Otro rácano punto del Alavés

Hoy en día no parece determinante quedar tercero o sexto pese al factor campo en juego, sino la forma física y mental con la que llegues al'play off. Sin embargo, en el caso alavesista está demostrado que sí, porque a domicilio baja demasiado sus prestaciones con una irregularidad que no perdona en este tipo de finales. Como ayer y sin que valgan las excusas de las bajas importantes de Sivera, Duarte, Guridi y Miguel, donde el conjunto albiazul desaprovechó la enésima ocasión de dar un golpe sobre la mesa.

Puedo entender la ansiedad y presión de todas las plantillas, pero hay que reconocer que esta temporada no hay ningún conjunto en la categoría demasiado superior a los demás. De hecho y por mucho que el técnico Albés, del Albacete, sea la sorpresa más positiva del grupo, al Alavés le faltó la ambición de ir a por el partido desde el principio. Por mucho que el equipo local sea el más realizador de todos, faltó contragolpear con más intensidad para ganarles. De esta forma en la primera mitad no hubo casi ocasiones visitantes y por ende nos pagaron con la misma medicina del contraataque para buscarnos la espalda en defensa y marcar a placer.

El ayer titular joven portero Owono no fue apenas achuchado y tanto los novedosos Javi López, Moya y Sylla pasaron más que desapercibidos. Es decir, gol en contra al descanso y reanudación con más de lo mismo, lo que dio a entender que si la aptitud sale con cuentagotas, hay que explotarla al máximo pero una actitud permisiva es más imperdonable, ya que es una tarea menos innata. Lamentablemente, hubo que esperar al tramo final del partido para que otra vez con un toque de corneta a la heroica el Alavés tirara de corazón para por lo menos igualar la contienda.

Ayudó la mayor clarividencia y el toque a balón parado del veterano Salva Sevilla, el mayor desparpajo de Abde por la banda, un fútbol más directo con dos delanteros como Villalibre y Panichelli y la contención de Benavídez en la medular –todos saltaron desde el banquillo–. Puede ser que ayer no acertara del todo nuestro técnico Luis García con la alineación, pero entiendo que es más fruto de una apuesta demasiado conservadora que cala en sus hombres y que varía cuando no hay más remedio. De hecho, ni la frescura de los recambios locales frenaron la inercia del corazón visitante para empatar.

La conclusión es que cuando la calidad no inunda e incluso es tan igualada, suele ganar el que más arriesga por valentía. Por lo que en la próxima visita a Vitoria de un Málaga que puede llegar casi descendido y con la baja albiazul de Rioja por cinco amarillas, toca jugar con la cabeza lo mejor amueblada posible. Porque a falta de concluir la liga regular en Las Palmas, se hace necesario preparar a la tropa, sabiendo que ya hay poco que perder y mucho que ganar. Sobre todo fuera de Mendizorroza y para regularizar su rendimiento hay que exigir más personalidad al juego de esta plantilla, que si no superior, tampoco es inferior a ninguna otra.