABC
El desmayo del árbitro

El desmayo del árbitro

Historias en albiazul. 1933 ·

Jueves, 22 de abril 2021, 02:18

Suele decirse que no hay mejor noticia para un árbitro que lograr pasar desapercibido. No obstante, con casi un siglo de historia a sus espaldas, es lógico que haya habido ocasiones en que el colegiado que dirigía un partido del Alavés se convirtiera en protagonista involuntario del choque. Es lo que sucedió con el madrileño Juan José Canga-Argüelles Ballesteros, árbitro de Primera y Segunda división en la década de 1930. En muchas crónicas de la época su arbitraje aparece como «correcto», pero no falta alguna referencia más controvertida, como la del encuentro entre el Betis y el F.C. Barcelona, disputado en Sevilla el día de Navidad de 1932. Según la edición sevillana del 'ABC', el público protestó ruidosamente su labor, provocando «la irrupción de los guardias de asalto en los pasillos de los palcos y aun en la tribuna, zurriago en mano. Un espectador que clamaba contra la ineptitud del árbitro recibió varios golpes.». El trencilla tuvo que retirarse del campo escoltado por las fuerzas del orden y, tras el choque, una comisión de aficionados se trasladó al Gobierno Civil, con objeto de protestar por la actuación de la Guardia de Asalto.

Hoy resultaría extraño que este partido se disputara en un día festivo tan señalado, pero en aquella época era bastante habitual jugar en Navidad. Eso sí, parece que estas fiestas no daban buena suerte a Canga-Argüelles, como se vio al año siguiente, el 25 de diciembre de 1933, con motivo del encuentro de Segunda entre el Deportivo de la Coruña y su homónimo babazorro. Este último fue derrotado por 2-0. Estaba haciendo una temporada tan desastrosa que el 'Heraldo Alavés' tituló su crónica con un contundente: «El Deportivo Alavés, por no perder la costumbre, sigue perdiendo».

En esta ocasión, el árbitro no tuvo nada que ver con la derrota albiazul, aunque fue el auténtico protagonista del choque, por motivos inopinados. Canga-Argüelles había salido de Madrid en ferrocarril, con objeto de llegar a tiempo para arbitrar en La Coruña, pero el tren en el que viajaba descarriló cerca de Monforte. Fue un accidente no muy grave, pues no hubo heridos de gravedad, pero el tren acumuló mucho retraso. Deseoso de cumplir con su cometido, el colegiado decidió entonces alquilar un coche y continuar viaje hacia La Coruña, con tal mala suerte que su vehículo tuvo un accidente y volcó. Según algunos diarios, el colegiado resultó ileso; otros, por el contrario, indicaban que quedó «seriamente lesionado en una pierna».

Inasequible al desaliento, Canga-Argüelles alquiló otro coche que le llevó por fin a su destino. Pero, con tanto contratiempo, llegó justo «momentos antes de empezar el match, teniendo que vestirse a toda prisa y salir al campo sin haber probado bocado en largas horas», después del ajetreado desplazamiento. Al parecer, los médicos le dijeron que no saltara al terreno de juego, pero él hizo caso omiso de este consejo.

Al principio todo fue bien, pero a los 15 minutos del segundo tiempo Canga-Argüelles, que hasta ese momento «no había dado muestras de hallarse indispuesto, quedó un momento parado y a poco sufrió un desvanecimiento», desplomándose de repente. La alarma saltó entre espectadores, técnicos y jugadores de ambos equipos, que le retiraron a hombros hasta el vestuario. Ocupó su lugar uno de los jueces de línea, un gallego al que algunos diarios mencionan como Monforte, y otros como Cabrera o Bardanas. Tras momentos de gran tensión, se supo que el síncope se debía simplemente a la falta de alimentación del colegiado. Cuando más tarde, ya repuesto, reapareció para ver el resto del partido desde la grada, «fue ovacionado calurosamente».

El incidente «emocionó a los espectadores por su originalidad y las circunstancias dramáticas en que se produjo». Lo que sí quedó claro es que Canga-Argüelles era responsable en el cumplimiento de su tarea arbitral. Es de suponer que, en ocasiones posteriores, procuraría comer y llegar con fuerzas suficientes para dirigir el partido.

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