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El Alavés sabe mejor que nadie el impacto que adquiere llenar sus alforjas de puntos antes de los parones ligueros. Los paréntesis que provocan los encuentros internacionales suelen actuar como bombonas de oxígeno y ofrecer un margen para acoplar los últimos fichajes del mercado veraniego. ... Pero también pueden convertirse en una prórroga de un estado de ánimo depresivo para aquellos que se encuentran en una inesperada crisis inicial. El conjunto albiazul llegó al primer parón del pasado curso con el casillero inédito y con una indigesta sensación de vacío futbolístico. El regreso, como recuerda todavía cualquier aficionado, fue incluso más tormentoso. Sea cual sea el resultado de esta tarde ante el Espanyol, el equipo vitoriano se encontrará a años luz de ese sentimiento de orfandad en el juego por los cimientos que acumula con Abelardo, y con un valioso empate ya en el bolsillo. Pero festejar la primera victoria en Mendizorroza dispararía el optimismo antes de regresar al taller para incrustar a Jonathan Calleri y Darko Brasanac, además de acelerar la adaptación de Adrián Marín, Patrick Twumasi y sumar a Tomás Pina.
El Alavés, no obstante, deberá despejar varias incógnitas para llegar al primer paréntesis liguero al alza. La principal duda que permanece en el imaginario colectivo albiazul es si el equipo es capaz de desplegar un fútbol como el del segundo tiempo ante el Betis durante un periodo más largo, aunque sea con combinaciones de presión elevada y un repliegue más intensivo, para no ceder la iniciativa al rival de manera tan descarada como en el primer tiempo y en el estreno liguero frente al Barcelona en el Camp Nou.
El cuadro de Abelardo demostró, pese a la superior calidad técnica de los verdiblancos, la falta de algunas piezas básicas en el esquema y un rodaje todavía primario, que podía poner en aprietos a la defensa de Quique Setién, sin duda su punto más débil. Ni el juego del Alavés era para lanzar cohetes -algo lógico ante la repentina ausencia de Pina y la larga espera hasta la llegada del último centrocampista-, ni su verticalidad era tan afilada como se espera, pero bastó para inquietar a uno de los aspirantes a la planta noble de la Liga.
La grada también espera algo más que detalles de los fichajes más ambiciosos, como el regreso de un Borja Bastón muy cohibido y solitario en el duelo contra el Betis y Twumasi, que apenas disputó un puñado de minutos en su debut en Mendizorroza, suficiente para anticipar algún destello. Ambos compartirán hoy el foco con Jonathan Calleri, quien podría entrar en su primera convocatoria y estrenarse con la camiseta albiazul, Adrián Marín y John Guidetti, que participó ante el Betis pero aún no se encuentra disponible para disputar los 90 minutos.
Protagonismo
Sin embargo, el adversario de esta tarde se presenta con un cartel un tanto engañoso. El Espanyol, que ha encadenado varias campañas de objetivos inciertos, se encuentra ante uno de los arranques más convincentes de los últimos años. Los catalanes igualaron en la jornada inaugural ante el Celta y batieron después al Valencia en un sobrio encuentro. La ilusión se ha disparado con el efecto Rubi, del que los hinchas esperan algo más que la típica efervescencia que imprimen sus entrenadores.
El Alavés, en definitiva, busca empezar a reconocerse cuando todavía se encuentra entre hilvanes, con su principal arquitecto (Pina) en la enfermería y su nuevo socio recién llegado; los delanteros todavía en posición de salida y la defensa sólida pero sin exceso de recursos por la grave lesión de Rodrigo Ely. El conjunto albiazul comenzará a asomar de verdad tras el parón del próximo fin de semana, pero un despegue previo sería el mejor puntal para esa segunda pretemporada exprés. Ese será el momento en el que los primeros trazos de los últimos nombres comenzarán a ser parte esencial de un bloque ya construido.
El entrenador del Espanyol, Joan Francesc Ferrer, Rubi, afirmó ayer que «el cambio más grande» en su equipo es que ahora sus jugadores creen que pueden «ganar a cualquiera y jugar bien», por lo que van «a por todos los partidos». El técnico, consciente del buen momento del equipo tras ganar al Valencia, alertó de los peligros del Alavés: «Tiene velocidad, juega bien al contragolpe y ataca bien los espacios. Es un conjunto intenso y no podemos relajarnos», advirtió.
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