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Joaquín Caparrós, Víctor Muñoz, Benito Floro, López Muñiz, Camacho, Mendilibar... Las fuentes técnicas de las que bebió durante su carrera futbolística Javier Calleja (Madrid, 1978) son variopintas. «Totalmente diferentes muchos de ellos en su manera de ver el fútbol y en lo personal», reconocía con ... media sonrisa el entrenador albiazul en una entrevista con ELCORREO. «Es un cocktail, coger lo mejor de cada uno y llevarlo a tu idea. Y saber que de todos, por mal que te haya ido o que pareciera que no tenía nada que ver contigo, se puede extraer una lección y aprender», precisaba.
También trabajó a las órdenes de Manuel Pellegrini. En el Villarreal, entre 2004 y 2006, en el aterrizaje del chileno en el fútbol europeo. En la primera temporada una grave lesión apartó al entonces delantero amarillo de los terrenos de juego durante siete meses. Solo pudo jugar tres partidos. En el verano de 2005 fue uno de los descartes del club castellonense, pero el 'Ingeniero' le ofreció la continuidad y el hoy técnico albiazul decidió luchar por un puesto en un ataque con Forlán, José Mari, Guayre, Guille Franco. Jugó trece partidos y marcó un gol. Y al año siguiente bajó a Segunda para enrolarse en las filas del Málaga.
No tuvo demasiada suerte bajo la dirección de Pellegrini, pero nunca ha escondido su predilección por el chileno, a quien siempre ha considerado un referente en su ideario futbolístico. Y el Villarreal les une. Son dos figuras claves en el despegue y consolidación del 'submarino amarillo' en la elite del fútbol español. En el césped, en el banquillo y en un libro de estilo compartido que ha calado en las raíces del juego en La Cerámica.
En los inicios del siglo, cuando el equipo empezaba a asomar en Primera, Javier Calleja era uno de los preferidos de la afición. La empatía hacia el humilde. Hacia un futbolista que en abril de 2003 perdió a su madre horas antes de un partido contra el Barcelona en el Camp Nou, pero decidió jugar, marcó de penalti en el último minuto y se lo dedicó con un mensaje bajo la camiseta, con lágrimas en los ojos y abrazado por todos sus compañeros. Había llegado a Villarreal cuatro años antes, tras un curso en su filial, después de formarse desde infantiles en el Real Madrid de Tote, Rivera o Mista.
Pellegrini cambió la historia del club: tras sobrevivir a un mal inicio en su primer año, lo metió en Europa en el segundo y lo colocó en las semifinales de Champions un lustro después. Es el entrenador con más partidos en la historia de la entidad (249), seguido de Marcelino (177) y, sí, Javier Calleja (131), que apenas cinco años después de colgar las botas en Osasuna ya llevaba la riendas del primer equipo. Acabó quinto en la temporada 2017-18, fue destituido y reclutado de nuevo para enderezar el rumbo en la 2018-19 y fue quinto otra vez en la 2019-20, antes de que el club apostara por Unai Emery.
Aquello le dolió. No lo esconde. «Estaba en mi mejor momento, habíamos trabajado mucho para crear un proyecto que estaba dando resultados jugando bien a fútbol», explicaba en aquella entrevista. Pura esencia del Villarreal. Como Manuel Pellegrini. El lunes en Mendizorroza se cruzarán por primera vez como rivales en los banquillo. Uno, en un Alavés envuelto en dudas; el otro, en un Betis que ya lleva el particular sello del 'Ingeniero'. «La Liga está de enhorabuena», dijo el madrileño cuando el chileno fichó por el club sevillano. «Es un técnico con una trayectoria impecable. Allí donde ha estado ha dado ejemplo a todo el mundo y para los entrenadores es un referente», precisó.
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