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Decepción en Mendizorroza con una derrota clara ante un Rayo Vallecano que, bien asentado sobre el campo, mira más hacia Europa. Quedan todavía nueve jornadas ... para terminar la Liga, pero aunque sigue siendo mucho y ayer no se sumaron puntos, me preocupó sobre todo la imagen de un equipo impotente. La salvación estará en pocos puntos de distancia entre los implicados, pero cada vez son menos y ayer se dio un paso en falso. Y más en Vitoria, donde va a estar la clave de la permanencia, con un querer y no poder alarmante ante un contrario que no necesitó mucho para ganar con holgura.
Dos goles en contra, uno en cada período y aunque el conjunto albiazul lo intentó, primero con dominio y luego con un fútbol directo y segundas jugadas, dejó muchas dudas y desconfianza. Y eso que el técnico Coudet recuperó a su guardia pretoriana, con la vuelta de Sivera, Blanco y Kike García al once. Pero rápidamente y a balón parado tras un córner al primer palo, se encajó el primer tanto y el segundo, tras la reanudación y una brillante acción individual visitante.
Para colmo de males, se pudo empatar acto seguido con un balón al larguero, pero sobre todo, con un penalti a lo Panenka fallido de Jordán. Otro gallo hubiera cantado entonces, pero también hubo mucho tiempo y tampoco se vio al peligroso Alavés esperado en el área contraria. Y eso que en el Rayo debutó de inicio el central Pelayo -que aguantó con una amarilla hasta el final- y un viejo conocido como Aridane, en un eje de la zaga que salió indemne. Sólo podríamos quejarnos de un posible penalti en la segunda parte a Toni Martínez, que esta vez le tocó actuar de revulsivo. Porque Guridi lo hizo de titular, dando guerra de cabeza, pero lo más sorprendente otra vez fue ver al extremo Carlos Vicente en el banquillo. Por mucho que supongo que Cabanes esté entrenando muy bien, el aragonés ya ha demostrado que puede desequilibrar un partido por su banda.
Después llegaron las sustituciones como el correcalles, con toda la artillería sobre el campo, como Carlos Martín y Villalibre al final. E incluso, la recuperación del extremo izquierdo Conechny, que fue la mejor noticia de la tarde, cara al sprint final de la temporada. El caso es que si nosotros intentamos dominar el balón, el rival controló el juego a base de contragolpes, pero empezar perdiendo tras jugada a balón parado en contra es un gran escollo para remontar. Y más errar un penalti tan decisivo, pero sobre todo, no ser capaz de marcar en casa y que te lo hagan por partida doble. Y lo más preocupante, que cuando parecían haberse divisado los primeros brotes verdes con el cambio de entrenador, vuelta a empezar para recuperar la autoestima. Porque ya no hay excusa, tras dos semanas más de trabajo seguido para asimilar y reforzar conceptos en cuatro meses. Incluso con refuerzos de última hora a la carta y observando que los jugadores se dejan la piel en el campo, habrá que volver a rezar para que haya tres plantillas peores.
Una es ya la del Valladolid sin discusión, pero si quitamos de la quema al Valencia, quedan cuatro candidatos para dos puestos, lo que parece un 50% de posibilidades para la salvación. El Espanyol suma sobre todo en casa y con mucho empate -el único que nos supera en el 'average'- y Las Palmas y Leganés ya han demostrado que pueden ganar en cualquier sitio, pero también pinchar. Toca mejorar considerablemente en las áreas, empezando por una salida a Girona, ante un contrincante que no querrá meterse en problemas de última hora.
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