No se mereció perder

La escuadra albiazul repitió su once de gala -lo que funciona, no se toca- en una primera parte que presagiaba que el que se despistara, sufriría. Y así fue. Primero fallamos nosotros y luego ellos, para ir camino de los vestuarios en tablas, pero con la sensación de que se hacía daño con cada llegada al área contraria. Es así, como Guridi, que repitió de pivote en la medular, se multiplicó para asistir en el área pequeña al argentino Conechny -el calco de Rioja-, que igualó de cabeza. Y tras la continuación, se abrió del todo el melón, con un Alavés que concedió demasiado en defensa y con unos minutos fatídicos en la construcción de juego que resultaron mortales de necesidad.

También hay que reconocer el olfato goleador de Puado en el segundo tanto, pero el tercero fue en una contra con penalti del portero Sivera que después no pudo detener. Y eso que el Espanyol fue el primero que ya tenía previstos sus cambios para agitar el árbol, obligando al Alavés a hacer después cuatro de una tacada, en plena línea de flotación, como es su columna vertebral. Lo que puede dar una idea de que el próximo viernes en Mendizorroza ante el Sevilla, habrá cambios.

Nuestro técnico Luis García Plaza se cargó la medular para devolverle la manija a Guevara y que debutara Joan Jordán, que a la postre lanzó un córner con su guante, que cabeceó Tenaglia para acortar una distancia que fue definitiva. Antes, Toni Martínez, otra vez de revulsivo, no acertó con la puerta rival. En defensa también debutó otro postrero fichaje como el central Mouriño por el amonestado Abqar. La última bala fue la de otro punta como Villalibre, pero no hubo puntería necesaria pese al asedio final.

Fue un resultado amargo porque en dominio del balón fuimos muy superiores -también influyó que fuimos por detrás en el marcador- y tanto en tiros a puerta como saques de esquina. La clave pudo estar en que un oponente muy parecido nos ganó jugando más al contragolpe, esencia que nos distingue. Es decir, se jugó más a lo que ellos querían y es un aviso de que no podemos conceder tanto en defensa, pese a que esta vez contemos con más elementos ofensivos para competir. Incluso con mayor fondo de armario, lo que aumentará la competencia individual con cambios en las alineaciones que reforzarán al bloque.

El caso es que no somos ni tan buenos ni tan malos. Se trata de buscar el equilibrio en la balanza, por lo que debemos insistir en mejorar la concentración en ambas áreas a partir de una medular consistente que acompañe en defensa y ataque. El ejemplo de desconexión más grave fue con los dos tantos seguidos encajados ayer. Aunque parezca obvia, no hay que olvidar la importancia de evitar jugar con el marcador en contra. Nuestro fuerte es sorprender más a la contra desde una zaga segura que llevar la iniciativa, sabedores de que al calor de nuestra afición minimizamos los puntos débiles. Insisto. Aunque este curso tenemos más pólvora arriba, no olvidemos que nuestro seguro de vida es hacernos fuertes atrás. A las estadísticas me remito.