Los análisis previos a la reanudación liguera hablaban del adiós al factor campo. Argumentaban que, sin público, no importaría tanto jugar en casa o fuera. De momento, después de tres jornadas, el 40% de los partidos se han saldado con victoria local (antes el porcentaje ... era del 49%), el 37% han acabado en empate y solo el 23% han finalizado con triunfo visitante. Algo sigue influyendo el escenario, parece. Que se le pregunten si no al Alavés, que se mantiene fiel a esa bipolaridad endémica que le ha condenado a una trayectoria intermitente y dubitativa durante todo el campeonato.
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Superado en Cornellá-El Prat (2-0), solvente en casa ante la Real Sociedad (2-0) y hundido en Balaídos (6-0). De la noche al día y, después, a la más profunda oscuridad. No es nuevo, no es de ahora. Mendizorroza ha sido el flotador albiazul durante toda la temporada. El salvavidas de Garitano ante el Mallorca después de ofrecer una imagen muy pobre en los derbis de San Mamés y Anoeta, aún en el mes de septiembre. El vivero de puntos que permitió al equipo sobrevivir al equipo cuando, tras empatar en Getafe, encadenó cinco derrotas a domicilio en el primer tramo del campeonato.
Los números, más fiables que las sensaciones después de 30 jornadas, dicen que el Alavés es el segundo peor visitante de Primera. 9 puntos en quince desplazamientos, un registro que solo empeora el Mallorca (5). Los mismos que el Leganés, el Eibar y el Betis, pero al conjunto babazorro le penaliza en esta particular clasificación su pésimo diferencial de goles (-23), el peor de todo el campeonato.
Tras los seis encajados en Vigo, es el equipo más goleado fuera de casa (34), con un promedio de 2,3 por partido que contrasta con los 0,7 que encaja por comparecencia en Mendizorroza, once en total, el quinto que menos como local. Una disparidad enorme que corta el ritmo, lastra las ilusiones y genera dudas. Las que reabrió el partido de Vigo, que parecían despejadas solo tres días antes con el triunfo ante la Real. El 74% de los puntos que ostenta el casillero vitoriano han sido recolectados en casa, una dependencia que nuevamente supera solo el Mallorca (80%).
Pero, más allá de los números, el Alavés parece otro equipo cuando viaja. Ni rastro del orden y la solidez mostrada en Mendizorroza. Carencias de actitud y lagunas de concentración. «No hemos tenido la mentalidad necesaria para jugar un partido de Primera», reconoció Garitano tras el desastre de Vigo. La Real disparó una vez a portería; el Celta, hasta diez. Sin que sirva de excusa la expulsión de Martín. Para entonces el resultado ya era de 2-0. Tampoco jugar con uno menos explica que Rafinha rematara dos veces solo en el área en apenas dos minutos.
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