Un Alavés lejos de su mejor versión cayó derrotado en Mendizorroza ante una Real Sociedad con las miras puesta en Europa. De esta forma, el conjunto vitoriano tendrá que esperar para conseguir la permanencia matemáticamente, a la par de mejorar sus prestaciones. Porque ayer y ... con el equipo de gala no consiguió poner apenas en apuros a la zaga guipuzcoana, exceptuando un poste del capitán Rioja antes del descanso.
Fue el cuarto de hora final de la primera parte cuando el Alavés pareció equilibrar el juego, ya que antes la escuadra donostiarra mandó con la posesión del balón y alguna que otra llegada peligrosa. Está claro que se enfrentaban dos rivales con tácticas contrapuestas y objetivos diferentes a la larga. El deseo de ambos sí era el mismo, como ganar al vecino para acercarse cada uno cuanto antes a su meta. De hecho, un empate no era descabellado para los intereses de cada uno, pero la verdad es que la Real lo intentó bastante más como para llevarse los tres puntos, con Barrenetxea y Oyarzábal merodeando el área contraria. Pese a las importantes bajas de Le Normand y Brais, así como Kubo antes de la reanudación, el estilo del gran técnico visitante Imanol es innegociable, defendiendo con el balón en sus pies. Por algo ha conseguido que su juego sea envidiado por toda Europa, a lo que el Alavés respondió con una defensa con compromiso en ayudas y a esperar la suerte del contragolpe, pero casi nulo en ocasiones como principal hándicap a mejorar.
Por esta vez me extrañaron los cambios de Luis García, gran artífice de la comunión entre equipo y afición
De esta forma, en la segunda mitad ya se intuía que el equipo que marcase primero se podría llevar el gato al agua y que las jugadas a balón parado serían determinantes. Y así fue, con un primer aviso de la Real que el portero local Sivera despejó con su buen hacer acostumbrado, pero que no pudo hacer nada en otro segundo a bocajarro. Entretanto, en la medular destacó sobremanera el forastero internacional realista Merino, que aparecía por todas partes, Y por esta vez me extrañaron los cambios del entrenador local Luis García, gran artífice de la comunión entre equipo y afición, tras la continuación, no sólo sacando del campo a la brújula de Guevara, sino apostando por un segundo delantero como Panichelli, que llevaba casi un año parado por su grave lesión. Hasta que después introdujo a las otras alternativas, como Kike la más normal y Giuliano en banda, porque el otro extremo fue para Abde, sin ninguna oportunidad para Sola. Y encima, el conjunto donostiarra reforzó su banda más apremiada con otro lateral para frenar las embestidas del ahora albiazul y viejo conocido Gorosabel.
La conclusión es que a igualdad de intensidad grupal se impuso la mayor calidad individual forastera jugándose a lo que quería, sobre todo en campo rival. De esta forma y después de 600 partidos en Primera División, el Alavés no pudo volver a puntuar y deberá hacer los deberes cuanto antes en la próxima visita al desahuciado Granada, con un parón previo por la final de la Copa Athletic-Mallorca del sábado próximo. Con veinticuatro puntos por jugar, el descenso se ha recortado a siete, pero si el Alavés mantiene su personalidad -también en la siguiente visita del Atlético de Madrid-, la recompensa no tardará en llegar. Y con un tremendo mérito en su gestión directiva, siendo la plantilla con el menor presupuesto de toda la categoría, lo cual hay que valorar de forma claramente positiva. Para ello, no ha quedado más remedio que diversificar las fuentes de ingresos, poniendo los huevos en más de un cesto en busca de la máxima estabilidad y competitividad.