La aventura boliviana de Sergio Llamas
Trotamundos. ·
Después de competir en destinos tan exóticos como Japón y Finlandia, el centrocampista vitoriano juega en el Guabirá. «Es un fútbol completamente distinto y te tienes que adaptar»Trotamundos. ·
Después de competir en destinos tan exóticos como Japón y Finlandia, el centrocampista vitoriano juega en el Guabirá. «Es un fútbol completamente distinto y te tienes que adaptar»Un viaje futbolístico de Vitoria a Bolivia, con escalas en Japón y Finlandia. Sergio Llamas guía sus pasos allá donde le lleva la pelota. De Ariznabarra al mundo. Nunca mejor dicho. «Cuando sales fuera encuentras muchas cosas que merecen la pena. Encantado de vivirlas y ... ojalá pueda muchos años más», cuenta el centrocampista, que acaba de cumplir los 31. Desde verano defiende la camiseta del Guabirá, que compite en la máxima categoría del país andino.
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Una exótica parada que le surgió a través de José Aurelio Gay, técnico madrileño que entonces dirigía al 'Rojo', aunque dejaría el cargo apenas dos meses después. «En España Sudamérica nos parece como otro mundo, pero vienes y compruebas que el nivel futbolístico, sobre todo de los de arriba, es muy alto. Me ofrecieron una buena oportunidad y, después de hablarlo con la familia, que hacía apenas un mes que había sido padre, decidimos cogerla. Y de momento va bien». apunta Llamas.
Sergio Llamas Pardo. Vitoria, 6 de marzo de 1993.
Centrocampista
Juega en Montero, «un pequeño pueblo que está a media hora de Santa Cruz», explica. El pueblo tiene 109.000 habitantes y un estadio de 18.000 espectadores, pero se ve diminuto al lado de la capital, Santa Cruz de la Sierra, cuya población roza los dos millones y su estadio tiene capacidad para 39.000 personas. Ahí reside con su familia el exjugador del Alavés. «Una vida tranquila. Y bastante más barata que en España». Marcada por unos hábitos de trabajo diferentes a los que estaba acostumbrado.
«Entrenamos bastante temprano, a las ocho y media, porque aquí todo el año hace bastante calor. Cuando llegué era invierno y estábamos a 28-30 grados». Unos rigores climatológicos que condicionan el fútbol. La altura, sobre todo. «A lo que más me costó adaptarme». Santa Cruz está 400 metros sobre el nivel del mar, menos que Vitoria, pero Sergio Llamas debutó en La Paz, a más de 3.000, cuando apenas llevaba tres días en Bolivia. «Y no es el peor escenario, porque El Alto está a más de 4.000», subraya el futbolista.
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«Si estás acostumbrado a hacer cinco sprints y no notar más que fatiga, aquí haces dos y es como que te falta el aire, te mareas, no ves bien... Me avisaron que cuando llegara ese momento es muy importante saber que es normal, que no te a pasar nada, porque si te agobias es peor», evoca. Es lo que hizo, mantener la calma. «Y no me pasó nada. Pero a la noche me desperté con muchas ganas de vomitar, mareado. Ya me habían dicho que era normal».
Circunstancias que, además de físicamente, también influyen en el juego. «Golpeas al balón y es como que nunca baja, como que flota en el aire. Y va mucho más rápido. Yo saco córners, le intentas dar rosca y no hay rosca, no existe, va plano», ilustra Sergio Llamas. «Si ves un partido de la liga boliviana vas a ver que los jugadores le pegan en cuanto hay opción, desde tres cuartos de campo, porque el balón sale a una velocidad que es inviable en España».
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Por eso los equipos de La Paz (Bolívar, Strongest) o El Alto (Always Ready) dominan el campeonato. «Porque están acostumbrados y saben cómo se juega. Es un fútbol completamente distinto y te tienes que adaptar». Pero el nivel futbolístico de la competición ha sorprendido gratamente al centrocampista vitoriano. «Quizás le falta un punto de organización para seguir creciendo, pero los cuatro o cinco primeros pueden estar compitiendo en zona baja de Primera o alta de Segunda».
En su etapa en Mendizorroza Sergio Llamas jugó 33 partidos en Segunda División. 19 en la temporada del ascenso con Bordalás. Desde Bolivia, donde ve todos los partidos que puede del conjunto babazorro, ve similitudes entre aquel Deportivo Alavés y el de Luis García Plaza. «Lo más importante que ha conseguido es tener una identidad, saber a lo que juega. Aquel año lo teníamos muy claro, íbamos de la mano con el míster y dio sus frutos. En Segunda es complicado mantener una regularidad como la que tuvimos nosotros», recuerda.
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